De Brujas a Magas, todas juntas
03 de Julio 2022
Mujer
Una palabra que define los matices de la historia de tu vida. Define los tonos, define el esfuerzo, define los temores y también define el carácter, el leguaje y la entonación de tu voz para hablarle al mundo. Nacer con energía femenina como la energía preponderante es un privilegio; y digo preponderante es porque todos, hombres, mujeres y personas de otros sexos e identidades, tenemos ambas energías, solo que el género o la identidad sexual determina cual nos rige en mayor medida. También es un regalo del universo que trae consigo grandes desafíos y que históricamente ha significado un esfuerzo casi inhumano para muchas, al punto de parecer un castigo divino.
A lo largo de nuestra historia las mujeres hemos sido quemadas por ser vistas como brujas, maltratadas por ser considerarlas menos que los hombres, comercializadas y discriminadas.
La energía masculina es la que protege y provee, muy importante, pero la energía femenina es la que crea, la que genera vida. La masculina se siente cómoda con un propósito, poniendo el foco hacia un destino para correr hacia él y la femenina está en mayor contacto con sus emociones, pues su objetivo principal es recibir y entregar amor.
Me atrevo a decir que ambas energías son fundamentales y juntas generan un espacio energético con todo el potencial de crear valor para un mundo más humano y, porque no decirlo, más mágico.
Magia
Conjunto de conocimientos y prácticas con los que se pretende conseguir cosas extraordinarias con ayuda de seres o fuerzas sobrenaturales. Yo estoy convencida de que todas las mujeres tenemos una bruja interior, pero no como las de las películas o dibujos animados que eran viejas, feas, malvadas y con sombrero en punta. Una imagen muy conveniente para quienes, desde la religión, buscaban generar temor del poder femenino.
Llevamos dentro una bruja con una psique que tiene el potencial de sanar, de crear y de conseguir cosas extraordinarias. El problema es que hemos escondido ese poder por miedo a ser perseguidas en la antigüedad y en la actualidad, por miedo a ser juzgadas y excluidas.
Este maravilloso poder se cultiva y explota con la fuerza y la seguridad que da la tribu femenina. Sí, las mujeres brujas crecemos exponencialmente nuestro poder y cultivamos las bondades de la energía femenina cuando estamos juntas, cuando compartimos nuestras experiencias y conocimientos para que las más jóvenes o iniciadas aprendan y toda la tribu proyecte su potencial.
Yo he tenido la fortuna de tener varias de estas tribus que me han trasferido sus conocimientos, pero, sobre todo, me han permitido entender ese poder y dejar el miedo atrás.
Mi primera tribu está conformada por mi familia, crecí en un hogar como la menor de cinco hijas al lado de la mamá matrona. En ese edén amoroso en medio de un exterior violento de la ciudad de Medellín, aprendí cómo aliviar un dolor con el calorcito de las manos, aprendí a mezclar hierbas para hacer remedios naturales para el cólico y otros dolores del cuerpo y del alma, aprendí algunos secretos para interpretar los sueños y leer la mano. Aprendí, a punta de dichos y refranes populares, lo que es bueno y lo que es malo, como por ejemplo “Al que entre la miel anda, algo se le pega”, muy utilizado por mi mamá para decirme que tenía que escoger muy bien mis amistades.
Vivir en esta tribu no siempre fue fácil, hasta entrada la adolescencia pensaba que dos de mis hermanas me odiaban, Sandra y Astrid con quienes peleaba todos los días, en cambio Diana, Claudia y mi mamá eran cada una, con su estilo, mis hadas madrinas. Un día entendí que mis hermanas no me odiaban, solo se divertían y experimentaban con su hermanita menor, jugando un poco a las mamás o a las mujeres de mundo con otra que ni entendía sus travesuras.
Rituales
El mejor momento para practicar la alquimia eran las comidas, desde la preparación de deliciosos platos en la cocina al lado del comedor, hasta las charlas interminables por lo general en el desayuno que se alargaba con el almuerzo. Allí se hablaba desde cólicos menstruales hasta las historias del barrio, pero mis historias favoritas eran las de los novios, esas me llenaban de curiosidad, allí empecé a aprender secretos de cómo enamorar y también de, como dice mi mamá, cómo hacerse querer y respetar.
