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Era un día como hoy

Empezó un día gris y con olor a ausencia. Sí, la ausencia tiene aroma, ¿no lo has notado? Huele a indiferencia y soledad. Pensé que esa mañana se convertiría en la misma rutina, quizás porque el reloj marcó la hora de siempre, porque hice lo mismo antes de salir de casa y tomar el bus a las 7:21 a.m. Ni siquiera recuerdo si logré despedirme de ella… 

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Era un día como hoy
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Todo lo di por sentado, la gente a mi alrededor, el bullicio de la ciudad, el saludo de Carlos al entrar a la oficina y el café en mi escritorio, sin saber que nada de eso volvería a ser parte de mi rutina. Llegó la tarde y las noticias anunciaban un gran acontecimiento: “Primer caso registrado”. Sí, se desató la pandemia y ya ustedes saben lo que sigue: confinamiento, hambre, revolución y muerte. La nueva normalidad le llaman, aprendamos a vivir con ella, dicen.

Y hasta ahora, ¿cómo hemos logrado llegar aquí? Hoy quiero imaginar el día en que los libros, la Internet y los medios de comunicación puedan plasmar para la posteridad el primer caso de tolerancia, cuando la humanidad se unió y venció el hambre, cuando el hombre comprendió que el medio ambiente no solo significa reciclar y cuidar la capa de ozono, cuando las guerras cesaron al fin. ¿Acaso no será necesario procurar un cambio personal y cultural que nos restaure constantemente? Debemos buscar la vacuna, no para el virus que nos aqueja, sino también para aprender a sanar desde adentro, ¿sí lo ven? Hemos vivido siempre en medio de pandemias, ayúdenme a encontrar la diferencia ahora.

Volviendo a aquella mañana, recuerdo que no logré despedirme de ella o al menos no como hubiera querido, pero desde ese momento lo hago... Cuando frente al espejo me miro y prometo ser diferente y mejor... por mí y por ti; cuando renuncio a pasar de largo por el mundo y no dejar huella; desde ese día quiero hacerlo todo con la convicción de que mis manos sanan y mis palabras liberan, cuando eres consciente de las grandes obras que puedes hacer, para seguir transformando el mundo, ¡créelo! ¿Qué si la pandemia me cambió? No, solo me recordó quién soy.

Por: Jacqueline Cano