Así se construyó esta historia en Caldas
Desde la década de los 80 hasta la actualidad, nuevas posibilidades han cobrado vida para hacer de esta, una sede para el bienestar y los propósitos.
Orlando Arcila espera puntualmente todos los días a que abran las puertas de la sede Comfama Caldas.
- Buenos días, don Orlando.
- Buenas, buenas. ¿Cómo amanecieron?
Se sienta cada mañana en una de las mesas de la Biblioteca y lee toda la prensa, de principio a fin. Con sus manos pasa el papel con tinta y va siendo testigo de cómo se va ocupando el espacio de estudiantes, familias y curiosos.
- Don Orlando, coja el periódico que le vamos a tomar una foto.
- Ese ya me lo leí. ¡Ya los leí todos! - afirma orgulloso por haber cumplido, una vez más, su sagrada rutina de la mañana.
Y así también van llegando los y las caldenses a sus citas médicas, sus clases, a hacer los trámites, leer un libro, usar los computadores o tomarse un café en esta sede que desde 1985 ha sido la puerta al sur del Valle de Aburrá.
Desde la década de los 80 hasta la actualidad, nuevas posibilidades han cobrado vida para hacer de esta, una sede para el bienestar y los propósitos.
Un grupo de amigas se encuentra cada martes en la sede de Caldas para iniciar su rutina de movimiento, baile, cardio y risas. “Venimos de estar sentadas por mucho tiempo en nuestros trabajos, ahora que tenemos el tiempo, nos encontramos aquí para movernos por salud, para fortalecer los músculos y para encontrarnos con las otras”, dice Gloria, quien resalta también cómo la sede ha sido ese punto de partida para llevar la amistad más allá y generar nuevos encuentros.
Precisamente las mujeres que integran este grupo, y que han logrado encontrar amistad, compañía y fortaleza unas con otras, decidieron afiliarse a Comfama tras su jubilación para participar en actividades que les ayude a fortalecer su mente y su cuerpo, y que las conduzca a un bienestar deseado. En medio de ese camino, encontraron nuevos pasatiempos que traspasan las paredes y disfrutan, a través de caminatas conjuntas, de la naturaleza del municipio, de la actividad física y, por supuesto, de la compañía de las otras.
Desde las 7:30 de la mañana, niños y niñas entran por las puertas de la sede de Caldas para iniciar un día lleno de aprendizajes, exploración y juego en su Preescolar. Un día donde se encontrarán con el inglés para ampliar su visión del mundo, los lenguajes expresivos para aprender a través del movimiento del cuerpo y el arte, y una alimentación consciente que aporta a su bienestar.
Entre ellos está Lina Cuartas, profesora del preescolar, quien ha encontrado en esta profesión una oportunidad para aportar al desarrollo de los 455 niños que estudian en esta sede. Para Lina, la sede de Caldas y el preescolar, en particular, es un lugar lleno de magia al albergar los sueños y los anhelos de los niños.
“Lo que más disfruto de este lugar es que es un espacio donde se puede cultivar el ser, más allá del hacer, sí, se aprende a sumar, a restar, a escribir y a leer, pero también se aprende a perseguir los sueños y a ser feliz”.