Algunos aseguran que los humanos, por necesidad, buscamos la manera de echar raíces, de establecernos en algún sitio para convertirlo en nuestro centro emocional. Donde envejecer y formar vínculos. Por el contrario, hay quienes afirman que tenemos almas de nómadas, que la aventura nos inspira a encontrar nuevos parajes, miradas y vivencias. Nos movemos por el mundo sin arraigos, sin número postal. Queremos ver, vivir y sentir todo alrededor.
Hoy, 18 de diciembre, celebramos la vida de aquellos caminantes que dejan todo atrás, para abrir su alma y corazón a nuevos horizontes. A quienes nos comparten un pedacito de sus hogares y culturas mientras abrazan la nuestra.
Te invitamos a conmemorar el Día Internacional de Migrante a través de la historia de tres valientes que, buscando su felicidad, nuevas oportunidades o libertad, se atrevieron a cruzar fronteras.
Vicky: regresar es más difícil que quedarse
Vicky llegó a Medellín hace casi ocho años, con su mochila cargada de sueños y esperanza. Para ese entonces, la ciudad se posicionaba como una capital emprendedora, donde vio la oportunidad de materializar sus proyectos.
Actualmente, Vicky vive en Envigado junto a su novio Sebastián y sus dos gatos, y está diseñando una plataforma para que personas en edad de plenitud tengan la posibilidad de seguir trabajando. Sin planearlo, construyó una vida estable en Colombia al punto que hoy regresar es más difícil que quedarse.
Edgar Enrique: migrar obligado y conectarse con el futuro
No quería irse de Venezuela, pero su familia encontró en Jericó, Antioquia, la oportunidad de reimaginar su vida. Allí Edgar se encontró de frente con el sueño de ser músico.
A pocos meses de su llegada, se ganó el concurso de canto del colegio y se vinculó a la banda municipal. Ha participado en el Hay Jericó 2019 y 2020 como cantautor y bajista del concierto de Puerto Candelaria. Casi tres años después, sus amigos le dicen que es un colombiano más.
Luis: el mundo es hogar y el viaje destino
Independencia absoluta. Así define Luis Tamayo su vida como un nómada, viajero y artesano. Aunque nació en Guayaquil, Ecuador, hizo de su casa el mundo al migrar a los 25 años a Colombia.
Desde entonces no ha parado de hacerlo, dándole a su vida el propósito de dejar su huella donde quiera que va, y entendiendo que el valor lo encontramos en las experiencias y no en la vida material.