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Nombre de las calles

¿Cómo se llamaban las calles de Medellín antes de ser Junín, Ayacucho, Colombia o Pichincha?

Con la ayuda del profesor Luis Fernando González y un libro suyo sobre la historia urbana de la ciudad exploramos los primeros nombres que tuvieron algunas calles emblemáticas. 

Historia de las calles 1
¿Cómo se llamaban las calles de Medellín antes de ser Junín, Ayacucho, Colombia o Pichincha?
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Al transitar por Junín, Colombia, Ayacucho o Pichincha, quizá muchos transeúntes se percaten de que estos nombres obedecen a una lógica histórica, relacionada con las gestas de la Independencia. Sin embargo, pocos saben que esta toponimia (los nombres propios de lugares) tiene un pasado que habla de una historia mucho más rica y compleja, que va más allá de una narrativa nacionalista

Para adentrarnos un poco más en este pasado, consultamos el libro El olvido que habitamos. Historias urbanas y arquitectónicas de Medellín, del profesor Luis Fernando González Escobar, de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional, sede Medellín. Allí, al tiempo que advierte sobre cómo hay una serie de omisiones significativas en los relatos hegemónicos sobre la historia de la ciudad, González hace un recuento de los nombres con los que se nombraban las calles antes de la mitad del siglo XIX, cuando se adoptó la toponimia que hoy conocemos y que, de alguna manera, ignoró las dinámicas sociales que se habían desarrollado hasta ese momento, invisibilizando ciertos segmentos de la sociedad, sobre todo a quienes vivían en la periferia. 

Después de la primera traza urbana de Medellín, que se remonta al año 1676, de la mano del Alarife Agustín Patino, y que daba cuenta de poco menos de 20 manzanas, el libro nos conduce hasta 1803, cuando el cronista José Antonio Benítez consignó en su Carnero de Medellín los nombres de algunas calles y carreras (en ese entonces llamadas travesías) que hoy conocemos con otras denominaciones y que para esa fecha hacían parte de la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Medellín.  

Calles 

  • Ayacucho, de El Palo hacia el occidente, se llamaba San Francisco. 

  • Ayacucho, de El Palo hacia el oriente, se llamaba La Amargura. 

  • Colombia se llamaba Prado. 

  • Maturín se llamaba La Carrera. 

  • Pichicha se llamaba Sauce. 

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Carreras (travesías) 

  • El Palo se llamaba Palencia. 

  • Junín se llamaba El Resbalón. 

En este punto, el profesor González explica cómo, incluso en esta época, se omitieron nombres de los que sí dio cuenta un censo de 1817, en el que quedaron consignados nombres de calles habitadas por poblaciones de indios, mulatos, mestizos y negros que hacían parte de la servidumbre y que vivían en calles como “Amor, Carnicería, San Andrés, Carmen, Barranca, Fuego, Minerva, Estrellas, Sol, Astros, Alegría, Frío o Solitaria”. 

Historias de las calles 2

Fue así como, según González, “toda esta toponimia que se listó en 1817 fue reemplazada en la segunda mitad del siglo XIX por el relato independentista, dejando en el olvido a los grupos sociales que habitaron aquellos sitios y lugares de una Villa que desde el inicio fue segregada espacial y socialmente”. 

Ya en 1847, después de que Medellín fuera declarada ciudad (en 1813), un plano dibujado por el Dr. Hermenegildo Botero, es el primer registro que da cuenta los nuevos nombres de las calles, ya relacionados con la Independencia de Colombia, y que evidencia otros nombres desaparecidos de calles que hoy conocemos.

  • Boyacá se llamaba la Calle Real.

  • Bolívar se llamaba la Calle que va para El Llano.

  • Palacé se llamaba San Roque.

Así pues, los nombres de las calles que hoy conserva la ciudad obedecen a una narrativa particular, que quienes los definieron consideraron adecuada. Sin embargo, solo basta escudriñar un poco para entender que no es la única historia que reposa en nuestro pasado y que hay una gran diversidad de matices en el desarrollo de este territorio