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Leer con los hijos, un hábito transformador

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Leer con los hijos, un hábito transformador

“Mamá, ya que te vas de viaje, ¿tú podrías dejarme los libros de dibujos para yo leerle a Vicente esta noche?”, le preguntó Lorenzo, de tres años, a su mamá Estefanía cuando, por primera vez, ella tuvo que ausentarse por un compromiso. Para él, que aún ni siquiera sabía descodificar las letras y convertirlas en palabras, la lectura de cada noche ya era una rutina de su corazón.

Esta escena conmovedora fue para Estefanía González, responsable de nuestras Bibliotecas y Centros Culturales, esposa, madre, aprendiz y lectora, la evidencia del poder de los hábitos compartidos que alimentan el alma. “Yo nunca lo preparé, nunca le puse esa tarea. Lorenzo, desde lo más profundo y genuino de su ser, buscó la solución para aquella noche poder continuar con su hermanito de un año eso que ya era parte de sus vidas: la lectura”, relata con orgullo y ternura.

Hoy, tres años después, Lorenzo y Vicente siguen siendo unos ávidos lectores. Les fascina hacer de la sala de su casa, entre sábanas, linternas y papeles, un barco viajero para visitar a sus personajes favoritos. A veces, navegan hasta Inglaterra a darle un saludo a Alicia en el país de las maravillas; otras, deciden transportarse hacia el pasado para ver de cerca los gigantes dinosaurios que poblaron la Tierra y que han conocido a través de los libros de ciencias naturales.

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La lectura, ante todo, tiene que pasar por el amor y por la convicción

Cuenta Estefanía que juntos han construido una valiosa, mutante y rica biblioteca en la que habitan y coexisten cuentos infantiles, textos de historia y de ciencia, libros silentes, poesías, comics e historias ilustradas. “La colección más grande está en la habitación de ellos, pero también hay libros en la sala, en la cocina y en el estudio. Lo más importante es que estén a su alcance, que puedan elegir la pieza que quieran, buscar un espacio y tener un momento espontáneo de lectura individual”, comenta.

Sin embargo, también existen en la familia rituales de lectura compartida. No ocurren siempre en el mismo momento ni están atados a horarios, reglas, tareas o preguntas como “¿qué entendieron y aprendieron?” Las únicas condiciones al leer juntos son la libertad, el disfrute y el pacto acordado de estar presentes.

“Nunca es un espacio obligado, es más bien un regalo que nos damos. Todos ponemos algo: ellos, su tiempo para escuchar; yo, el mío para leer. Así como Lorenzo y Vicente esperan que yo no esté chateando, yo espero que ellos estén en disposición. Si no lo están, no pasa nada, simplemente, leemos en otro momento”, explica Estefanía.

Las únicas condiciones al leer juntos son la libertad, el disfrute y el pacto acordado de estar presentes.

De hecho, ese es uno de los pilares principales desde el que ha sembrado en sus hijos la semilla de la lectura. Según ella, “leer es un acto de goce democrático y horizontal que tiene muchos ‘para qués’, pero a los niños no hay que ponérselos. Cuando leen forzados, cuando leen como tarea, cuando leen porque les dicen que hay que leer, no les llega al corazón. La lectura, ante todo, tiene que pasar por el amor y por la convicción”.

Y, por eso mismo, el ejemplo de los padres también es un elemento clave a la hora de cultivar este hábito naturalmente en los pequeños. “Ellos nos ven leyendo a mi esposo y a mí y ven que lo disfrutamos, que hace parte de nuestra cotidianidad. La lectura es igual a la comida: no hay que disfrazárselas de deber, tarea o juego para incorporarla desde el alma”, expresa.

Asegura Estefanía, al ver a sus hijos y a los cientos de niños que visitan nuestras bibliotecas, que “ellos pueden entender que, así como necesitan alimento para su cuerpo, también lo necesitan para su mente y espíritu. Lorenzo y Vicente, por ejemplo, se sienten súper orgullosos al contarles a sus amigos sobre las historias que leen, ellos entienden que es bacano tener adentro información que para ellos es valiosa”.

