"No es el fin de Colombia, es el inicio de una Colombia que debemos construir juntos": David Escobar
13 de Abril 2023
"No es el fin de Colombia, es el inicio de una Colombia que debemos construir juntos": David Escobar
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Cuando en Comfama parafraseamos a Fernando Savater diciendo que nuestra pregunta no es jamás acerca de qué va a pasar en este mundo incierto, sino sobre qué tenemos que hacer o decir para que pase lo que tiene que pasar, estamos evidenciando una manera de ver el mundo, unos valores, una postura ante la vida.
Somos una organización posibilista, siempre en marcha sin importar lo oscura que pueda parecer una situación o el contexto. Así lo demostramos en la pandemia y así quisimos hacerlo en un año convulsionado y lleno de desafíos económicos y sociales como el 2022.
Nos acompañaron todo el tiempo dos palabras, dos actitudes esenciales, el compromiso social y la perseverancia. Es como si nuestro hábito fundamental como organización fuera el ejercicio deliberado, consciente e insistente de la esperanza.
Ante desafíos en el frente social, cambios radicales en el entorno político y una crisis económica inflacionaria histórica, no nos quedamos lamentando las causas globales y nacionales de cada uno de estos fenómenos; tampoco negamos los hechos ni mucho menos nos dedicamos a victimizarnos o culpar a otros. Decidimos hacernos cargo siendo fieles a una esencia empresarial y social que el año entrante cumplirá sus primeros 70 años. ¡Por algo han perdurado esta hermosa institución y el Sistema de la Compensación Familiar!
Somos una organización de acción, una incubadora de soluciones. Así como en la pandemia nos dedicamos a cuidar la salud, la vida y a proteger empleos, el 2022 fue el año para conectarnos con los más jóvenes, comprender sus dolores y descontentos; para apropiarnos de la causa del cuidado de la salud mental en todas sus dimensiones; para mitigar el hambre de las familias más afectadas por la inflación; para elevar la voz por las mujeres que sufren de la ignorada pobreza menstrual y para, solo menciono un ejemplo simbólico entre una infinidad de programas, consolidar la alianza de Mujeres líderes. También fue el año para mostrar que las empresas de Antioquia son conscientes, compasivas y coherentes, que no paran de transformarse para abrazar el espíritu de nuestros tiempos.
Por otro lado, dos de nuestros más queridos proyectos llegaron a dimensiones extraordinarias. El CESDE, nuestra institución técnica, adquirida en 2019, pasó de menos de 10 mil estudiantes en ese año a más de 71 mil al cierre del 2022, de la mano de las empresas más productivas del departamento. Cosmo Schools, nuestros amados colegios, hoy tienen 10 centros de experiencia y cerca de 3.500 estudiantes. El movimiento para transformar la educación en Colombia se consolida y seguirá expandiéndose.
Lo nuevo, como debe ser, no le quitó potencia a lo existente que sigue teniendo sentido y
energía transformadora. Nuestro programa de Salud y cuidado creció y se expandió. Abrimos 13 centros de salud y ahora son 48 en el marco de nuestra alianza con Sura, incluido el primero por fuera de Antioquia, en Montería. El equipo de Regiones, en alianza con Empresas, llegó a más territorios con oportunidades que pretenden catalizar con ellas el desarrollo de los municipios de toda Antioquia. El proyecto cultural de Comfama expandió su red de festivales. Más que realizar eventos, esta apuesta pretende provocar conversaciones
y alentar la evolución de nuestros valores democráticos, naturalistas y humanistas.
Al Hay Festival se sumaron temas tan importantes como regeneración, teatro y música para conectarnos con lo que nos hace humanos. También nuestras bibliotecas siguieron expandiéndose, porque donde hay libros hay caminos, donde hay lectores hay esperanza.
Jalil Gibrán escribió que el trabajo es amor hecho visible. El nuestro, amplio y profundo, es una permanente declaración de amor por Antioquia y por su gente. Los parques están más hermosos y verdes que nunca, nuestros proyectos de hábitat siguen ganando reconocimientos nacionales e internacionales; también, de las personas que llegan a disfrutarlos.
