¿Por qué es importante enfrentar la pobreza menstrual?
La gestión digna de la menstruación es una acción transversal para alcanzar al menos 5 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, la agenda internacional a 2030 para mejorar la calidad de vida en la Tierra.
Erradicación de la pobreza extrema
El 10 % de los habitantes del planeta no cuenta con recursos para cubrir sus necesidades básicas y debe enfrentarse a decisiones como elegir entre insumos de higiene o comida. Por ejemplo, a las mujeres en Colombia la gestión de su menstruación les cuesta al año una quinta parte del salario mínimo (180 mil pesos).
Por eso, garantizar el acceso a agua limpia, instrumentos de aseo e insumos de gestión de sangrado menstrual cubre al menos uno de esos requerimientos fundamentales para reducir la pobreza extrema en el mundo.
Educación de calidad
La menarquía o llegada de la menstruación es causa de deserción escolar en el mundo, sea por falta de productos para la gestión del sangrado, impedimentos físicos o estigmas sociales.
Una de cada 3 niñas en el sur de Asia pierde entre 2 y 3 jornadas escolares durante sus días de sangrado y 4 de cada 10 adolescentes en Bangladesh falta al colegio 2.8 días al mes en promedio, reportó Unicef en 2018.
En la zona rural de la India, 2 de cada 10 niñas abandonan el colegio después de tener su menarquia o primera menstruación. Y en Malawi (sur de África), la menstruación causa más deserción escolar que la malaria, según la Fundación Plan Internacional.
El problema no está tan lejos: 37 de cada 100 niñas en Perú afirman haber faltado a la escuela por estar menstruando; y 63 de cada 100 niñas en el Pacífico colombiano prefiere no ir al colegio durante la fase menstrual de su ciclo.
Salud y bienestar
Cuando las mujeres o personas menstruantes no pueden cambiar sus insumos de manera frecuente o usan elementos improvisados como papel o ropa vieja para recoger la sangre menstrual, pueden presentar más riesgo de contraer infecciones urogenitales.
Es por eso que proveer el acceso a agua e implementos menstruales seguros reduce enfermedades del sistema reproductivo y urinario, afirma Unicef.
Agua limpia y saneamiento
La provisión de servicios de agua, saneamiento e higiene es un prerrequisito esencial para la gestión de la higiene menstrual.
En septiembre de 2021, 292.899 mujeres colombianas de 23 ciudades del país y sus áreas metropolitanas tuvieron dificultades de acceso a un baño cercano, privado y limpio para cambiar sus instrumentos de higiene menstrual, según la encuesta Pulso Social del Dane, de las cuales la mayoría estaban entre los 25 y los 54 años.
Pero el problema se agrava en la época escolar. Dice Unicef que “si bien el abastecimiento de agua, saneamiento e higiene son esenciales para la salud y el bienestar de todos los niños y niñas, la baja calidad en el servicio impacta desproporcionalmente a las adolescentes que deben gestionar su menstruación en el colegio”.
Igualdad de género
Las mujeres y niñas durante su periodo menstrual son vulnerables a la discriminación, exclusión y maltrato a causa de mitos, tabúes, eufemismos y silencio frente a la menstruación.
Un estudio realizado por Unicef en 2020 mostró que el 57 % de niñas entrevistadas en cuatro ciudades de Perú ha escuchado burlas o bromas sobre la menstruación en el colegio; y en Reino Unido 1 de cada 7 niñas ha recibido comentarios sobre su limpieza e higiene.
Como posible resultado del silencio frente al ciclo menstrual, miles de niñas experimentan su primera menstruación sin entender su significado. En las áreas rurales del Pacífico colombiano (Nariño, Chocó y Cauca), 45 de cada 100 niñas no sabe o no responde de dónde proviene el sangrado menstrual y 34 de cada 100 dice no saber nada sobre su ciclo.
Más aún, en algunas partes del mundo la falta de educación menstrual aumenta el riesgo de matrimonio infantil, violencia doméstica, desnutrición y complicaciones en el embarazo.
Producción y consumo responsables
A lo largo de su vida, una mujer utiliza entre 10.000 y 13.000 toallas higiénicas y/o tampones, lo que equivale a 65kg de basura no reciclable, un peso superior al de un bulto de cemento (50kg), que tarda siglos en descomponerse.
Dado que una de las formas de cuidar el planeta es hacer más y mejor con menos, una forma de desvincular el crecimiento económico de la degradación medioambiental es reemplazar los productos desechables, como toallas y tampones, por insumos reutilizables, como la ropa interior absorbente y las toallas de tela.
Un paquete de 12 toallas desechables vale $3.800 pesos aproximadamente y tarda entre 300 y 500 años en descomponerse. En cambio, un paquete de 3 toallas reutilizables vale 30 mil y tiene vida útil de 3 años.
Un paquete de 10 tampones vale $7.000 pesos y tarda entre 300 y 500 años en descomponerse. Una copa menstrual de silicona quirúrgica vale unos 70 mil pesos y puede usarse hasta por 10 años.
🩸 Mitos y verdades sobre la menstruación