Logo Comfama
Ayuda
Postales del Suroeste

La Pintada

Postales de Antioquia La Pintada
La Pintada

El municipio más joven de Antioquia 

La corriente del río Cauca se asoma en Antioquia entre las montañas de Caramanta y se adentra completamente al departamento bajando por La Pintada, donde recibe las aguas tributarias de los ríos Arma, Poblanco y Cartama. En La Pintada, el Cauca es una masa contenida de agua salvaje, amarilla, que se mueve impávida en su curso amplio por un valle de bosque seco tropical sin árboles, irrigando vastas extensiones de pasto para ganado y cultivos agroindustriales de cítricos.  

Postales de Antioquia La Pintada

Sobre el río Cauca se extiende un puente que une lo que hasta hace apenas veintidós años eran dos poblaciones que pertenecieron a Santa Bárbara y Valparaíso, avivadas por el comercio que trajo la construcción del Ferrocarril de Antioquia en los años treinta, de la misma manera que ocurrió en Bolombolo. Medio siglo les tomó a los habitantes de estos corregimientos organizarse para pedir la erección de un municipio distinto, aparte, cuestión que fue ratificada el 20 de marzo de 1997 mediante un referendo aprobatorio, convirtiéndose así en el municipio más joven de Antioquia.  

Postales de Antioquia La Pintada

La Pintada está dividida en dos por el río, pero está unida asimismo por dos puentes. Uno construido en el siglo xix, al lado de un árbol viejo a donde llegan a dormir centenares de garzas blancas todas la noches; y otro moderno, pavimentado, con anuncios de led, donde todo el día se escucha el ruuun ruuun ruuun de los carros pasando, por ser un paso obligado que conecta al Suroeste con Medellín, Manizales y Pereira. Mide 55 kilómetros cuadrados y tiene una población de 7.000 personas que todos los días, incesantemente, van de un lado a otro para hacer sus compras, estudiar, trabajar, visitar a los amigos, vivir.  

Postales de Antioquia La Pintada

Arriba, picos rocosos terciarios y cuaternarios componen el paisaje agreste, al lado de los cerros tutelares de los Farallones, sobre la cordillera Occidental de los Andes, conocido en otra época como las «Mamas de Caramanta», y de cerro Amarillo, sobre la cordillera Central. Los farallones guardan en su altura un eco prehispánico que es reconocido por muchas personas. Octavio Zuluaga, gran conocedor de la historia local, recuerda el comentario que alguien le hizo durante un encuentro de indígenas de Latinoamérica en los farallones: «En ese encuentro hablé con un cacique peruano que me dijo: “Un imán muy grande tienen ustedes acá en La Pintada. Ese farallón tiene los siete metales preciosos de la naturaleza”. Y yo sí creo que esa es una gran oportunidad para nosotros». También, en cerro Amarillo, Octavio asegura que uno se encuentra con petroglifos y partes de vasijas de barro de los indígenas y cuenta algunas leyendas que hay: «Dicen que hay una piedra que era un altar de sacrificios y que en alguna parte está escondido el tesoro del cacique Pipintá. Otra parte de ese tesoro está supuestamente en una cueva protegida por una serpiente de siete cabezas en los farallones, y cuenta la leyenda que el que logre encontrarla y tocar las siete cabezas se lleva el tesoro».  

Cerro Amarillo era de todos antes de ser vendido a un particular —nadie sabe quién lo vendió, ni cómo ni cuándo ni cuánto costó—, los deportistas extremos subían hasta allá para volar en parapente. Ahora, dicen, solo vuela de vez en cuando un helicóptero que transporta a su único y desconocido dueño cuando viene a darle vuelta a su tesoro natural. 