Retomamos nuestro ímpetu al ser la escuela de formación continua más grande de la región con más de 400 mil matrículas que van desde yoga hasta robótica. Consolidamos nuestra presencia en Crédito con propósito (salud, vivienda, educación, viajes, etcétera), llegando a más de $437 mil millones de cartera. Nuestro programa de empleo conectó empresas conscientes con los propósitos de más de 22 mil personas.
De otro lado, como somos firmes convencidos de que como es adentro es afuera y de que las transformaciones comienzan en casa y en nuestra organización, creamos el primer Consejo (junta directiva) joven de América Latina. Un equipo de 12 jóvenes empleados extraordinarios de Comfama se está formando y participando de nuestras más fundamentales discusiones, una verdadera junta asesora, para conectarnos con el mundo que emerge, gracias a sus voces lúcidas y sensatas.
Nuestra gestión humana, además, podría resumirse en una sola cifra. Nos atrevemos a decir que somos una de las empresas más deseadas de Colombia con casi 135 mil personas que nos enviaron su hoja de vida, sus cartas de amor y esperanza, e hicieron parte de nuestros procesos de selección. Buena parte de nuestro ímpetu de crecimiento surge de que quisiéramos poder recibirlos a todos.
Por supuesto, todo lo que hacemos es posible gracias a la confianza de los más de 114 mil empleadores y los 4.3 millones de trabajadores y miembros de sus familias que respaldan nuestra gestión, y al apoyo de aliados y proveedores que creen en el poder de
las redes de cooperación. Mención aparte queremos darle al trabajo de casi 8 mil personas que hacen parte de nuestra comunidad de idealistas (incluyendo a Cosmo, la Clínica Panamericana y el CESDE), gente hermosa y buena que teje con amor este sueño de conectar la transformación cultural y económica de la clase media, con las mejores empresas para trabajar y florecer, y el compromiso determinado de que la palabra campo deje de ser sinónimo de pobreza y de violencia, y se convierta en símbolo de regeneración y desarrollo sostenible.
Volvamos al inicio para cerrar esta carta que introduce la revista que tienen en sus manos y que es resumen de nuestros sueños y propósitos. Hay una idea que viene dándonos vueltas en la cabeza desde hace unos años: en Comfama decimos que nos gusta trabajar para las
personas insatisfechas con orientación positiva hacia el futuro. La gente echada para adelante, la que se cuida, estudia, trabaja, goza, ahorra y construye su futuro cada día.
Quizás decimos eso porque esta organización es así en su más pura esencia. Cada mañana nos levantamos llenos de preguntas alrededor de cómo servir mejor, de qué está pasando y sobre cómo adaptarnos. Nos gusta, desde luego, preguntarnos qué estamos aprendiendo.
Somos unos insatisfechos permanentes, no porque seamos infelices (gozamos a tope nuestro trabajo), sino porque siempre queremos hacer más cosas y desarrollar mejor nuestra labor.
Afrontamos al futuro con brillo en los ojos, imaginándolo, pensándolo y escuchándolo,
revisando qué nos trae en su mochila para asumirlo con entereza y diciéndole de vuelta: acá tenemos esta idea, este sueño, este propósito. Ojalá sean muchos más años de servicio y de creación de futuros posibles.
Disfruten este documento, no es un informe, es mucho más, porque fue hecho con el alma.
¡Revive este mensaje de esperanza y compromiso que compartió nuestro director durante la Asamblea de afiliados 2022!
Este fue su mensaje:
¡Qué buena energía para una asamblea!, ¿no? Música, esperanza y el poder de la imaginación. Primero quiero darle las gracias a los equipos tanto de Comfama como de proveedores y aliados que hacen posible desde lo técnico y desde lo logístico que estemos en un momento tan extraordinariamente hermoso.
Mi gratitud y mi saludo para los miembros del Foro de Estrategia y Liderazgo que conforman mi familia de oficina y que representan a toda esta comunidad de idealistas de ya casi 8.000 personas que todos los días se levantan con esa idea de saborear la vida y de cambiar un poquito el mundo, de embellecerlo y hacerlo más justo.
