Por: María del Rosario Escobar, Directora del Museo de Antioquia.
Es domingo y a la Avenida Paulista no le cabe un alma más. El clima está soleado y en lugar de caminar, parece que bailamos. Una canción resuena en la memoria: la alegría no es solo brasilera. Pero también en la memoria están los dolores de este país: la crisis política, el asalto a Brasilia, la desigualdad y la pobreza que también azotan a esta región, el desasosiego de una reciente pandemia que fue feroz. Pero vuelve a imponerse la belleza de la ciudad moderna que en medio de edificios inmensos, una avenida de seis carriles y una forma de prosperidad sin límites, que se pierde en un horizonte sin montañas a diferencia de la querida Medellín.
Estoy en la misión que Comfama ha diseñado para varios gestores culturales de la ciudad. Y mientras pasan veloces los carros en el tráfico intrincado de la semana laboral paulista suenan al fondo cifras que ya demuestran una dimensión totalmente diferente. Sao Paulo tiene la economía número 21 del mundo, una población de 12 millones de habitantes y un estado que en su totalidad cuenta con 42 millones de personas. En lo cotidiano, es posible vivir en esta ciudad y estar a tres horas del lugar de trabajo. Buena parte de la vida transcurre en el transporte público. En un contexto así, ¿qué podrá conocerse de la gestión de la cultura en apenas cinco días? La conclusión más clara de todo esto es que en una escala que se puede multiplicar por diez, el encuentro entre nuestras experiencias antioqueñas con estas paulistas sería como la calidad misma del café: el uno brusco y espeso, frente al nuestro, más traslúcido y claro.
Las formas de financiamiento y participación del recurso estatal son diametralmente opuestas entre ellos y nosotros. En principio, el Estado creó y protegió a las más grandes. Posteriormente creó la Ley Ruanet que sentó las bases del mecenazgo y la participación de las empresas en un fondo del cual beben anualmente el Masp, la Pinacoteca de Sao Paulo, y otros que hacen parte de las instituciones que poseen la más grande infraestructura y cuidado del patrimonio del Estado. Este mecanismo ha evolucionado hasta el punto de que en la actualidad inclusive las instituciones de carácter público acceden a este fondo y se someten a un proceso de calificación de su gestión y estadísticas. En contra de ello, nos explicaron que está el mecanismo mismo de adjudicación y seguimiento, la concentración en las grandes instituciones y un modelo que privilegia los patrocinios por encima de las capacidades.
No es de extrañar, como un mal de todos e, inclusive una encrucijada de la gestión de la cultura en los tiempos actuales de la economía de mercado y la libre competencia, que esa relación entre el mérito del acceso al recurso público y la participación de los privados será un tema en tensión en las economías de libre mercado. Las utopías retroceden en un mundo de supervivencia, y con ello el arte y la cultura se quedan rezagados en la búsqueda de ese espacio posible.
Arquitectura monumental
Con relación a la infraestructura dedicada a las artes y el disfrute del tiempo libre, Sao Paulo tiene una amplia tradición de arquitectura monumental moderna que está a disposición de la ciudadanía. Hicimos un extenso recorrido por edificios enteros que tanto en la Avenida Paulista como en otras zonas de la ciudad fueron demostrativas de la cultura como un símbolo de desarrollo en esta gran urbe. Teatros de buen tamaño, edificios icónicos, salas de exposiciones, centros culturales, uno de ellos diseñado por Lina Bovary en el Sesci Pompeia, otros, relacionados con la naturaleza en donde los árboles caídos pasaron a ser sillas, esculturas, espacios para el juego y la risa.
Como niños, y con los niños, paseamos por estos espacios maravillados de una escala superior para pensar el espacio. Fue en las dimensiones de menor escala, las del barrio, la casa, en donde aprendí más, y percibí la necesidad de llevar a un diálogo posterior nuestros aprendizajes e intercambios. Como una ciudad con otros quehaceres y desafíos, la escala de lo comunitario es también fuerte, y en ello, en museos como el de las Favelas o de la Red de Sao Paulo, nuestra experiencia tiene mucho por aportar. Los desafíos a los que hoy nos enfrentan las interacciones culturales que se dan en los campos de la diversidad y el género han sido desarrolladas por nosotros también, e inclusive de una manera tan creativa y eficiente, que se entiende el lugar de laboratorio cultural que tenemos.
Quiero aquí resaltar los que tienen que ver con la recuperación del patrimonio como en la Casa de las Rosas de la Avenida Paulista, como en la demolición de la pared que cercaba los alrededores del Parque Augusta. Estos procesos me llevaron a pensar en la pérdida de comunicación de la ciudadanía con la administración pública hoy. La presentación de estos casos de éxito en la visita a Sao Paulo es la demostración del poder de las acciones que se consideran más pequeñas y sutiles. Entre unas de mayor tamaño y otras que se circunscriben a unos cuantos metros cuadrados, se construye la totalidad de la acción cultural ciudadana en la contemporaneidad.