Esta tribu me enseñó a ser una mujer fuerte y valiente, me enseñó a quererme a mí misma para poder querer a los demás y, sobre todo, me enseñó a escuchar esa voz sabía que está dentro de mí, la intuición. Al principio me asustaba, era demasiado fuerte y capaz de ver más allá de las imágenes y escuchar más allá de los sonidos. Empecé a esconderla por miedo a parecer rara, pero mi mamá insistía en que debía alimentarla y potenciarla porque no era un poder de brujas, sino un don de las magas blancas, y una maga es una mujer que hace magia.
Magas
Mujeres conectadas con la tierra, curanderas que conjuran fuerzas superiores, con conocimiento de plantas y el poder de los metales, las piedras y las energías. Conectadas con el mundo espiritual y con la habilidad de mover las energías a su favor.
Mi siguiente tribu fue en el colegio, estudié en uno femenino con nombre de virgen española. Allí yo misma creé una tribu de más o menos cinco mujeres bastante diferentes entre sí, tenía muchas amigas, pero mi tribu era pequeña. Cada una trajo desde su casa muchos y muy diversos conocimientos sobre la vida y cómo debíamos enfrentarnos a ella.
En esta tribu invocamos amores y otros espíritus, pero, sobre todo, nos dimos seguridad para empezar a vivir esa vida que tanta curiosidad nos generaba y también tantos miedos al fracaso o al engaño. Puedo decir que esta es la tribu que me ayudó a explorar y descubrir el mundo.
Hoy en día mantengo estas dos tribus que me recargan cada que necesito volver a lo esencial, para reencontrarme con quién soy en lo profundo del ser, pero sume además otras tribus con mucho color.
Las de mi trabajo, las más brujas. En esta mágica tribu se habla de aceites esenciales, de alimentación, de meditación. Se habla de la energía que sale del útero como centro energético de la mujer. Se habla del apego y el desapego, del poder de elegir, de las particularidades de los hombres. También hablamos de discriminación y de algunas enfermedades de nuestra psique que todavía nos jalan hacia miedos que, en ocasiones, nos devuelven a tiempos en los que no creíamos en nuestro poder. Pero la tribu nunca falla, siempre está ahí para hacer las preguntas correctas que a veces con dolor y rabia, pero también con serenidad, me llevan a reencontrar a mi maga interior, fuerte e intuitiva. Esta es la tribu de crecer y redescubrir.
Y tengo finalmente la tribu de la sanación, la de las amigas de la vida, esas son menos, en mi caso son tres. Se habla de trabajo, de la familia, de ropa, de libros, de viajes, se habla de hombres, de sexo, del pasado y del futuro. Podemos ser crueles entre nosotras, a la misma vez que somos amorosas. En esta es donde soy más auténtica, donde muestro mi vulnerabilidad sin temor y con la confianza de que, al calor de un buen vino y conversaciones álgidas, siempre terminamos como buenas brujas, riéndonos a carcajadas y encontrando fórmulas para estar mejor, más felices y en mayor control de nuestras emociones, que solo se pueden comparar con un volcán o una montaña rusa.
Con el tiempo me di cuenta de que se crean nuevas tribus para trasferir el conocimiento y la experiencia, y en el proceso se sigue aprendiendo. Llegan las canas que seguramente son las marcas del paso de brujas a magas, donde entendemos que nuestro poder radica en la posibilidad de entregar amor, para curar, para crear y para sanar. Recuerdo a mi mamá hablándome del don de la maga blanca, hoy ya sin temor y en una sensación de plenitud.
Hoy tengo una nueva tribu, con Diana mi hermana mayor y mi sobrina. Yina se divorció hace unos meses y eso nos ha dado para buscar maneras de despertar su energía femenina, buscando su empoderamiento y el fuego de la pasión, perdido por esconder su poder por tantos años. Puedo decir que poco a poco y con la dificultad propia de las enfermedades del alma, ella va sanando sus heridas y despertando esa fuerza interior que crea y genera nuevos sueños de vida.
¿Brujas o magas?
Un poco de ambas, una es la evolución de la otra y la magia y la alquimia fueron la base de la actividad científica en la Edad Media. Entonces ¿por qué temer? Mejor saborear y disfrutar sus delicias, juntas, como tribu femenina, para explotar e irrigar un poder que hoy, más que nunca, puede alimentar y revitalizar el mundo.

Paola Mejía es responsable de empleo y emprendimiento de Comfama, quien además hace parte del programa Mujeres Líderes en alianza con Proantioquia.