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Postales de Antioquia

"¿A qué suena esta subregión?"

Postales de Antioquia Oriente
"¿A qué suena esta subregión?"
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El oriente antioqueño, ubicado en un altiplano en medio de la cordillera Central y delimitado en sus extremos por los cauces de los ríos Cauca y Magdalena. Es la subregión más poblada después del Valle de Aburrá, sin ser la más grande.

Desde los 1.000 m. s. n. m., donde corre el río bizcocho en San Rafael, el Oriente se eleva hasta los 3.350 m. s. n. m., el punto más alto de uno de los ecosistemas más particulares del departamento, el páramo de Sonsón. Protegido de los carboneros por su altura, en este páramo hecho de crestas nacen siete ríos que alimentan los cauces del gran Magdalena y habitan veintidós especies endémicas. Dadas sus características físiconaturales, esta subregión se divide a sí misma en cuatro zonas: altiplano, bosques, embalses y páramo. Aunque cultural e históricamente, como si habláramos del mismísimo continente asiático, se le divide entre el oriente lejano y oriente cercano.

El Oriente cercano, a Medellín, compuesto por Rionegro, San Vicente, La Ceja, El Carmen de Viboral, El Retiro, Guarne, Marinilla, El Santuario y La Unión, estuvo marcado por el desarrollo del comercio, la industria y la agricultura, principalmente en los municipios de Marinilla y Rionegro que, por varias décadas, ejercieron como centros de poder económico y político. El Oriente lejano, a unas dos o tres horas de Medellín, conformado por Alejandría, Concepción, El Peñol, Granada, Guatapé, San Carlos, Sonsón, Nariño, Argelia, Abejorral, Cocorná, San Francisco, San Luis y San Rafael, tuvo un proceso de colonización dispersa y lenta. Era habitado por campesinos sin tierras e indígenas de los resguardos de El Peñol, San Antonio de Pereira y Sabaletas. Su importancia económica se incrementó en la década de los sesenta cuando se construyeron los embalses de Guatapé, San Carlos, Jaguas y Calderas, y la autopista Medellín-Bogotá, que volvieron a la subregión del Oriente la zona de mayor producción de energía en el país. Hoy en la zona existen ocho embalses.

La industrialización y los megaproyectos causaron cambios radicales para esta región. Medellín, Bogotá y el mundo se conectaron a través suyo —vía terrestre y aérea—. Pueblos enteros fueron relocalizados y su vocación económica pasó de la agricultura al turismo. La industria textil se instaló en los municipios más cercanos a la ciudad. Pero el desarrollo no redujo las desigualdades y los campesinos del Oriente se organizaron para proteger sus territorios y exigir mejoras frente una élite que, dada la cercanía de estasubregión a Medellín, tenía un fuerte control sobre esta zona. En la década de los ochenta, la lucha por el control territorial se exacerba y entran a la disputa —o más bien se fortalecen— los grupos armados, paramilitares, guerrilleros y ejército. Desde los ochenta hasta 2019 el oriente ha registrado aproximadamente 303.400 víctimas de la violencia. Más de 50 % de su población actual.

En esta expedición al Oriente visitamos ocho municipios: El Retiro, Rionegro, Marinilla, Guatapé, Cocorná, San Rafael y Sonsón. Pero no queríamos «volver» al Oriente. Nos propusimos visitarlo como por primera vez, hacer a un lado el recuerdo de la vuelta a oriente y estar dispuestos al asombro. ¿A qué suena esta subregión?, ¿cuáles son sus tradiciones?, ¿siguen siendo las mismas?, ¿cómo se gestionan los lazos con la ciudad?, ¿qué la hace cercana o lejana?, ¿y con respecto a qué? Encontramos un Oriente extenso en ritmos, sabores, identidades, luchas y paisajes. Tradiciones como las escaleras, la trova, el café, la guasca y la carrilera siguen siendo fuertes referentes identitarios. Oficios como la zapatería, el tejido de perrillo en telar, las quesadillas —galletas de miel— y la fragua —fogón y oficio de forjar metales—, sobreviven a manos de viejos que no tienen quién los releve. Mientras que otros discursos —y ritmos—, como el bullerengue blanco, el ecoturismo y encuentros a tomar chocolate contra el miedo, empiezan a brotar entre las montañas como nacimientos de agua.