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¿Y si viajamos hacia la paz?

Dabeiba: resignificar el perdón

Embárcate con nosotros en un viaje que apenas comienza, en el que no hay campo para los prejuicios, pero sí para el perdón y el futuro. 

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  • Nuestro vehículo: la cultura
  • Nos unimos a un viaje por la paz
  • Las voces del perdón

Viajamos a Dabeiba siguiendo la travesía de los libros de nuestra Biblioteca Móvil y allí nos encontramos con una comunidad repleta de lecciones sobre la reconciliación y las nuevas oportunidades. Conócelas.

Nuestro vehículo: la cultura

El Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Llano Grande, en el municipio de Dabeiba, busca brindarles oportunidades a los excombatientes que decidieron permanecer en la legalidad por medio del acceso a la tierra, la vivienda y proyectos productivos.  

Conectados con nuestro territorio, sumamos voluntades para unirnos a esta ecuación desde las artes y las historias, capaces de hacernos imaginar y soñar futuros posibles, a través de nuestra Biblioteca Móvil. 

Nos unimos a un viaje por la paz

Tiene nueve años, restos de tierra en las uñas de tanto juguetear y un libro con portada de flores rojas y amarillas en las manos. “Mindfulness”, recita el título. “Mind-ful-ness, ¿sí es así o tengo que mejorar el inglés?”, pregunta. John Élber, sin saberlo, nos está regalando la prueba de un futuro distinto. Él, hijo de una excombatiente de las antiguas Farc, encuentra en el juego y en la lectura un puente para ser feliz.  

Como John Élber, otros 89 niños han crecido la mitad de su vida —o incluso han llegado a la vida — en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación Jacobo Arango de la vereda Llano Grande, ubicada a unas dos horas de Dabeiba, en el Occidente antioqueño. Allí, alrededor de 180 excombatientes y sus familias permanecen en la legalidad tras la firma del Acuerdo de Paz en 2016.  

Ya van más de cuatro años desde que aquellas 11 hectáreas se han convertido en un hogar, uno colorido en el que el acceso a la tierra y a la vivienda le han abierto la puerta a nuevos proyectos productivos, familiares y sociales. A nuevos sueños. 

Para María Soleny Higuita, tesorera y presidenta de la Cooperativa El Progreso del E.T.C.R., la paz ha sido la oportunidad de ser madre. Hace 16 años, cuando estuvo en armas, tuvo que dejar en brazos de otra familia a su hijo gestado en la selva. Ahora, habiéndose reconciliado con la maternidad, vive orgullosa de Suliyarín, su hija de 2 años. “Nació mi niña y a futuro yo quiero verla estudiada, con capacidades de liderazgo y tranquilidad”, dice. 

Su perro ‘Bensedor’, aún desde lejos, ladra cada vez que María Soleny busca a Suliyarín, una chiquilla traviesa y alegre para quien la cancha de fútbol es un patio de exploración y baile junto a sus amigos de la zona.  María Soleny sonríe y concluye: “lo mejor que nos ha pasado es reintegrarnos con las comunidades. Antes todo era zozobra, pero ya queremos que sean ellas las que más se beneficien con nuestros proyectos productivos. Hoy en día estamos aquí para reconocer y para construir”.   

Antonio Zapata, también excombatiente, es uno de los líderes del proceso de diálogo con las veredas aledañas. “Estamos pensando en caminos, escuelas, viviendas. La idea es que todos en el campo tengan un estilo de vida digno, que no haya ningún motivo para ir a la guerra, pero sí para aprender y emprender, que hablando y trabajando hagamos un futuro distinto del que tuvimos nosotros”, manifiesta. 

Ante este panorama y partiendo de nuestra voluntad de estar conectados con los diversos procesos que florecen en el territorio antioqueño, nos sumamos a esta construcción conjunta desde dos de nuestros grandes motores: las artes y las historias, capaces de hacernos imaginar y soñar, activadoras de conversaciones alrededor de la paz, la reconciliación y la esperanza. 

Por eso, el pasado 11 de diciembre, los habitantes del E.T.C.R. de Llano Grande vieron a lo lejos un bus magenta atravesando las montañas y la neblina, como si se tratase de un cohete mágico. Era nuestra Biblioteca Móvil, y llegaba cargada de cuentos, música y actividades para los adultos y los niños.  

“¡Esto es tan importante! La cultura, el deporte, la recreación en nuestros hijos y los hijos de nuestros compañeros, pero también en nosotros. ¿Cuándo nos íbamos a imaginar que Comfama estaría compartiendo con nosotros y trayéndonos estas enseñanzas y que una Biblioteca itinerante iba a estar en la cancha de fútbol del campamento?”, exclamó Zapata con el acontecimiento. 

