Nuestro Parque La Estrella, el lugar de plenitud de Don Pedro

“¿Para qué más es la vida si no es para vivirla?”, se pregunta y se responde a la vez don Pedro Caro con los brazos abiertos al viento y una sonrisa en los ojos. Ese es el lema de sus días, sus semanas y sus meses, y quien lo conoce sabe muy bien que, más que una frase, la unión de dichas palabras salta, recorre y transita su cuerpo a diario.

Aunque suene redundante, existe cierta magia cuando se abraza ese “para qué” que lo atraviesa todo: don Pedro, a sus 82 años, vive para vivir.

Desde la década de 1980, cuando se mudó a La Estrella, se ha apropiado de nuestro Parque Comfama como su patio trasero. Teniendo su casa a apenas dos cuadras, ha construido con el tiempo un ritual sagrado para sentirse pleno, joven y vital: a las 9 de la mañana, todos los días, camina hacia su lugar favorito con varios paquetes de galletas en el bolsillo escuchando boleros en su radio portátil.

Trota media hora en la cancha, hace gimnasia al aire libre otra media hora y, según los ánimos y el clima, se da un chapuzón en las piscinas. “La alegría mía es ir a Comfama porque con mi edad debo estar moviéndome, uno tiene que calentar los huesitos y darle amor al cuerpo”, expresa entusiasmado.

Después de ducharse, sale a caminar entre los senderos de piedra y granito en busca de las ardillas que habitan los almendros, sietecueros, cedrillos, pinos, guayacanes, samanes y mandarinos que visten el 59% del área del parque. Ahí es cuando se retira sus audífonos y vive con sus cinco sentidos el encuentro diario anhelado con la naturaleza.

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“Eh, ave María, ¡esas ardillitas sí que son dulceras! Les encantan las Óreo y yo gozo viéndolas felices”, confiesa, mientras les comparte el manjar a las pequeñas roedoras que salen de rincones secretos a saludarlo.

Don Pedro también aprovecha el silencio del bosque para oír de lejos a las zarigüeyas y a las guacharacas entre el arrullo de la quebrada La Chocha. “¿De qué habrán sido testigo estas fuentes de agua místicas?”, suele preguntarse en sus momentos de meditación.

Durante casi seis meses, don Pedro tuvo que darles una pausa a sus rutinas en el Parque Comfama La Estrella debido a la propagación del virus. Sin embargo, el viernes 11 de septiembre escuchó la noticia que le iluminaría el alma.

“Fui a almorzar a donde una hija que vive cerquita y, cuando estaba bajando, me encontré a una muchacha y otro joven que trabajan en el parque. Ellos me dijeron que el sábado iban a abrir nuevamente y eso fue la alegría más grande. De inmediato me programé para madrugar y estar de primerito en la fila”, recuerda.

Y así fue. Cumplido, faltando 20 minutos para las 9 de la mañana, don Pedro llegó a presenciar la reapertura con su radio portátil y sus galletas. Los trabajadores del parque lo reconocieron inmediatamente y le dieron una grata bienvenida sin saber que para él volver significaba algo mucho más profundo.

“Mi esposa falleció el pasado 2 de abril y me quedé solito en esta casa tan grande durante toda la cuarentena”, cuenta. “Aunque encontré cosas para hacer, como cuidar a las gallinas y mantener vivo el jardín tan lindo que ella me dejó, poder volver al parque ha sido poder volver a mí y recordar algo que siempre he sabido, pero que a veces uno necesita repetirse: estoy vivo es para vivir”.

Para ingresar al Parque Comfama La Estrella, recuerda:

• Evalúa tu estado de salud antes de visitarnos.

• Usa tapabocas de forma permanente cubriendo boca y nariz.

• Permitir la toma de temperatura al ingreso del parque.

• Mantener la distancia mínima de dos metros entre persona y persona.

• Cumple con los protocolos de bioseguridad definidos para cada atracción.

• Dúchate con agua y jabón para hacer uso del mundo acuático.

• Realiza un lavado de manos frecuente.