Estar locos de amor
Dentro de nuestro cuerpo existen dos tipos de procesos hormonales: los procesos endocrinos, que son aquellos que comunican cambios internos y liberan sustancias directamente a la corriente sanguínea: y existen aquellos que se proyectan al exterior mediante sustancias como las feromonas, que son hormonas exocrinas.
La dopamina, conocida como la sustancia química del amor romántico, tiene un papel clave en el proceso de enamoramiento, pues es responsable de los intensos sentimientos de euforia y apego, y sus altos niveles están asociados con la famosa expresión “estar loco por alguien”. No te preocupes, no es que estés loco, solo es el efecto que los altos niveles de dopamina pueden tener en tu cuerpo.
Sin embargo, cabe resaltar que no todos los impulsos de apego significan amor, pues este sentimiento puede evolucionar o transformarse con el tiempo. Existen diferentes representaciones del amor que se transforman dependiendo del contexto sociocultural, pero que, en su mayoría, encuentran un punto común en la necesidad de ver una virtud o valor en la otra persona y que no se limitan únicamente a las respuestas químicas.
En términos biológicos, el amor romántico tiende a durar entre uno y tres años antes de transformarse en una emoción más estable y duradera. Durante esta transición, la dopamina disminuye y otras hormonas juegan un papel importante para mantener el vínculo afectivo en el que, más allá del enamoramiento, empiezan a prevalecer otro tipo de vínculos sociales que rigen nuestras formas de relacionamiento. La oxitocina, conocida también como la "hormona del abrazo", está implicada en la formación de estos lazos que perduran en el tiempo y su presencia puede marcar la diferencia entre el apego duradero y el desapego.
La biología del amor también se extiende a nuestras relaciones con otras especies. Por ejemplo, una mirada prolongada entre un humano y su mascota puede elevar los niveles de dopamina en ambos, mostrando que el amor y el apego no son exclusivos de los humanos. Incluso la música y la danza pueden influir en nuestras relaciones, actuando como formas de expresión y conexión que refuerzan los lazos sociales.