Maria Mejía, usuaria de Comfama

Yo siempre quise vivir en el Oriente, siempre. Me soñaba una tranquilidad que la ciudad no me daba, por eso decidí empezar una nueva vida. Me vine para La Ceja y la primera persona que conocí aquí fue a Marce, que era profesora de natación en Comfama. Así fue como llegué a los cursos, empecé con hidroaeróbicos, luego natación, aqua yoga, yoga tierra, danza yoga, cocina… mejor dicho, en qué no he estado.
Cuando estoy acá en la sede de La Ceja siento mucha seguridad, mucha paz y mucha dicha. Es solo mirar toda esta oferta verde hermosa, estas flores preciosas para que a uno se le alegre el día. En estos días me encontré con un compañero que tengo en un curso de yoga y me dijo:
— Vos te ves tan feliz, caminás siempre sonriente.
— Sí, es que la felicidad y la tranquilidad que siento por dentro se me refleja afuera.
Me encanta que mi cuerpo exprese todo el tiempo esa sensación de plenitud, porque yo sí te digo algo, lo que pasa aquí en la sede de La Ceja es vida, pura vida. Este espacio ayuda a enamorarse de la vida y a renacer.
Marcelina Giraldo, asesora del centro de relacionamiento

Mi historia aquí empezó el 9 de diciembre del 92’, hace tiempito ¿no? Yo empecé en oficios generales y ya en el 2001 que se creó el cargo de asesor de servicios, pude pasar a este rol. Esto era muy diferente, yo he sido testigo del cambio de esta sede y eso para mí ha sido un privilegio y una bendición.
Yo amo mucho lo que hago porque me gusta la cercanía, me gusta poder escuchar las historias tan bonitas de las personas y saber que somos transformadores y creadores de esas historias de felicidad, desde el plenario que está en once cursos hasta las familias que hemos visto crecer, porque, no crea, hay niños, por ejemplo, que yo vi estando en el preescolar de aquí y ya son papás que vienen con sus propios hijos. Los he visto crecer y ellos me han visto crecer a mí. ¡Qué cosa tan bonita esa!
Aquí todos cuidamos mucho este lugar, imagínese que hay un espacio aquí que tiene unos árboles que trajo un administrador que tuvo esta sede hace muchos años, él tenía una finca y trajo unas semillitas, las sembró y ya son esos árboles que están ahí, porque así es este lugar, nosotros nutrimos el espacio y lo cuidamos como nuestra casa. Yo siempre digo, este no es mi segundo hogar sino el primero.
Ruby Garzón, responsable de biblioteca La Ceja

Yo he trabajado en muchas sedes de Comfama, siempre en el punto de las bibliotecas. Inicié en Girardota, luego pasé a Aranjuez, Bello Centro, San Ignacio, Itagüí, y ya aquí en la sede de La Ceja voy a cumplir seis años de muchas alegrías y rodeada de libros.
Esta sede es un paraíso con esas zonas verdes, sí. Pero también los libros permiten que las personas entren a ese paraíso, se diviertan y aprendan. Para mí lo más lindo que se presencia en este lugar es esa relación que las personas crean con los libros, como este espacio, por ejemplo, les abre las puertas a los niños a un universo de conocimiento y aprendizaje.
Algo que me encanta y llama mucho mi atención es el amor que las personas sienten por estos espacios y se apropian de ellos. Aquí se han consolidado muchos grupos, especialmente, clubes de lectura, entonces tenemos clubes de prelectura para niños pequeños, hay un club de lectura infantil, otro juvenil, tenemos uno para adultos donde se trabajan los clásicos, pero, algo muy curioso es que tenemos un grupo de tertulia de plenarios que por sí solos decidieron reunirse y encontrarse para conversar sobre los libros, sobre la vida, sobre sus pensamientos, eso es algo muy hermoso. Este espacio posibilita esos encuentros y esas conversaciones y eso hace de esta sede algo tan especial.