Sus palabras son tan claras como su mirada: directas, profundas, serenas. Cuando las pronuncia, sonríe sin falla y mueve las manos como dirigiendo una orquesta. Y sí, en parte Aicardo Quintero es el director de una orquesta. Con sutileza y coordinación, debe asegurar que cada detalle de la experiencia de un viajero Comfama sea, además de segura y cuidada, transformadora.
Para lograrlo, Aicardo pone al servicio de la travesía los aprendizajes que ha acumulado durante más de 25 años desempeñándose como guía turístico certificado. Conoce el territorio colombiano de extremo a extremo porque lo ha recorrido y estudiado, pero, sobre todo, porque nunca ha dejado de lado su gran aliada: la curiosidad.
Todos esos saberes, anécdotas y recuerdos los guarda como tesoros para compartirlos con los viajeros que, de su mano, descubren nuevo destino. Aicardo sabe muy bien que para acompañarlos se necesita “respetar su esencia, brindarles información precisa y certera, saber leer al grupo, contagiar entusiasmo y uno también divertirse”.
Por eso, su misión va más allá de la logística, los datos, los metros de altura sobre el mar, los grados centígrados, las fechas de fundación de los municipios y el nombre de algunas plantas. Su labor, más bien, se trata de invitar a los viajeros a, como decía Humboldt, establecer conexiones sensibles entre lo que se observa, emprender búsquedas interiores y gozar desde la atención y la presencia cada viaje.
Aicardo tiene claro que la memoria, como la vida misma, está lejos de ser perfecta. Por eso guarda siempre en su bolsillo una especie de “pastel” en el que anota los hitos esenciales de sus intervenciones. Más que números, allí escribe poemas, frases inspiradoras y pensamientos que comparte con los viajeros. Así, cuando menos se lo esperan, escuchan en medio de cualquier trayecto del bus: “Viajar es un ejercicio con consecuencias fatales para el prejuicio, la intolerancia y la estrechez de mente. -Mark Twain.”
Aquel espíritu generoso y sensible lo heredó de sus padres. “Desde niño, el regalo del Niño Dios era un libro. Mis papás cultivaron en mí el amor por la lectura y hasta el día de hoy sigue siendo mi pasión. Además, los viajes me han enseñado que uno todo el tiempo está leyendo y escuchando historias, si tiene con todos los seres la misma empatía que tiene con los personajes de un libro”, cuenta.
Su destino preferido es el Eje Cafetero, pues nació el Viterbo, Caldas, y siente un orgullo especial al hablar del patrimonio de los 45 municipios que conforman la cultura cafetera, sin embargo, dice, “todos los lugares me han hecho crecer, madurar y ser cada vez más libre. Todos los lugares transforman”.
Pero para él, sin duda, la transformación más bella e impactante que ha presenciado ha sido en los viajeros:
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