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Más que un informe

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Más que un informe

Lo intuíamos desde el 11 de marzo de 2020, cuando en el Comité de Crisis de Comfama tomamos la decisión del cierre de todas nuestras operaciones en parques, sedes educativas, centros de Acondicionamiento físico y oficinas. Lo que estaba pasando en el mundo era muy serio y no sería de corta duración. Sin embargo, nadie se imaginaba la historia que vendría. Casi un año después, parece increíble todo lo que hemos vivido. Por eso, este no es un informe de gestión normal, con unas cifras, unos presupuestos y unas declaraciones de intenciones. Todo eso es importante, pero en Comfama creemos que hay algo todavía más importante.

Las crisis sirven para descubrir quiénes somos realmente, para saber de qué estamos hechos, para sacar lo mejor que tenemos en la mochila, para diferenciar lo sustantivo de lo adjetivo. El 2020 fue el año para la búsqueda interior, la conexión con el propósito y la evolución acelerada. Con esta edición especial de la Revista Comfama queremos contar esa historia, o esas historias, en plural, porque nuestra organización camina de la mano de miles de empresas heroicas que crean valor diariamente para toda la sociedad y más de un millón de familias definidas por la resiliencia, el coraje y la esperanza. Esta vez quisimos contar sus historias, que son de alguna manera, también, las nuestras.

En 2020 aprendimos, recordamos sería tal vez un término más preciso, que estamos hechos para cui-dar y para enseñar a cuidar. Cuidar la salud, cuidar el empleo, cuidar al que sufre, cuidar al que cuida, cui-dar las empresas, cuidarnos para, en el futuro, seguir cuidando. Hasta 2019 hablábamos de consolidación y expansión de la clase media, pero ante la emergencia, nos conectamos de inmediato con la idea de cuidarla y de cuidar la fuente de donde esta emana: nuestras queridas empresas.

Con el cuidado viene también la compasión, esa unión de la empatía y el compromiso para mitigar el dolor del otro. Como dice nuestro amigo Henry Arteaga, el JKE, líder de Aranjuez y de Medellín, comprendimos que estábamos en el año para servir y decidimos encarnar la solidaridad, uno de nuestros valores fundacionales, como si en ello nos jugáramos la vida, quizás porque así era.

Por otro lado, nos sorprendió evidenciar que somos más ágiles y digitales de lo que pensábamos, que somos capaces de vivir según el espíritu emprendedor que tanto admiramos. Esta crisis larga nos sacudió, nos mostró un mundo nuevo, nos energizó y nos transformó para siempre. Ahora sabemos que aquello de cuidar se puede hacer en las casas, por el teléfono, desde las redes, a través del mundo digital. Descubrimos que somos capaces de crear nuevos productos en semanas, de adaptarnos y responder con rapidez ante la más sorprendente adversidad.

Frente al miedo natural a dejar de existir, y que afrontamos todas las organizaciones, decidimos, de manera audaz y con el apoyo pleno de nuestro Consejo Directivo, ser posibilistas e hicimos de la esperanza una responsabilidad. Podríamos haber despedido a miles de empleados, dejar de ejecutar nuestros más importantes proyectos, haber ahorrado en servicios esenciales para la gente; podríamos, además, haber esperado a ver qué pasaba ante tanta incertidumbre. Pero escogimos otra vía: en lugar de frenar o huir, profundizamos nuestra estrategia o, para decirlo de otra manera, nos adaptamos, conservando nuestra más pura esencia.

Decidimos hacer más, inventar formas nuevas de servir, con subsidios y servicios para el desempleo, telesalud, créditos empresariales, educación virtual; llevamos el juego, la cultura y el arte a Internet; seguimos creando hábitat y protegimos la salud mental; decenas de nuevos servicios vieron la luz en pocas semanas para mitigar el sufrimiento de miles de familias y acompañar su esperanza. Ante la emergencia, nos elevamos por encima de la tormenta con la convicción de estar haciendo lo correcto.

