De junio de 2021 a diciembre de 2022, la Alianza empresarial por el empleo de mujeres y jóvenes logró emplear a 3.885 personas.
Esta historia tiene dos protagonistas. Por un lado, Bethsy Falcón, quien llegó desde Venezuela a vivir en un lugar del que apenas conocía el nombre: Itagüí. «¿Qué hacer en un país nuevo?, ¿en qué trabajar?, ¿será fácil trabajar en algo que disfrute?», se preguntaba.
Kutai está al otro lado en esta historia. Es una empresa digital que apli ca ciencias del comportamiento e inteligencia artificial a la adopción de hábitos saludables en la alimentación.
Para esta empresa, las preguntas eran otras: ¿cómo encontrar las per sonas que hagan posible enfrentar esta apuesta en un país con déficit en tecnología como campo laboral?, ¿dónde encontrarlas y no perder la oportunidad? Como un puente, entre ambos, está la Alianza empresarial por el empleo de mu jeres y jóvenes.

Esta surgió durante la pandemia con el compro miso de Bancolombia, Fundación Sofía Pérez, Fundación Fraternidad, Proantioquia, Grupo Argos, Grupo BIOS, Corbeta, Peldar, Acinox, Intersoftware, TCC, Academia Geek, Iluma, Ace ros Mapa, Pragma, Londoño Gómez, Haceb, Linkvest, United Way, Fundación Renault, Distri hogar, Microplast / Coldeplast, y Comfama para promover el empleo formal y sostenible entre mujeres mayores de 16 años y hombres jóvenes; poblaciones que se vieron más impactadas por el desempleo.
En 2022 Bethsy estaba buscando darle un giro a su vida, dejar de esperar a que sus pre guntas se resolvieran solas o no se quedaran sin respuesta y fue así como buscó su propio horizonte laboral. El mundo de la tecnología le parecía interesante, le permitiría trabajar des de cualquier lugar del mundo y vio que era un campo en auge y lo sigue siendo.
Fue así como buscó hacer parte del Bootcamp de desarrollo web que ofrece la Academia Geek, y allí le dijeron que podría estudiar beca da si se postulaba a la Alianza. Le compartie ron un enlace, ella se postuló, se presentó a la entrevista y finalmente fue seleccionada.

Ahí empezó un antes y un después para ella. Meses más tarde, ya estaba becada y frente a una pantalla estudiando Frontend, pero con nuevas preocupaciones como la de enfrentar se con códigos, a palabras, temas y escena rios que jamás había imaginado.
Con esfuerzo y disciplina estudió y practi có en plataformas que meses antes le eran ajenas. Hoy, esta nueva vida le permite «ser quien siempre había soñado ser». Estudió, se capacitó, enfrentó sus temores y trabaja en la empresa Kutai como Frontend.
Así fue como el trabajo unió dos propósitos: ha sido una posibilidad de desarrollo y creci miento y, al tiempo, una vía para romper pa radigmas, porque las mujeres pueden trabajar con la tecnología.