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Postales de Antioquia

"Una región que se desborda por los límites del departamento"

Postales de Antioqua Magdalena Medio
"Una región que se desborda por los límites del departamento"
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La región del Magdalena Medio se desborda por los límites del departamento. Políticamente, limita al occidente con las subregiones del Nordeste y el Oriente, y en su otra mitad, marca los bordes de Antioquia con Bolívar, Santander y Boyacá. Pero biogeográfica y culturalmente, el Magdalena Medio —por encontrarse en la mitad del recorrido del Magdalena por Colombia— es un valle interandino formado por el paso del río y compartido entre Antioquia, Bolívar, Boyacá, Cesar y Santander.

Es la subregión más pequeña del departamento —luego del Valle de Aburrá— con casi 4.800 kilómetros cuadrados. Teniendo como altura máxima los 950 m. s. n. m. donde se ubica Maceo, en esta subregión predomina el clima cálido y su paisaje está constituido principalmente por planicies con suelos fértiles y algunas colinas de pendiente moderada. Es también la subregión menos poblada, con alrededor de 200.000 habitantes, de los cuales 62 % vive en zonas urbanas, 41 %, específicamente, en Puerto Berrío y 12 % se encuentra registrado como víctima del conflicto. Sus actividades económicas, resaltan su abundancia en recursos. Minería, explotación carbonífera, extracción de calizas, calcáreos, cuarzo y mármoles, cultivo de la palma de aceite y ganadería son los principales renglones de la vocación económica de esta región.

El poblamiento del Magdalena Medio fue lento y disperso. Era habitado originalmente por diferentes familias de la etnia Caribe y en menor proporción Chibchas. La llegada de población negra fue temporal, fortuita y aleatoria, subordinada a la ambición de los terratenientes o a las rutas de escape a través del Magdalena. Pero la cumbre en el proceso de poblamiento se da en la empresa de los antioqueños del interior por encontrar una ruta que les permitiera conectar el departamento con el resto del país, que coincide con la explotación de la selva para la extracción de la tagua y la quina.

En este encuentro a través y alrededor del río, empieza a crecer una cultura anfibia y una tradición ribereña que más tarde entra en interacción con otras culturas traídas por diferentes —y nuevos— grupos de migrantes: excombatientes de las guerras civiles del siglo XIX, refugiados de la época de la violencia entre liberales y conservadores a mediados del siglo XX, norteamericanos atraídos por la producción de petróleo y algunos siriolibaneses, conocidos como los turcos, que se dedicaron al comercio. Culturas que entraron en un juego de interacción y reciprocidad resultando en músicas, bailes y hábitos alimenticios que se mezclaron sin perder las características propias de sus regiones ancestrales.

En esta expedición a la región del río grande, visitamos cinco municipios, tres de ellos puertos: Puerto Nare, Puerto Triunfo y Puerto Berrío, y los otros dos: Maceo y Caracolí. Encontramos una identidad atravesada por cuatro pilares: el río, los rieles, la migración y las multinacionales. El exceso o la ausencia de estos, la nostalgia por el ferrocarril o la euforia de las fiestas populares, la mansedumbre del río o el barullo de las cantinas, la exuberancia verde de la cordillera o el gris de las industrias.