Postales de Antioquia La Pintada

Abajo, a seiscientos metros sobre el nivel del mar, no se siente otro piso térmico aparte del clima cálido, y la sensación de humedad no se disipa ni en las noches. Aquí las familias de peces como el bagre sapo, el bocachico, el barbudo y la dorada, abundantes hace cincuenta años, apenas sobreviven en cantidades irrisorias y en temporadas esporádicas en las aguas del Cauca que bajan contaminadas con mercurio y otros agentes contaminantes que recoge a su paso por el Valle del Cauca, aunque algunos atribuyen como causa principal de este fenómeno a los lodos que hace 34 años arrasaron con Armero, en la tragedia del nevado del Ruiz. Aquí, los bosques nativos dejaron de existir casi en su totalidad para dar lugar a potreros de ganado, la actividad económica principal, seguida del turismo.  

Pero antes estuvieron los puentes, las vías y el Ferrocarril de Antioquia.  

 

Dichas y tedios 

Juan Guillermo Quintero recibió en 2006 el título de comunicador comunitario de la Universidad de Antioquia y luego estudió un diplomado en Patrimonio y Comunicación, porque hablar de la memoria de La Pintada es lo que más le gusta. Trabaja en hotelería y dirige, en una habitación de su propia casa, la emisora Farallones Digital Estéreo.  

Mientras conversamos está al aire un concurso que patrocina un santabarbareño que da 100.000 pesos cada mes para el que diga mejor un trabalenguas. Así cuenta cómo nació la emisora: «En La Pintada teníamos antes una radio que se llamaba Radio Cultura La Pintada y yo crecí frustrado porque el locutor no me dejaba hablar. Un día un compañero me dijo que iba a hacer un curso de locución y yo me animé también. Uno de los exámenes era crear una emisora para el lugar donde vivíamos. Hice un programa de radio desde mi casa con un micrófono que abarcaba 200 metros a la redonda y la gente llamaba a felicitarme. Pasaba lo que se me viniera a la cabeza. Luego un señor de apellido Zuluaga, que era botánico, me regaló una grabadora, un transmisor encima de una tabla, música en casetes y una antena que era como una telaraña. Después conocí en Medellín a un señor que hacía aparatos de radio, se llamaba Humberto Duque. Le mandé a hacer un transmisor que todavía tengo y me costó 100.000 pesos, y con él trabajamos durante cinco años. Un día Humberto me propuso que cambiáramos ese por un transmisor de 30 vatios, más potente, y pasáramos la señal por cable de teléfono. Así lo hicimos durante doce años, sin licencia, como Pipintá Estéreo en el 88.4 FM del dial. El problema fue que las tractomulas se enredaban con el cable cuando pasaban por la carretera y muchas veces teníamos que salir corriendo para ver donde caía. Como los cables guardan energía estática, siempre nos encalambraban cuando los volvíamos a empatar. Un día me dijeron que el ministerio iba a venir por mis equipos, porque empezaron a molestar con eso de las emisoras piratas. Así que por la noche recogí todo y lo guardé en mi casa. Al otro día me dijeron que los funcionarios del ministerio llegaron preguntando por la emisora, pero nadie les dijo dónde quedaba. Un amigo los convenció de que no había emisora y se fueron. Eso pasó en el año 2000 y decidimos apagar los equipos del todo. Hasta que en 2011 participamos por la licencia de emisoras comunitarias del ministerio y nos la ganamos».  

Postales de Antioquia La Pintada

Ya se habían presentado en 1996 a otra convocatoria del Ministerio de Comunicaciones —hoy Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones—, pero la perdieron, hasta que finalmente la obtuvieron ese 3 de enero de 2011. El objetivo de su emisora es trabajar por la comunidad en temas de medio ambiente, cultura y crear tejido social. Por ejemplo, Raíces es un programa que intenta rescatar los valores de la historia y la identidad de La Pintada y trabajar por el medio ambiente. «Y tanto luchar para ahora sentirme ahogado por los costos que tengo para que la emisora comunitaria funcione», se lamenta ocho años después, cuando ya hace parte de una red de 56 emisoras de Antioquia, Cesar y Córdoba, y de Asoredes, una asociación de medios comunitarios de Antioquia.  

Por: María Isabel Naranjo