Nuestra aspiración, por esta razón, es que un día en el futuro, en 10 o 20 años, miremos hacia atrás y podamos afirmar que hicimos todo lo posible e incluso algunas cosas que parecían imposibles, que estuvimos a la altura de los fundadores de Comfama, los creadores de la compensación familiar, de sus ideas de solidaridad, responsabilidad social y de respeto por la dignidad humana.

A nuestro equipo extraordinario, que se esforzó como nunca en este año excepcional, debemos, por supuesto, agradecerle. No existen palabras para tanto cariño, para reconocer su compromiso con nuestro propósito superior. Esa idea de que, si uno cuida a sus trabajadores ellos cuidarán luego de la empresa, se quedó pequeña al lado del esfuerzo de la comunidad de idealistas de Comfama. Hicimos tantas cosas que esta revista apenas alcanza a recoger unas pocas que representan este año inédito. Lo hicimos, además, cuidando la sostenibilidad futura de esta institución, ahorrando cada peso en gastos no esenciales para proteger el empleo y minimizar las pérdidas que podrían haber lesionado irremediablemente nuestros sueños de futuro.

Este no es un informe, este es el relato de 4.800 héroes y heroínas que conforman a Comfama y de los más de 5.000 mil empleados de nuestros proveedores y aliados que expanden nuestra capacidad de servir.

Quisimos contar historias no exentas de épica, llenas de poesía y rebosantes de humanidad. Decidimos no hacer un informe, en el sentido tradicional del término, pero si tuviera que hacerse de una forma más «empresarial», podría resumirse más o menos así:

  • 700 vidas humanas¹ ayudamos a salvar en 2020.

  • 69 mil subsidios mitigaron el desempleo de las familias que recibieron en total unos $124 mil millones, aportados por los empleadores antioqueños.

Y si hubiera espacio para decir un par de cosas más, el informe debería reportar que:

  • De la mano de las organizaciones culturales de Medellín creamos #ElPoderdelaCultura para mantener vivos el arte, la música, el pensamiento y la esperanza. Invertimos en proyectos culturales $39 mil millones y tuvimos 501.159 asistentes virtuales en los contenidos de la agenda cultural y del Claustro.

  • Nos entusiasma que las personas busquen trabajar en organizaciones con propósito. Tal vez por eso 123 mil personas, de muchas partes del país y del mundo, se postularon a nuestros procesos de selección, convirtiéndonos en uno de los emplea-dores preferidos de nuestra región.

  • Entregamos $194 mil millones en créditos porque confiamos en el futuro de las personas y de las empresas.

  • Celebramos el amor de los empleados de Comfama hacia su organización porque nuestro indicador de clima organizacional llegó a 97 sobre 100 puntos.

  • Fuimos mentores y compañeros de 22 mil personas ante el flagelo del desempleo.

  • Pasamos de 206 a 54 mil matrículas virtuales en educación para la vida y conservamos el estudio de 8 mil estudiantes del CESDE.

Todo esto es posible gracias a la confianza que tejemos cada día, la moneda más valiosa en este tiempo de crisis social, política, económica y sanitaria.

Por eso agradecemos a los más de 100 mil empleadores y empresas conscientes por su confianza en nosotros, a los 3.7 millones de personas que usan nuestros servicios, a SURA EPS que nos permite ser la IPS de 1.3 millones de sus afiliados y a más de un millón de trabajadores, plenarios e independientes que hacen parte de nuestra organización porque creen en el futuro.

En algún texto de filosofía oriental dice que los momentos más difíciles de la vida no son solamente pruebas, sino entrenamientos para lo que viene. Quizá por eso, al comenzar este 2021, el año de la vacuna contra el virus, el de la re-activación económica, cultural y espiritual de Colombia, nos sentimos fuertes y listos para seguir creando, educando, promoviendo el progreso social y el cui-dado de la vida, para hacer lo que más nos gusta: construir, como artesanos, un pedacito del futuro.

¹Dato estimado. Unas 700 personas más habrían fallecido si la población afiliada a Sura EPS cuidada por Comfama hubiera tenido la mortalidad del COVID-19 promedio en Colombia.