Un saludo, por supuesto, a los miembros del Consejo de Comfama: señor presidente, vicepresidentes, gracias por estar aquí. A los delegados de la Superintendencia del Subsidio Familiar, gracias por acompañarnos en un momento tan importante para nosotros. Desde luego, los más importantes, los representantes de los 114.000 empleadores que hacen posible, con su confianza en esta institución, que hagamos todos los años maravillas como las que acaban de ver en este video y las que leerán en nuestro informe informe.
Esta semana me llamó un empresario y me dijo "oíste, David, ¿tienes asamblea?". Yo le dije que sí, que estábamos s úper listos. Y me dijo "¿hay elección de junta de consejo?". Le dije "¡no!, fue el año pasado. Es por un período de cuatro años, faltan tres". Y me dijo, "entonces es de trámite, no es necesario que yo vaya". Entonces ahí le expliqué la importancia de los rituales. Para arrancar, quisiera comenzar por esa reflexión.
Buscando unas ideas que me pudieran ayudar a mostrarles a ustedes la importancia de un ritual y por qué estamos en un momento de la historia donde los rituales están perdiendo su sentido, me encontré una frase del inolvidable autor de El Principito, de Saint-Exupéry, donde dice que los rituales son “técnicas de instalación en un hogar”: el hogar que es Antioquia, el hogar que es Colombia.
Después me encontré esto, de filósofo Byung-Chul Han, que dice dos cosas extraordinariamente poderosas: “los rituales le dan estabilidad a la vida”, saber que todos los años una institución como esta va a presentar su informe nos tiene que dar confianza en el futuro, así como nos da confianza en el futuro saber que nos vamos a encontrar con la familia en Navidad o que vamos a celebrar el solsticio, que vamos a estar juntos para los aniversarios, las navidades y otros momento clave de la vida.
El mismo filósofo dice que “los rituales son símbolos que transmiten comunidad” y eso, en el fondo, es lo que venimos a contarles a ustedes. Esta es una organización que se dedica todos los días a construir comunidad, a construir confianza, a tejer, a conectar, a tender puentes, a abrir puertas.
Cuando pensé qué palabras voy a compartir hoy, más allá de este informe, de esas cifras y de esos hitos, me hice una pregunta y es ¿qué lo que hay que hacer ante el fin del mundo y la debacle nacional?, porque hay mucha gente que está hablando como si el mundo se fuera a acabar y otra que está hablando de una debacle nacional. Hagamos un ejercicio de retrospectiva histórica para entender cómo es eso del fin del mundo.
Como dijimos al principio, esta institución el año entrante cumple 70 años, ¿qué estaba pasando hace 70 años? Que el mundo se iba a acabar en medio de la Guerra Fría, pensábamos que en cualquier momento una bomba atómica iba a acabar con el planeta para siempre; la Revolución cubana, que para unos era el fin del mundo y para otros era el principio de otro; la postguerra mundial; en Colombia lo que dolorosamente hemos llamado desde nuestra perspectiva histórica La Violencia; estábamos en medio de un dictadura militar. Y mientras eso, ¿qué pasaba? Había una gente, empresarios, artistas y líderes sociales actuando diferente frente a ese fin del mundo. Aparece la vacuna contra la polio, la televisión a color, las tarjetas de crédito y, algo muy importante para los que amamos la fantasía, aparece Disneyland.
En Colombia, Obregón, Grau y el gran Lucho Bermúdez se tomaban el mundo con su arte y con su música. Ramón Hoyos hacía historia como ciclista y en Antioquia había una gente, ¡locos!, porque el mundo y el país supuestamente se iban a acabar, que se sientan y dicen y “¿por qué no nos inventamos un Comfama (eso fue en el año 54)?”, “¿y por qué no nos inventamos (en el año 55) una EPM?”, “¿y por qué no nos inventamos (en el año 60) una Universidad EAFIT?”. Eran iniciativas lideradas por trabajadores de esta región y por la ANDI. Y aparecían empresas a punto del fin del mundo: metalmecánicas, químicas, textiles, de alimentos, la primera exportación de cemento de Cementos Argos fue por esos años.