Un camino compartido

Este camino, si bien empezó con la decisión íntima que tomó Estefanía durante su primer embarazo de hacer lecturas en voz alta para que su bebé la escuchara desde la panza, hace unos años se transformó en un sendero compartido con la creación del perfil de Instagram @leoconmishijos.

A través de este espacio, que en parte es una bitácora familiar, Estefanía les encontró un nuevo sentido a los libros de la colección de sus hijos al compartirlos con otras familias que, a su propio ritmo y estilo, recorren este mismo sendero.

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Muchos dicen que todos los niños tienen un amigo imaginario, yo creo que en el fondo, todos, los adultos también, tenemos ese amigo imaginario. Alguien que habita dentro de cada uno y que juega a veces de “abogado del diablo” o de “mejor amigo”. Esa conciencia con la que conversamos para entender cosas que ocurren dentro de cada uno y que solo podemos resolver con nosotros mismos, preguntas que nos dan vueltas en la cabeza toda una noche, sueños que perseguimos, desorciones, dudas, en fin. Hace poco escuché a @irene_vasco en @arbollibroscol diciendo que los libros para niños logran tocar tanto el alma de los adultos, porque hablan de la condición humana (bueno, los buenos libros, como este) y si, cada libro que leo con mis hijos, me plantea preguntas o reflexiones, a veces algunos me ponen a patinar en mis ideas, con otros lloro y otros me llenan el día de amor. Así que cuando leo esta historia y veo a la niña con el oso, claro que pienso en Lorenzo y Vicente y sus amigos imaginarios, cuando lo leo con ellos, imaginan que el oso es tan real como sus amigos imaginarios y cuando lo leo sola, pienso en mi “conciencia” o mi propio oso...un libro de la querida @yaelfran premiado y reconocido en diferentes lugares, disponible en digital y publicado por @amanuta #leoconmishijos #kidsbookstagram #libroalbum #leoconmishijos #hoyleemos #cuentosparaniños #bookstagram #quedateencasa

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“Recomiéndame un libro para mi hijo”, le piden las mamás y papás seguidores de su página. Su respuesta es la misma: “No todos los niños son Lorenzo y Vicente. Escúchalo, descubre sus intereses, llévalo contigo a la librería y déjalo que explore. Conoce a tu hijo y, como un acto de amor, déjalo que encuentre sus emociones y se goce la vida a través de una relación genuina con la lectura”.

Conversaciones inspiradoras

Si estás interesado o interesada en sembrar la semilla de este hábito en tus pequeños, te compartimos estas reflexiones de la conversación del Centro Gabo entre David Cortés Zamora, autor y fundador de Malevo Editores, y Mónica Estévez, bibliotecaria y coordinadora de Proyectos Educativos y Sociales de la Fundación Tenaris TuboCaribe:

  • Los padres son los primeros mediadores de la lectura. Cuando un niño ve a los suyos dedicando diariamente un momento para desconectarse de sus ocupaciones y leer, es muy probable que este hábito, desde el ejemplo, sea imitado.

  • A los niños les resulta muy estimulante contar con una biblioteca en casa y tener a su alcance los libros como objeto o contenedores de historias en su cotidianidad. Para las familias en las que esto no es posible, existe la magia de visitar las bibliotecas públicas o comunitarias o la posibilidad de buscar libros disponibles en Internet.

  • Hay padres que no tienen interiorizado el hábito de la lectura. Para ellos se recomienda activar otras formas de acercar a los hijos a las historias, ya sea desde la oralidad, los videos, los juegos o las conversaciones. De esta manera, los niños, por su propia cuenta, van a tender a buscar nuevas historias y, como resultado, encontrarán en los libros una fuente inagotable.

  • Es esencial indagar qué les gusta a los niños, estar atentos a las señales sobre sus motivaciones, acompañarlos y escuchar sus intereses. Todas las lecturas son válidas y la literatura infantil ofrece cientos de posibilidades en formatos, temas y géneros.

Escucha la conversación completa: