“Cuando pienso en machismo me moviliza la cuestión de reconocer lo heredado y las formas agresivas que he tenido frente a mi relacionamiento conmigo mismo, con otros hombres y con las mujeres” opina Diego Ospina, un asistente de uno de los conversatorios que tuvimos con De Machos a Hombres, un colectivo del Instituto para el Desarrollo de Masculinidades Antihegemónicas que busca acercarnos a un mundo más justo e igualitario a través de la reeducación.
En estos espacios hemos explorado y reflexionado sobre los desafíos que enfrentamos en relación con el machismo y cómo podemos transformar nuestras percepciones y prácticas de masculinidad, pues hay tantas maneras de ser hombre como hay hombres en el mundo, tal como lo señaló Nicko Nogués, el fundador de la cuenta @DeMachosaHombres.

¿Qué es el machismo?
El machismo es un conjunto de actitudes que promueve la idea de que lo masculino es superior a lo femenino en los diferentes aspectos de la vida. El hecho de asignar un color o una manera determinada de vestir a los hombres y las mujeres, asignarles o imponerles roles en la sociedad como las labores domésticas o de cuidado, así como usar lenguaje que se refiera a las mujeres como un sexo débil, entre otros, son claros ejemplos de que el machismo es una actitud que debe ser revisada por la sociedad.
¿Cómo podemos transformar las practicas machistas?
Podemos desafiar las prácticas machistas al cuestionar las normas culturales y sociales que las respaldan. Esto implica hablar abierta y respetuosamente sobre temas de género, promover la equidad en nuestras interacciones diarias y apoyar iniciativas y organizaciones que también la promueven. Aquí compartimos 3 aprendizajes:
El machismo nos afecta a todos y todas
Más allá de que este sea un problema que impacta directamente a las mujeres, cifras alarmantes de muertes, suicidios y encarcelamientos relacionados con el machismo demuestran que esta problemática llega a todas las personas. Además, el machismo limita la expresión y diferenciación de emociones y sentimientos, afectando negativamente nuestra salud mental y bienestar.
La primera etapa de este proceso es la reflexión personal. Necesitamos tomar consciencia de nuestras propias actitudes y comportamientos, incluso si existen en menor medida. Como resalta Julián Velásquez, uno de los asistentes “Esto implica reconocer que el machismo no se limita a actitudes abiertamente agresivas o discriminatorias, sino que también puede manifestarse en formas más sutiles, como comentarios sexistas, expectativas de género rígidas o el uso de lenguaje denigrante que no solo afecta a las mujeres sino a otros hombres y a mí mismo”.
El machismo también está relacionado a nuestro sistema económico
Existe una relación entre la masculinidad toxica y un capitalismo inconsciente, el sistema patriarcal y el sistema económico se entrelazan, creando y manteniendo desigualdades tanto en términos de género como de clase, en la medida en que la violencia económica, la desigualdad salarial y la explotación laboral son manifestaciones que afectan a hombres y a mujeres.
Otra consecuencia radica en nuestra consciencia del consumo. Las estructuras patriarcales promueven un consumismo desenfrenado basado en la idea de que la masculinidad se construye a través de la acumulación de bienes materiales. Esta mentalidad consumista no solo genera impactos ambientales significativos, sino que también refuerza las desigualdades económicas y sociales.
Es posible cuestionar nuestras propias actitudes hacia el consumo y trabajar hacia una mentalidad más consciente y sostenible como personas y como empresas que contribuya a la construcción de un modelo económico más equitativo, que no esté arraigado en las jerarquías de género y clase.
Hay oportunidad de construir masculinidades positivas desde nuestra cotidianidad
Las prácticas machistas se pueden heredar y, por ende, transformar pues no solo se aprende de manera individual, sino que también se hereda a través de la cultura y las normas sociales. La sociedad, en su conjunto, replica sistemáticamente los machismos y micromachismos, perpetuando así estereotipos de género dañinos y desigualdades profundamente arraigadas. Pero todos y todas tenemos un papel crucial en desafiar y transformar estas prácticas machistas.
Tras reconocer nuestras propias actitudes machistas, es fundamental cuestionar y desafiar activamente esas creencias arraigadas, lo cual implica replantear nuestros conceptos de masculinidad y repensar cómo nuestras acciones y palabras pueden contribuir a la reproducción de desigualdades de género. Al hacerlo, podemos abrir espacios para la reflexión crítica y el cambio personal que fomentan la deconstrucción y reeducación de la sociedad.
Puedes ver la conversación completa
¿Cómo podemos los hombres, practicar una masculinidad más saludable y erradicar las prácticas machistas? Te invitamos a ver uno de nuestros conversatorios y aumentar tu consciencia.