¡El mundo se iba a acabar, el país se iba a acabar y había una gente creando, inventando y emprendiendo!
Y hace 40 años, ¿qué estaba pasando? También se iba a acabar el mundo y también estábamos frente a una debacle nacional, supuestamente. Chernóbil, el muro de Berlín… otra vez: para una gente el fin del mundo y para otra, el inicio de uno nuevo.
Y en Colombia fue una década muy dura. La toma del Palacio de Justicia, la tragedia de Armero, la muerte de Luis Carlos Galán. Me acuerdo dónde estaba sentado el día que lo oí por radio. En ese momento parecía que los narcotraficantes iban a ganar, pero, de nuevo, ante el fin del mundo y la debacle nacional, había una gente en el mundo empresarial, en el artístico y muchos líderes sociales creando soluciones.
El primer celular de Motorola que nos cambió la vida para siempre y Windows 1.0. Mientras tanto, Gabriel García Márquez se tomaba el mundo, Fernando Botero embellecía las ciudades más importantes del planeta y Joe Arroyo tocaba el cuerpo y el alma de muchísima gente. ¡Hasta Shakira empezó a ser famosa desde esa época!
Y había gente en Medellín que se sentaba y decía, “¿y qué tal si nos inventamos la Fundación Bertha Martínez, que celebró sus cuarenta años?”, “¿y por qué no nos inventamos Filarmed para llevar la música sinfónica a toda Antioquia? Como el mundo se va a acabar, hay que disfrutar la música”, "¿y por qué no nos inventamos Interactuar para llevar el emprendimiento y el crédito a todos los rincones de nuestra geografía?”, “¿o la Fundación Aurelio Llano para desarrollar el campo?”, “¿o Antioquia Presente para mitigar el dolor de las tragedias naturales?”.
Nacieron muchas fundaciones creadas por empresas y empresarios por aquella época.. ¡Increíble, el mundo se iba a acabar y la gente creando!
Y hace tres años el mundo sí que se iba a acabar. Era el Apocalipsis, ¿cierto? Llegó la pandemia. Nos vamos a morir todos. Vamos a morir en la casa, encerrados. No solo en Colombia, en todo el mundo. Y aparecen unos científicos que desarrollan las vacunas de RNA y transforman para siempre, desde la ciencia, la salud humana. Fueron científicos y empresas trabajando juntos ante el fin del mundo.
¡Qué maravilla nuestra especie! Nace Rappi que, con todas las polémicas que pueda tener es una compañía interesantísima, que captura una inversión impresionante; Habi y Chiper, otros emprendimientos; la Andi, ProAntioquia, empresarios, Sura y Comfama se organizan de manera inédita para responder a la pandemia y le dimos ejemplo al país y al mundo. Trajimos la oxígenoterapia, coordinamos esfuerzos público-privados para que no faltaran unidades de cuidados intensivos. El número, la cifra de la Asamblea General de Afiliados Comfama de 2020 fue 700, pero no porque hubo 700 mil millones ni 700 mil matrículas, sino porque fueron 700 vidas que salvamos juntos, solo nosotros, sino organizándonos con otros ante el fin del mundo y ante el fin del país.
Ahí que hago una pausa y digo, pero venga, ¿esto porque pasa?, ¿que es lo que hay detrás?, ¿por qué hay gente que no se echa a morir frente al fin del mundo y le hace frente a la supuesta debacle nacional? Porque tienen una mentalidad, porque creen que los valores se pueden modificar desde el ejemplo, porque trabajan en la cultura y ahí es donde tiene sentido lo que hacemos nosotros, todo empieza a cobrar sentido.
Por eso es por lo que nosotros hablamos de mentalidad de clase media, que es mucho más que la mentalidad de gente echada para adelante (aunque la contiene), porque también hay cuidado y respeto por el otro y por la naturaleza. Este es, sobre todo, un llamado a los líderes, los líderes de la mentalidad que debemos desarrollar, como dice Carlos Ignacio Gallego, el presidente del Grupo Nutresa, uno de los empresarios más queridos de este país, “una visión positiva del futuro”: esa es la responsabilidad nuestra como líderes.
Y por eso, palabras como compromiso, perseverancia y confianza tienen sentido en esta reunión. Por eso nos gusta la frase que la pandemia popularizó de Savater: “uno no debe sentar a preguntarse qué es lo que va a pasar, sino qué es lo que uno tiene que hacer, para que pase lo que tiene que pasar”.
Y es cierto que estamos frente a un fin del mundo, pero yo les propongo cambiar ahí una palabrita: no es el fin del mundo, es el fin de un mundo.
No entendemos todavía que el cambio de rol de los Estados Unidos en el planeta va a cambiar para siempre la cultura, el comercio, las relaciones entre los seres humanos. Entonces es el fin de un mundo. Y también hay que reconocer que no es el fin de Colombia, sino el fin de una Colombia y el principio de otra, una Colombia que tenemos que construir juntos. Tampoco es el fin de Antioquia, ni más faltaba, porque para eso estamos aquí, por más que haya cambios en la política y en las empresas.
Y me detengo un minuto a hablar de las empresas de Antioquia). Ayer me decía un periodista, “¿cuál es la cifra más importante de la asamblea Comfama?” Yo le dije que, antes de hablar de Comfama, quiero hablar de las empresas de esta región. El año pasado, las empresas de Antioquia, estas 114.000 y otras más, crearon 74.000 empleos formales y llegamos en total a 1’720.000 empleos formales. Para que tengan una idea, en febrero, antes de empezar la pandemia, teníamos 1’600.000. Quiere decir que el crecimiento económico de los últimos dos años, las empresas de esta región lo convirtieron en empleo y en valor social.
Entonces, ¿para qué echo todo este cuento?, ¿cuál es el papel de Comfama en esta historia? Yo creo que Comfama, con humildad y entendiendo su dimensión y su alcance, que no es infinito, pero es inmenso, lo que está tratando es dar ejemplo e inspirar:
Ahora estamos discutiendo en el Congreso de Colombia reformas de salud (en plural, porque hay muchas), pero Comfama de la mano de Sura y de la red de salud de esta región, ya venía haciendo la reforma a la salud, ya la hizo sin tener que cambiar la norma, hackeando el sistema, poniendo por encima el talento humano en salud. Tenemos los mejores indicadores de compromiso y de clima laboral y de los menores indicadores de rotación del país en el talento humano de salud. Ya estábamos demostrando que se podía tener buena salud en los municipios pequeños y rurales, con buenos indicadores de servicio y con sostenibilidad. Y ya habíamos puesto por encima la prevención, el cambio de hábitos y la atención primaria. Está bien que haya ajustes al sistema de salud desde lo regulatorio, pero lo de nosotros era la acción y estamos absolutamente comprometidos con que, apenas se apruebe la reforma que se apruebe, volver a meter el pie en el acelerador de nuestro proyecto de salud, llevarlo a todos los rincones de este departamento y, como vieron, a otros lugares de Colombia, como estamos ya en Montería.
Hay gente que se sienta a hacer análisis y dice ¿por qué la educación no funciona en Colombia? Ellos escriben libros extraordinarios y lo que nos toca a nosotros es decir cómo sí puede funcionar la educación básica en Colombia. Por eso en el 2020 abrimos el primer colegio de Cosmo y cerramos el año con 3.500 estudiantes matriculados en diez centros y estamos trabajando para llegar en el año 2030 a más de 25.000 estudiantes. Pero lo importante no es los 25.000 estudiantes, que son muy importantes. Lo importante es que estamos inspirando a los colegios públicos y privados que nos rodean y preparando a los maestros para el futuro de este país.
Hay una gente tratando de entender por qué la educación técnica no está a la medida de necesidades de las empresas, y por qué nuestras instituciones públicas, que tienen esa responsabilidad, no funcionan como deberían funcionar. Nosotros traemos al CESDE a hacer parte de esta familia y pasamos de menos de 10.000 estudiantes a más de 70.000 estudiantes, nos multiplicamos por siete en tres años. Y lo llevamos a las regiones y ya nos estamos preparando para llevarlo a otras ciudades de Colombia, de la mano de otras Cajas de Compensación con las que tenemos una afinidad, sobre todo ética.
