El campo antioqueño guarda en su interior historias maravillosas, algunas de resiliencia, otras de conquista y cuidado de los territorios y otras más de perseverancia como la de Edison y su familia.
Al borde de la carretera que conduce de Medellín a Bolombolo, exactamente en el municipio de Titiribí, está la casa de esta familia, tan hermosa y bien cuidada como cada uno de los seres que la habitan. Edison labora como empleado de una mina que está a pocos pasos de su hogar y María, su esposa, permanece en casa desarrollando la labor de cuidadora no solo para sus tres hijos y sus animales de compañía, sino para Jair, el hermano de Edison que, a sus 40 años, aún padece los síntomas de una enfermedad que desde los seis meses de vida lo ha obligado a vivir como una persona con discapacidad.
“Cuando mi madre muere, yo comienzo a hacerme responsable del cuidado de mi hermano y lo traigo a vivir con nosotros; ha sido una labor dura porque requiere de cuidados que son costosos y aunque él recibía algunos beneficios por el sistema de salud, no eran suficientes. Por eso, decidimos tramitar el subsidio y, aunque no fue un proceso fácil por la dificultad para acceder a los papeles necesarios para la postulación, lo logramos”, comenta Edison.
Hace apenas unos meses que la familia goza del beneficio de la cuota monetaria para cónyuges cuidadores, pero han sido suficientes para percibir un alivio en la economía del hogar, pues pañales, vitaminas y hasta pasajes han podido suplirse con el dinero que mes a mes le es consignado a Edison desde su Caja de Compensación.
“Estamos muy agradecidos con Comfama porque económicamente es un beneficio muy grande, un alivio para nosotros como familia”.