Sabíamos que era imposible atraparlo, encasillarlo o definirlo; que sus límites eran difusos, que su rostro era múltiple y que cada tiempo fabrica su propio revestimiento para tener la ilusión de retratarlo. Por eso acudimos a una pregunta que a la vez eran muchas: “¿Qué será el amor?”. Con esta primera piedra conceptual y la intención de que este interrogante generara muchos más, llevamos a cabo el primer Festival de Filosofía Comfama, que, en efecto, nos entregó más preguntas y rutas para seguir explorando ese motor existencial que nos mueve en todos los ámbitos de la vida, llamado amor.
Y es que, cómo dudarlo, el amor nos moviliza y nos convoca: prueba de ello fueron las más de 2.500 personas que asistieron a las diferentes actividades y las más de 5 mil entradas registradas en los diversos escenarios (teniendo en cuenta las personas que fueron a más de un evento). Auditorios llenos, aplausos, un público que interactuó con los 25 invitados nacionales e internacionales, lecturas, películas, música; este festival fue una exaltación de la palabra hablada, cantada y leída. Tres días que nos dejan una gran satisfacción y la evidencia de cómo el diálogo derivó en una urdimbre hecha de preguntas. Veamos algunas:

¿Qué tipo de atención implica el amor?
Carlos Javier González Serrano señaló cómo en las relaciones amorosas entra en juego un tipo de atención que debe estar más enfocado en la condición de "otro" del ser amado, que en esperar algo determinado de este. Algo que también se conjuga con la empatía, entendida como lo que va más allá de ponerse en la posición del otro y se relaciona con “vivenciar” aquello que el otro experimenta. Dicha atención también implica, según Alma Delia Murillo, entender que en nombre del amor se han cometido grandes injusticias y horrores, de modo que siempre habrá que cuestionar qué tipo de atención exige el amor.
¿Cómo dialogar hoy con la concepción clásica del amor?
Aquello de “buscar a alguien que me complete” o hallar la “media naranja”, derivado de la idea platónica del amor como remedio a una falta originaria, que ha estado en la raíz del pensamiento occidental, representa un postulado que estamos llamados a interpelar, según invitados como Daniel Castaño o Juliana Acosta: se trata de imaginarios que debemos superar para hacernos nuevas preguntas y dejar atrás aquello de que el amor está predestinado. Proponen dudar de las concepciones tradicionales del amor que están cimentadas en la posesión y son caldo de cultivo para conductas violentas.
¿Cómo el sistema en que vivimos determina el amor?
Para Pedro Carlos Lemus, aunque hay una liberación del amor en el mundo contemporáneo, cabe preguntarse si la lógica del consumo no permea también las relaciones amorosas: ¿estamos los amantes inmersos en la dinámica de consumir y desechar? Algo paralelo propuso Alexandra Kohan al advertir que estamos llamados a pensar las relaciones por fuera de la lógica del mercado: “no podemos tratar el amor como una compañía de seguros”. Kohan resaltó la importancia de asumir la complejidad del amor.
¿El amor es simplemente un truco de la naturaleza?
En la grabación del pódcast Shots de ciencia, Efraín Rincón e Ignacio Galán propusieron que, en últimas, el amor romántico siempre tiene fecha de caducidad, pues se trata de una estrategia biológica de la naturaleza para perpetuar la especie. Algo parecido sostenía Luis Muiño al afirmar que el amor romántico es una adicción que dura unos 2 o 3 años, diseñada para que permanezca mientras se crían los bebés humanos. Bajo este panorama, ¿Qué hay después del amor romántico? ¿Cómo incluir otro tipo de motivaciones?
¿Es real el amor con robots o inteligencias artificiales?
Para Jonathan Echeverri, las nuevas formas de vinculación afectiva con entes no humanos nos proponen preguntas urgentes: ¿Son realmente amor estos vínculos?, ¿Cuáles son sus consecuencias directas o indirectas?, ¿Cómo resolver los problemas éticos que de allí se desprenden? En principio, este profesor de Eafit propone atender a lo que los teóricos llaman el “enfoque de reducción de daños”: evaluar los posibles daños de estas interacciones, pero también las afectaciones que podría tener su prohibición.
¿De dónde viene el discurso dominante que nos habla del amor?
Ante el ocaso de los grandes relatos (mediados por la Iglesia o el Estado), es la cultura popular la gran educadora sentimental de nuestro tiempo, según coincidieron invitados como Omar Rincón, Diana Ángel, Laura Ferrero y Luisa Espinal. La televisión o la música, por ejemplo, son plataformas en las que el amor se retrata, con base en proyecciones colectivas y mandatos culturales. Percatarse de ello, formarse un criterio propio y ejercer una suerte de resistencia, en la que prime la experiencia particular, es una tarea que nos compete como hijos del amor.
¿Es más lo que desconocemos que lo que sabemos del amor?
A propósito de su rol como compositora e intérprete, la cantautora mexicana Silvana Estrada, en conversación con Paola Mejía, Responsable de Cultura en Comfama, nos recordó el misterio que, en sí mismo, entraña el amor: “es ese gran misterio que nos acerca al misterio de la vida misma, ese misterio que nos sostiene”. Para ella, el amor es indescifrable y por eso condensa la experiencia humana. Invitadas como Alexandra Kohan también enfocaron sus postulados en esta dirección, instándonos a nunca perder de vista que es imposible encasillar el amor en ideas o conceptos.

¿Hay que hacerse cargo del amor?
Haciendo referencia a Jean Paul Sartre y su concepto sobre cómo lo que nos hace responsables es la libertad, Tamara Tenembaum llamó la atención sobre cómo el amor, cuando entra en una fase de construcción, implica hacerse cargo. En ese mismo sentido, Juliana Acosta resaltó la posibilidad de elegir con quién cultivar el amor, anteponiendo un componente racional a las concepciones más canónicas del amor. En definitiva, quedó en el aire la pregunta sobre cómo son el trabajo y la responsabilidad que deben acompañar la construcción del amor en nuestros tiempos.
¿Podemos escapar del caos en el amor?
Para Alma Delia Murillo, es comprensible que hoy hablemos de relaciones donde prime el cuidado, pues es innegable el daño que, en ocasiones, supone esa faceta que llamamos romántica. No obstante, esta escritora advirtió que los riesgos y las heridas inherentes al amor siguen ahí, pese a las nuevas exploraciones: “dudo que haya un modelo en el que uno se proponga relacionarse y lograr del todo salirse de esa exposición propia del amor”. Una postura con la que también se alineó Tamara Tenenbaum, que se preguntó si no debemos estar abiertos a un grado inevitable de exposición cuando decidimos amar.
¿Y en el mundo de las ideas, cómo se manifiesta el amor?
Para aproximarse a esta pregunta, Irene Ortiz acudió a la filosofía estoica, que considera al ser humano un ser que, en primera instancia, “vive en comunidad”. Bajo este principio, tiene un impulso genuino por conocer al otro y sus ideas, en lo que puede ser un primer instinto amoroso que está en la base del conocimiento. Esta idea fue complementada por Javier Correa, que planteó la pregunta de si cuando compartimos conocimiento no estamos reproduciéndonos, intelectualmente hablando, en los demás. Correa aludió a la pasión por las nuevas ideas como un impulso amoroso que nos abre a nuevas formas de vida y transforma nuestra existencia.