Y siguen apareciendo los que dicen que el campo colombiano tiene que quedarse pobre, violento e informal. No es que no haya dificultades, pero nosotros desarrollamos un paquete de servicios, oportunidades y trabajo con las empresas que llamamos jalonadoras de cada una de las regiones del departamento: mineras, de infraestructura, agroindustriales, gente comprometida con el desarrollo. Hoy, si el área de regiones de Comfama fuera una Caja de Compensación, sería la caja número 20 del país, para que tengan una idea, y hay 43. ¡Solo lo que pasa en la ruralidad antioqueña ya tiene 305.300 mil personas beneficiadas! Y venimos a acelerar el proyecto de Biosuroeste, que es un proyecto en equipo, con alcaldes, fundaciones, empresas, para mostrar que no solo en el campo hay oportunidades, sino que puede haber desarrollo económico regenerativo que respete el medio ambiente y lo regenere.
Y, por supuesto, en un momento súper difícil, donde las instituciones culturales están “pasando trabajos”, como decimos los paisas, y nos estamos haciendo la pregunta de para dónde van los valores de esta región y de este país, nosotros ponemos todo nuestro esfuerzo, todas las capacidades y toda la plata que podemos poner en nuestro proyecto cultural, que no es un proyecto solo de artes, letras y libros, que lo es, sino que también es un proyecto de ideas y de sueños, de una intención desde la más profunda confianza en el futuro de que esta región evolucione sus valores, cuidando lo mejor de los valores del pasado, transformando y entendiendo el espíritu de los tiempos para que podamos vivir en paz, para que podamos seguir creciendo, para que podamos seguir aprendiendo, para que aprendamos a respetar la naturaleza. Y por eso arranca la red de festivales, la red de teatros, cada vez publicamos más libros, cada vez abrimos más bibliotecas. Pero “el mundo se va a acabar”. ¿Se acuerdan de eso? ¿El mundo se va acabar?
Entonces el planeta también se va a acabar porque el cambio climático va a agotar el agua, se extinguirán las especies y se dañará el clima en los rangos en los que nuestra especie y otras pueden vivir. Y mientras tanto, nosotros no sembramos árboles sino bosques. Arví, de toda la vida, Biosuroeste, Cerro Tusa, la Samaria en el Magdalena Medio y vienen muchos más.
Hay una gente sentada aquí, y esa es la confianza que les quiero transmitir a ustedes, que no está sentada esperando a que el mundo y el país se acaben, sino que se está haciendo esa pregunta, la de qué debemos hacer nosotros.
Esta semana leía a uno de los políticos que más admiro, John Adams, que fue presidente de los Estados Unidos, y decía que “las grandes necesidades invocan grandes virtudes” y esto es lo que nosotros hemos hecho aquí y lo que seguimos haciendo todos los días: trabajar para que estas grandes necesidades involucren lo mejor de nuestras virtudes y de las de las empresas, las familias y los trabajadores de Antioquia.
¿Dónde están esas grandes virtudes en estas empresas? Vamos a buscarlas, vamos a cultivarlas, vamos a llevar el concepto de capitalismo consciente a su máxima expresión, porque ustedes no solo son empresarios o representantes de empresarios, ¡ustedes son líderes sociales!
Así los vemos nosotros y por eso la invitación es esta, y con esto termino, con una frase de Martin Luther King que acompaña el cierre de nuestro informe anual: “si no puedes volar, entonces corre. Si no puedes correr, entonces camina.Si no puedes caminar, entonces gatea. Pero hagas lo que hagas, tienes que seguir adelante”.
Ese es el mensaje que les quiero transmitir de despedida. Primero, para que no se preocupen. El mundo no se va a acabar. Ya se dieron cuenta, ¿cierto? Y el país no se va a acabar. Lo que están es cambiando, y lo que no podemos hacer ninguno de nosotros es quedarnos quietos. Gracias.
Conoce nuestro informe 2022
Logros, cifras, reflexiones e historias de un año para reafirmar nuestro compromiso y cultivar la perseverancia.