Pero aquel vehículo cargaba, además de libros, con una intención mayor: abrirles la puerta a nuevos proyectos de Paz y Territorio que queremos iniciar con consciencia, conocimiento y pertinencia en estas comunidades, al desarrollar capacidades instaladas, generar vínculos y gestionar procesos activamente en la región. 

Isabel Henao, coordinadora de Laboratorios de Creación y Aprendizaje de nuestras Bibliotecas, cuenta que “la Biblioteca Móvil va recorriendo los diferentes municipios de Antioquia llevando y trayendo historias, y esta vez llega al E.T.C.R. de Llano Grande porque desde Comfama creemos que la cultura es la puerta de entrada para acercarnos a este proceso y esta población, en ella nos encontramos y derribamos barreras. Este es un primer diagnóstico que hacemos para poder realmente traer contenidos pertinentes desde las demás áreas de la Caja”

Así que este viaje apenas comienza. Y es una travesía que se expande, que crece cuando es compartida, que sueña con muchas manos y muchas voces no solo imaginando un futuro, sino construyéndolo, haciéndolo presente, como los dedos juguetones de John Élber pasando las páginas de un libro sobre Mindfulness.  

¿Te unes? Pronto te contaremos más. 

Las voces del perdón

Un viaje por la paz es también un viaje por el perdón. Este acto nos reconcilia y nos da la esperanza de volver a creer, a construir, a encontrarnos, a confiar en el otro y en nosotros mismos. En últimas, la esperanza de la posibilidad.  

Perdonar a veces se conjuga de manera individual y personal, otras veces se vive en familia e incluso en tribu, porque hay tantas definiciones del perdón como razones para perdonarnos.  

Diversas voces en Dabeiba y sus alrededores, un municipio que fue testigo del dolor de la guerra y que hoy reclama reconciliación y convivencia, nos hablaron sobre el perdón y sobre su capacidad no solo de sanar el pasado, sino de reconocer que existe el futuro.  

Tras años recopilando información sobre los orígenes y las consecuencias del conflicto armado en el Occidente de Antioquia, del cual él y su familia han sido víctimas, Augusto González Velásquez fundó el Museo Casa de la Memoria Elkin González Velásquez en Dabeiba. Desde allí hace una declaración por la memoria y la verdad para la no repetición. 

Conoció el E.T.C.R. de Llano Grande cuando visitó por primera vez a su hermana, que fue enfermera en combate del antiguo frente 57 de las Farc. Pronto aquel espacio se convirtió también en su hogar y, como muchos familiares de los excombatientes, encontró en él un lugar para compartir y proyectarse. Hoy, Linda Cartagena tiene su propio emprendimiento. Es la panadera de la comunidad y es famosa por sus churros. 

Rosa Hinestroza llegó a Dabeiba hace apenas dos años para ser docente de una Institución Educativa Rural. Allí identificó que sus 30 estudiantes de preescolar a quinto mencionaban con frecuencia la palabra perdón. Así, se convirtieron ellos en sus maestros. ¿La lección? Perdonar es libertad.   

En sus noches siempre hay música de protesta, literatura e historia. Rodeado de las fotos de sus familiares víctimas del conflicto armado en Colombia, escribe sus propios poemas y libros, como El Asedio, publicado en 2011, con la intención de dar a conocer aquellas épocas oscuras en las que el municipio careció de alimentos, hospitales y zonas seguras. Mauricio González lo hace para que nunca se repitan. .  

Norma Luz González agradece por la vida de sus hijos. Tras perder a su hermano y a su esposo en medio de la guerra, sabe el valor de seguir contando años de vida. Aún le duelen las ausencias de sus dos seres más amados, pero elige pasar los días cuidando sus plantas, decorando su casa y conversando con sus vecinos para alimentar con amor el proceso de sanarlas. 

Recuerda el día en el que, estando en la cárcel, se cruzó con el asesino de su hermano. Allí Antonio Zapata entendió que nunca lo perdonaría a él, si primero no se perdonaba a sí mismo. Hoy, liderando diversos procesos en el E.T.C.R. de Llano Grande, comparte con sus compañeros aquel descubrimiento que cambió su mirada: “el perdón empieza perdonándome a mí por dentro”, dice. 

Cuando Denis Janet Retrepo y Eduar Felipe Valderrama piensan en el perdón, recuerdan momentos de su relación en los que ha estado presente. Gracias a él y a los acuerdos sanos que de él resultan, tienen una familia en paz y un negocio próspero juntos.  

Para María Soleny Higuita cada figura del dibujo tiene un significado. “La paloma son nuestras ideas y principios, que desde hace cuatro años cambiamos para que signifiquen la paz. Y puse a un mayor, unos adultos y un niño, porque representan que esa paz la merecemos todos por igual. Para mí ese es el verdadero perdón”.