El desarrollo pleno de un ser humano solo es posible si su cuerpo cuenta con los motores necesarios para funcionar, pensar, moverse y amar. Y estos, a su vez, solo se activan a través de nutrientes que llegan con la comida. La alimentación, por obvio que suene, es el pilar, la base, el punto de partida para existir, sentir, vivir y crear en el mundo.
Por eso es fundamental que los niños y las niñas tengan una buena nutrición desde el momento en el que se están gestando en el vientre sus madres. Para un niño o una niña con sus necesidades alimentarias cubiertas será más fácil durante su desarrollo e incluso su vida adulta aprender, expresar sus emociones, vivir sanamente, defenderse de la enfermedad y relacionarse con su entorno.
Sin embargo, en Colombia el 54,2 % de la población vive en inseguridad alimentaria, lo que significa que 1 de cada 2 hogares colombianos no tiene suficiente comida disponible o los medios para conseguirla y que, por consecuencia, los niños y las niñas que crecen en ellos tienen un alto riesgo de sufrir desnutrición crónica y aguda.
Estas condiciones no solo aumentan la probabilidad de desarrollar enfermedades crónicas no transmisibles, sino que, para la primera infancia, implican rezagos para el resto de su vida. En el país, según datos de la última Encuesta Nacional de Situación Nutricional:
560.000 niños y niñas menores de 5 años sufren de desnutrición crónica.
15.600 niños y niñas menores de 5 años padecen desnutrición aguda severa.
Y estas son cifras que aún no han sido medidos con exactitud durante la pandemia, pues se estima que un porcentaje significativo de infantes y madres gestantes dejaron de asistir a sus citas de control debido a que la atención hospitalaria tuvo que concentrarse en responder a la emergencia. Es previsible que ahora sean mayores.
Según la Fundación Éxito, cuya misión es contribuir a la erradicación de la desnutrición crónica en la niñez, en este contexto se puede esperar un incremento en 1.4 puntos porcentuales en el indicador de desnutrición infantil. “Así las cosas, (…) la erradicación de la desnutrición crónica, proyectada para el año 2036, tomará 4 años más”, dice su más reciente estudio.
Según la Asociación de Bancos de Alimentos de Colombia, ABACO, actualmente hay 2,7 millones de personas que no pueden comer tres veces al día en el país. Uno de los mecanismos de respuesta en las familias ante esta realidad ha sido disminuir el tamaño de las porciones de los alimentos servidos, lo que puede conllevar al fenómeno de la subalimentación en los niños y las niñas.
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Además, es probable que estén eliminando de su dieta alimentos relativamente más costosos como las carnes o la leche y sus derivados, que aportan proteínas de origen animal y que son recomendados para el desarrollo infantil. ¿Qué repercusiones puede traer todo esto en el desarrollo físico, cognitivo, intelectual y social, y en las oportunidades de los niños y las niñas que hoy están creciendo en Colombia?
Es #TiempoPara pensar en la nutrición infantil y te invitamos a informarte a través de estos programas, en cuyos canales digitales puedes encontrar diversas alternativas para actuar con consciencia frente a esta situación.
Consejos para cultivar una relación sana con la comida en la primera infancia
¿Eres padre, madre, cuidador o cuidadora de un niño o niña? Te compartimos diversos consejos para que reciba todos los nutrientes necesarios según su etapa de desarrollo.
¡Ten en cuenta que la primera infancia es el momento en el que se definen las relaciones que se tendrán con el entorno a lo largo de la vida, incluida la comida! Así que es esencial cultivar buenos hábitos desde, incluso, antes de nacer.
Durante la gestación
Lo que come la madre, lo recibe el bebé, por eso los sabores variados, los alimentos nutritivos y el agua deben estar presentes en esta etapa de formación.
De 0 a 6 meses
El primer contacto directo con el exterior que recibe un bebé recién llegado al mundo, además del oxígeno, es el seno materno. Este acto intuitivo, cálido y amoroso de parte de madre e hijo nace de una realidad: la leche materna tiene todo lo que el bebé necesita para sobrevivir.
“Es el mejor alimento que un bebe puede consumir cuando nace, porque provée las propiedades nutritivas y la hidratación necesarias sino porque ese contacto piel a piel con la mamá le da la bienvenida a la humanidad y le dice: este mundo es amoroso y es sabroso”, afirma Sara Méndez, gerente de ABACO y maestra en Desarrollo educativo y social.
De hecho, algunos psicólogos le llaman a este encuentro alimenticio entre madre e hijo una “protoconversación”, es decir que, para los bebés, alimentarse de leche materna es lo más cercano a una conversación. Por esto mismo, explica Sara, “la idea es que amamantar sea agradable, sea feliz. Y la tranquilidad de la mamá depende mucho de su red de apoyo”.
Y, ¿qué hay de las cantidades? Aunque el alimento del seno no esté dividido en onzas, el vínculo que crea la madre con su hijo o hija, su lectura atenta de las señales de hambre y saciedad, le irá dando información sobre cuándo el bebé está completamente alimentado.
De 6 a 24 meses
La recomendación de la OMS es seguir amamantando al niño o niña de manera complementaria hasta mínimo los 2 años de vida, pero, partir de los seis meses, se sugiere comenzar a introducir paulatinamente nuevos alimentos, primero en puré y luego en trozos.
En esta etapa, el infante ya desarrollo su sistema digestivo para digerir alimentos sólidos, además, es el momento en el que comienza a sentarse. “Para el bebé, el mundo de interacciones que se abre cuando se sienta es enorme. Pasa de estar acostado y mirar el techo a esperar que le caigan los estímulos, a darse cuenta de que la vida tiene mucho más sentido y que él mismo puede buscarlos”.
Por este motivo, la introducción de los alimentos no es solamente un asunto de nuevos nutrientes y sabores, sino también de nuevas texturas, colores, cantidades, números, olores. ¡En la alimentación de los seis meses a los dos años ocurren aprendizajes a nivel cerebral y social!
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Los consejos en esta etapa parten de la experimentación:
Deja que el niño o la niña tenga contacto con los alimentos, que los explore desde la curiosidad y la libertad de olerlos, tocarlos, babearlos, estriparlos y saborearlos.
Permítele tener su propio plato, cuchara y vaso.
Lo ideal es que los alimentos sean variados, naturales y frescos.
La sal, el azúcar y la leche de vaca no deben hacer parte de las preparaciones hasta que cumpla un año de edad.
Llénalo de interacciones sociales: “si yo relaciono la comida con el placer e interacciones sociales ricas es poco probable que después yo desarrolle un trastorno de la alimentación”, cuenta Sara.
Sé constante con la introducción de las verduras. Innova en las preparaciones y no desistas si la primera vez las rechaza.
Aléjalo de las pantallas mientras come.
Prueba cada alimento mínimo durante tres días para saber si el niño o la niña tiene alguna alergia o reacción adversa.
Mamá, papá, cuidador o cuidadora del bebé: ¡esta es una tarea que pone a prueba la paciencia y la creatividad! Tómala como un reto, vívela desde el disfrute y redescubre tú también las propiedades de cada alimento desde el asombro que los niños y las niñas contagian.
Recuerda que una sana relación con la comida en la primera infancia determinará el estado de salud, la resistencia a las enfermedades, el desarrollo cognitivo, la construcción de un cerebro social y la capacidad de aprendizaje de los niños y las niñas.
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