Tiempos de té fue el ritual creado por Tatiana Jaramillo, licenciada en Literatura, junto a su socia Gina Quintero, licenciada en Ciencias Sociales, dos mujeres que creen en el poder de convocar y reunir a un grupo de personas alrededor de conversaciones sobre la salud mental, para entender cómo habita cada uno su mundo a través de la literatura.
En el 2018, se unieron a Comfama a través de una convocatoria en la que se estaba gestando la programación mensual del Claustro alrededor de la pregunta: ¿Cómo lidiar conmigo mismo?, fueron invitadas para hablar de lo que les apasiona y presenciar la capacidad de otros de poder hablar de lo que sienten, perciben y entienden de la realidad.
Antes de ser testigos de esta evolución Tiempos de té era conocido como Tardes de té, un momento en el que cada martes a las 5:00 p.m. se reúnen los asistentes entorno a una tradición que se origina en Japón y que inspira a Tatiana y Gina a practicarla con los matices de la cultura criolla, utilizando como envase la totuma, un contenedor universal de nuestro país en el que es servido el té que ofrecen envuelto con un texto literario hecho por ellas mismas.
Los diálogos entre quienes participan están motivados por un menú con más de 50 temáticas, que ambas han realizado en esta trayectoria de estos cinco años.
Su experiencia ha estado rodeada de retos, un tiempo después de que comenzaran con su proyecto empezó la pandemia, un suceso que hizo que se retaran al tener que migrar a la virtualidad. Para ellas fue la oportunidad de trabajar sobre ese argumento de habitarse a sí mismo de una manera más profunda, por medio de ceremonias de interior, en las que entender el lugar donde cada uno vivía se convirtiera en un símbolo de la exploración del yo.
Gracias a esto, también encontraron en los poemas y los libros una forma de abrir caminos y conectar con otras personas de diferentes partes del mundo, una manera de crecer con la educación y el arte, que se manifiesta en la pintura, la música, el teatro o el cine. De la mano de nuestra organización, comprendieron que es posible concretar proyectos sostenibles y que a la vez inspiren a otros.
Saber que es posible invertir en cultura ha sido su mayor aprendizaje durante este proceso como proveedoras, el poder evidenciar que hay otras posibilidades de generar cambio y hacer paréntesis en la cotidianidad, entender la pausa y la calma como las actitudes principales en la apuesta por tocar esos temas que no ponemos en la mesa como sociedad.
Ellas han forjado esa transformación con el objetivo de construir rutas en las que el cuidado se construya en comunidad, y sea la clave para entendernos como el nido y refugio que somos para nosotros mismos y para los demás.