La confianza en que todo puede ser mejor
18 de Diciembre 2020
Desde pequeña Ana María Vélez cultivó un espíritu de emprendedora que sorprendía a familiares y amigos. En el colegio, profesores y compañeros eran los principales clientes de productos que, aunque caseros, se convirtieron en esa primera prueba de que con ideas y disciplina podía impulsar no solo sus ingresos, sino también la confianza en sí misma.
Según los más recientes resultados de la Encuesta Mundial de Valores, la cual cuenta con el apoyo y acompañamiento de Comfama, un grupo cada vez más grande de personas ha dejado de lado su desmedido énfasis en garantizar su seguridad física y económica. Ahora sus prioridades han cambiado, teniendo como referencia el bienestar subjetivo y la calidad de vida.
El valor de la confianza y autoexpresión es de gran importancia para la sociedad actual y Ana María, tal vez adelantándose a su época, lo entendió hace un buen tiempo. Un pequeño curso de elaboración de empaques fue el inicio de su vida como trabajadora independiente, que aún hoy conserva. Comenzó con un capital de 100.000 pesos y una amplia dosis de optimismo, conocimiento, imaginación, entusiasmo y propósito.

Un pequeño emprendimiento de eventos, decoración y fiestas infantiles, articulado con su profesión como diseñadora gráfica, se convirtió en la base para que el voz a voz hiciera su magia. Por décadas fue reconocida y solicitada en este gremio, hasta que llegó el Covid- 19, su cuarentena y su preventivo distanciamiento físico como medida de cuidado. Continuar con su negocio se convirtió en todo menos viable.
Los resultados arrojados por la séptima ola de la Encuesta Mundial de Valores muestran una sociedad con intenciones en proceso de cambio. Antes de la pandemia, la prioridad era el crecimiento económico. En la nueva normalidad muchas cosas han cambiado, la supervivencia y “el rebusque” son los protagonistas.
Para Ana María, la palabra reinvención no es nueva. Conjugarla ha sido una constante en su vida. Una quiebra había dejado en su corazón la semilla de la resiliencia y la confianza en el porvenir. Ante la aparición y propagación del virus en el mundo, ella intuyó un futuro incierto para su negocio, pero la angustia no la atemorizo y resolvió comenzar a vender aguacates de la finca de su cuñada a sus amigos y conocidos.

"¿Y también tienes limones? ¿de casualidad no cultivas café?", comenzaron a decirle sus crecientes clientes. Ella no tenía, pero la finca campesina del lado sí. Haciendo nuevos acuerdos con los productores de la región y uniendo voluntades, Ana terminó creando una pequeña red de comercio de alimentos de Fredonia a Medellín. Hace poco, durante una noche de “cuentas”, descubrió que ha transportado más de 4 toneladas de vegetales en su pequeño sprint.
La Encuesta Mundial de Valores nos demuestra que los valores sociales se han revaluado, pero la confianza en las instituciones, el capital social y la participación continúan a la baja. Por ejemplo, cuando se habla de la confianza en la familia, los resultados son:
Clase baja: 68%
Clase media: 68%
Clase alta: 75%
Pero esta confianza se deteriora en las tres clases cuando se trata de otros grupos, como los vecinos, (7%, 9% y 10%, respectivamente). Ana María pertenece a este pequeño porcentaje que confía en sus vecinos y en las personas cercanas.
“Y cuando todo esto pase, ¿qué?”, es algo que nos hemos preguntado muchas veces por esta época. Ana María, por su parte, ha pensado en continuar con sus dos emprendimientos, recordando su época universitaria cuando uno de sus profesores la llamó “cucaracha”. Al principio, lo sintió como un insulto. Tiempo después entendió que él estaba elogiando su capacidad de sobrevivir, adaptarse y no dejarse vencer.