Otro de los temas a resaltar fue el de los efectos de la pandemia. Las diferencias aún palpables en las formas del trabajo y la presencia de los públicos fueron algunos de los temas que se conversaron, en Itaú cultural, por ejemplo. Quienes allí nos recibieron hablaron de una disminución en la cantidad de participantes en los eventos. También cambios en la ocupación de las oficinas y las formas del trabajo en esa organización. Ellos realizaron estudios sobre los efectos inmediatos de la pandemia en la gestión cultural, en el caso de Medellín sería muy importante mirar qué ha sucedido y cómo ha cambiado el contexto en diversos momentos de la llamada pos pandemia.
Un reflejo en el Museo de Antioquia
En el caso del Museo de Antioquia, no hemos regresado a nuestras cifras tanto de asistencia de públicos como de ingresos económicos, esto puede ser debido, más que a una transformación en la gestión, a un cambio en la ciudad y en particular en la zona del centro de la ciudad en la que se ubica esta institución. Las cifras que demuestran una pérdida del empleo formal, un decrecimiento en el nivel adquisitivo, así como una ausencia de inversión social en la ciudad, crearon un contexto que ha incrementado la pauperización de las comunidades, el desgobierno en la ocupación del espacio público y mayores niveles de inseguridad motivadas por el crecimiento de los combos y actores ilegales en la zona.
Condiciones así no percibimos en Sa Paulo, excepto en la zona de cracolandia que apenas si reconocimos de lejos. Y es por ello que considero que una misión cultural como la que hicimos debe también ocuparse de los problemas y desaciertos. En el contexto de la gestión latinoamericana del arte y la cultura, este tipo de problemáticas nos acercan tanto como los casos de éxito. En mi caso me hubiera gustado mucho conocer zonas del centro de la ciudad que enfrentan los mismos problemas que el Museo, la Pinacoteca es la que más se acerca, pero no la visitamos en tanto podemos unirnos en el reconocimiento de este tipo de temáticas, sino para conocer su excelente programa educativo.
Una de las mejores charlas fue aquella que se ocupó de hablar de los públicos y lo hace desde la realidad brasileña, que también es aplicable a la nuestra, por supuesto. Hago una lista de preguntas que me parecen el inicio de una buena conversación en Medellín:
¿Qué hace necesaria nuestra propuesta artística y cultural?
¿Realmente me intereso por conocer los públicos que se acercan al Museo?
¿Respondo a las preguntas con quién, para quién y cómo me intereso por los públicos?
¿Hago partícipe a la comunidad del proceso de creación y gestión?
¿Cómo nos aproximamos a los públicos desde lo físico y el lenguaje?
¿Qué políticas tenemos para facilitar el acceso? ¿Es la gratuidad una política de acceso?
¿Quién estudia los públicos en el Museo?
¿Cuánto se le escucha los públicos?
¿Cuál es el vínculo con el público?
Lo que nos une y lo que nos distancia. Sao Paulo y Medellín, a un vuelo de seis horas, varias decenas de millones de habitantes entre una y otra, cientos de kilómetros, varias escalas económicas, dos idiomas que suenan parecidos, pero no son iguales, la misma Latinoamérica con sus desaf íos y conquistas: naturaleza, de colonialiasmo, inequidad, arte y cultura como modo, camino y esperanza de futuro en medio de realidades políticas en las que se espera de la gestión cultural lo que no ha hecho nadie más: tejer los hilos rotos de un pasado que dolorosamente cargamos sin comprender.
Por todo ello, sería de gran utilidad poder establecer a futuro análisis comparados entre las políticas culturales de Sao Paulo y Medellín que nos permitieran ver de qué manera hemos afrontado estas tareas que van de lo público a lo social, y de la sociedad a la creación individual.
Por último, quiero dedicarle un párrafo al Museo Inhotim. Como sitio, es uno de los más bellos en los que he estado. Considero el privilegio de vivir el arte y la naturaleza en perfecta unión, enlace que crea la arquitectura. Este Museo es un verdadero poema, expresión del lujo y la armonía.
Post scriptum
Quiero agradecer a Comfama, a todas las unidades involucradas por esta oportunidad. Por aportarnos tiempo de calidad a la cotidianidad. Y por permitirnos conocernos mejor. Acercarnos en la cotidianidad del viaje a cada uno de los que nos hicimos compañía. Somos tan felices cuando empacamos la maleta con la ilusión de la misión. Pero cuando la recordamos, cuando queda en nosotros en tantas pequeñas gemas que son la totalidad de un viaje, somos más privilegiados aún.