El día de la reapertura, Leonardo Muñoz, uno de los promotores de lectura de San Ignacio, dijo que entrar al patio teatro del Claustro le recordó un poema del checo Jaroslav Seifert en el que dice que cada día «acaba algo, acaba algo muy hermoso» y al mismo tiempo, cada día «empieza algo, empieza algo muy hermoso».
Durante 25 meses descubrimos en el corazón del centro de Medellín muchas cosas que hoy están en la superficie: hallazgos arqueológicos, pinturas con técnicas antiguas y objetos que los antepasados dejaron para nosotros. Estos espacios serán un lugar de encuentro para las más de 2 millones 800 mil visitas al año que esperamos recibir cuando terminemos la última fase de transformación y que se resumen, como lo dijo Gloria Jiménez, integrante de la Asociación de Mercaderes Ambulantes de la Plazuela San Ignacio, en «un privilegio, la alegría de lo que son 220 años de historia en un edificio renovado que pueda vivir otros 200 años más».
De esta primera fase, se inauguraron en total 21 espacios para la ciudad entre los que se destaca un puente entre el Claustro y el edificio San Ignacio. Un puente que es una metáfora sobre lo que somos en Comfama: un lugar para encontrarse, coincidir y estar más cerca de otros que son diferentes.
Donde una vez estuvo el laboratorio de química del Colegio San Ignacio, hoy se encuentra un espacio para tomarse un café y conversar; por donde pasaba el acueducto hace más de 200 años, está ahora el corredor abrazando el centro del edificio y, después de muchas transformaciones, donde se presentó la primera obra de teatro en Antioquia, se seguirá compartiendo lo mejor de las artes escénicas en el patio teatro, un escenario que puede albergar espectáculos de pequeño y mediano formato, con una capacidad de hasta 600 personas.
Repotencializamos este espacio diseñado para ser uno de los más destacados y dinámicos centros culturales del país, con sentido para el presente y el futuro.