Plantar árboles, utilizar el agua de lluvia, usar energía solar, compostar, consumir productos locales o seguir un modelo de basura cero son acciones que apuestan por la regeneración, un término que la RAE define como el acto de dar un nuevo ser a algo deteriorado, restablecerlo y mejorarlo; y que, al aplicarlo en el ámbito ambiental, nos invita a dejar los ecosistemas más vivos de como los encontramos, generando además beneficios económicos importantes para quienes lo implementan.
Pero para hablar de regeneración, primero debemos reconocernos como parte de la naturaleza. No como dueños ni como hijos, sino como una unidad interdependiente: vegetación, árboles, suelos, animales, agua, humanos y millones de microorganismos interactuando constantemente, creando sistemas que pueden posibilitar, o incluso impedir, la vida.

De acuerdo con Stefanía Fernández, responsable de Regeneración en Comfama, este concepto no solo significa transformar nuestra relación con la naturaleza, sino también comprender de manera profunda nuestro impacto en los sistemas vivos. Esta visión, entonces, nos impulsa a poner la vida en el centro de nuestras conversaciones y acciones, yendo más allá de la sostenibilidad.
“La neutralidad ya no puede ser, por sí sola, un objetivo en las estrategias medioambientales. No basta con reducir el daño ambiental y conservar los recursos; debemos proteger, sostener, revertir el daño y añadir valor”, enfatiza, mientras señala que la idea principal de este concepto es transformar y mejorar los ecosistemas que habitamos.
Más que un compromiso ambiental: un compromiso social
Este enfoque va más allá de la naturaleza; integra el bienestar social, uno de los pilares centrales de su modelo: “Entendemos la regeneración también desde lo social, pues la interconexión y la interdependencia que observamos en la naturaleza son principios aplicables a nuestras comunidades”.
Así, este concepto permea todas las estrategias de la organización, generando un impacto positivo a través de proyectos que fomentan el bienestar y la cohesión social. Esto incluye programas que integran el desarrollo y la innovación en comunidades o empresas con la protección y restauración de sus entornos naturales.
Por ejemplo, el Parque Biosuroeste es una iniciativa pionera en el desarrollo territorial regenerativo, que integra prácticas de agroecología, ganadería y turismo, uniendo lo empresarial y lo social para conciliar la productividad con la regeneración. De igual forma, desde hace tres años, vienen celebrando el Festival Actuar por lo Vivo, el cual ha consolidado como un espacio de debate multidisciplinario que explora, en toda su complejidad, los desafíos socioambientales actuales.
Otro proyecto en esta línea es Parques Bosques, donde Comfama busca proteger y restaurar los ecosistemas completos de los predios donde se ubican sus parques, manteniendo un equilibrio entre todos los ecosistemas y los seres que los habitan. “Aquí no solo promovemos la salud del ecosistema, sino que fomenta una ‘salud integral’ que abarca el bienestar físico y mental de las personas, reforzando su reconexión con el entorno” comenta Fernández.
Democratizando la regeneración para todas las empresas
Uno de los mayores desafíos de la regeneración es su implementación en el ámbito empresarial. Según Stefanía, muchas empresas, especialmente las pequeñas y medianas, consideran que la regeneración es una meta inalcanzable, reservada para las grandes organizaciones. Aquí es donde Comfama juega un papel fundamental, acompañando a estas empresas para que entiendan que la regeneración es un objetivo tanto alcanzable como necesario. En este sentido, la regeneración no debería ser vista como un privilegio o una "última milla" en la estrategia organizacional, sino como un componente central que puede coexistir con el crecimiento y la rentabilidad.
Por otro lado, busca inspirar a las empresas a adoptar una sostenibilidad regenerativa, que complemente el discurso y la práctica de las organizaciones conscientes. “Este enfoque se fundamenta en procesos que generan impactos transformadores a nivel individual y colectivo, tanto en el ámbito empresarial como en el socio-ecológico”. Además, Fernández señala que la regeneración trasciende las dinámicas de mercado e incluye hábitos y prácticas que fomentan el cuidado y el progreso a nivel global. Por ejemplo, si una empresa tiene un plan de acción climático, debería preguntarse: “¿cómo puedo generar un impacto que no solo sea carbono neutral, sino también carbono positivo?”
La protección de la naturaleza está arraigada en cada aspecto de nuestro trabajo, ya que entendemos que nuestra existencia depende de la vitalidad de los bosques. Cada acción que tomamos para cuidar lo vivo repercute en nuestro bienestar. Esto se traduce en estrategias organizacionales que reconozcan la interrelación y la interconexión entre los seres vivos, adoptando una visión de triple impacto que genere un círculo virtuoso, beneficiando por igual tanto a la economía y a las comunidades como al medio ambiente.