Logo Comfama
Ayuda

#TiempoPara recordar que los jóvenes existen

nacido-en-cuarentena
#TiempoPara recordar que los jóvenes existen
Te demoras 0 minutos leyendo esta noticia

Lo que lleva dos semanas sucediendo en las calles de Colombia nos hace cuestionar, conversar, doler y, por supuesto, preguntar “¿por qué y para qué?”. Con la intención de entender de dónde nace la fuerza joven que hoy compone gran parte de la población manifestante, Andrés Casas, investigador principal de la Encuesta Mundial de Valores (EMV), y Julián García, joven activista, participaron en un espacio de diálogo moderado por Valeria Mejía, responsable de Cultura en Comfama. 

En esta charla, además de insistir en que es #TiempoPara recordar que los jóvenes existen, que son cerca de 12 millones de colombianos y que tienen liderazgos, voces, deseos y preocupaciones vigentes y urgentes para construir un futuro más justo, equitativo y conectado con las necesidades del presente, se tocaron temas como la confianza, la empatía selectiva y la desinformación a la luz de los resultados de la EMV. 

Este estudio, el más citado de las ciencias sociales, "toma una radiografía de nuestra cultura, nos pone frente al espejo y mide esos valores, esos intangibles, que hablan de nuestras sociedades y de las formas en las que nos relacionamos, vemos a los otros y nos vemos a nosotros mismos”, explicó Valeria.  

Partiendo de allí, la lectura que Andrés hizo del momento apunta a que “el problema central es que los jóvenes están navegando con incertidumbre como nunca antes había pasado en Colombia”. Por eso, cuenta, sus principales demandas tienen que ver con oportunidades y escenarios abiertos de escucha en una sociedad que aún guarda esquemas poco funcionales con las relaciones de la actualidad.  

“Los chicos y las chicas nos están demostrando que una sociedad nueva está floreciendo en la Colombia de la posguerra en medio de la guerra, del desarrollo en medio de la pobreza y de la autoexpresión y el posmodernismo en medio del sarcófago de instituciones poscoloniales que no han salido de ahí. Los jóvenes nos están recordando que, mientras ellos están bien, el sistema está atrasado”. —Andrés Casas, investigador y magister en Ciencias del Comportamiento. 

Según el investigador, existe una desconexión entre las instituciones y la mirada de las juventudes. “En Mayo del 68, que fue el nacimiento de la juventud política como la conocemos, deseaban desarrollo, confianza, alimentación, estatus e igualdad. Eso tiene consecuencias: que ahora existan jóvenes mucho más críticos y dispuestos a sacrificarse por cosas que no tienen que ver con la supervivencia material, sino con la seguridad existencial”. 

En ese sentido, dice, el diálogo que proponen los manifestantes es profundo y es vigente. “Mientras el mundo adulto pide seguridad tradicional, los jóvenes exigen algo que nos da miedo a los adultos y es confiar, algo que implica hacernos vulnerables. Una sociedad que confía tiene instituciones que no temen hacerse vulnerables, que están abiertas a repensarse. El mundo adulto todavía no ha leído que estas son las reformas que hay que hacer”.  

De hecho, uno de los puntos críticos que quedaron en evidencia tras la investigación de la Encuesta Mundial de Valores es la confianza. En una escala de 1 a 10, la confianza en las instituciones, el Estado y las empresas obtuvo un puntaje de 2.9.  

Julián García, joven trabajador, líder en su comunidad y padre entusiasta, compartió algunas de las historias que evidencian aquel quebré en la confianza. “Cuando era niño nos teníamos que esconder debajo de las camas porque nos atravesaban las balas”, “mi mamá me escribe para saber si llegué bien después de cada manifestación porque teme que sufra algún tipo de violencia policial”; “mi papá murió y una semana después lo llamaron para programarle la cirugía que esperó con tanto anhelo”. 

Entonces, ¿cómo podemos volver a confiar? El joven propuso escuchar las voces que están naciendo en los movimientos de base y las organizaciones culturales que propongan políticas públicas en las que se vean representadas, por ejemplo, las inconformidades de las nuevas generaciones, la esperanza de la paz y la escucha. 

“Hoy tenemos un pliego de peticiones, pero la principal es que se garantice el futuro de nosotros y de los que vienen”. — Julián García, joven activista. 

Justamente, explicó Andrés bajo el lente de los resultados de la EMV, la diferencia entre Colombia y los países que “lo logran en materia de bienestar” es que estos “pueden diseñar reglas de juego y procesos sociales inclusivos que domestican dos problemas sociales que los jóvenes de hoy están reclamando: seguridad y confianza”. 

Pero no cualquier tipo de confianza, comentó, “porque ahora se está viendo una que es peligrosa y es la confianza solo en el cercano, en el que es y piensa como yo”. Por el contrario, ahora es el momento en el que más necesitamos confiar en el otro, aquel que es diferente y vive el mundo desde otra realidad. Solo así podríamos escucharnos y entendernos.  

“Paremos para conversar, cuidarnos y cuidar al otro, entender que la respuesta es la escucha y el amor. Lo primero que se necesita para comprender algo que no comprendemos es escucharlo. Las ciencias y las comunidades en el territorio ya saben cómo hacerlo. Recuperemos esto y reconstruyamos el tejido social”, concluyó Andrés.  

Si quieres revivir esta conversación, escúchala completa aquí:  

Encuesta-mundial-de-valores

¿Cuáles son los valores, dinámicas y desafíos de las familias colombianas?

Entendernos y reconocernos es el primer paso para dimensionar el impacto que tienen nuestros valores, creencias y motivaciones en la construcción y progreso del país. Conoce más sobre la Encuesta Mundial de Valores y Valores en una crisis y lo que dicen estas investigaciones sobre nosotros.