Entrevista: ¿Qué hace único al mar de Urabá?
Para entender la riqueza de la costa antioqueña, que va más allá de su agua dulce, conversamos con Juan Felipe Blanco Libreros, docente de la Universidad de Antioquia y doctor en Biología. Él se ha dedicado por años a investigar sociedades y ecosistemas en paisajes costeros como el del Caribe Sur, donde está el golfo de Urabá.
¿Qué quiere decir que un mar, como el del golfo de Urabá, sea dulce?
Quiere decir que recibe mayor caudal por kilómetro cuadrado. Es el mar con menor salinidad en el Caribe. La salinidad es de 33 partes por mil y en el golfo puede llegar a estar en 10 partes por mil. En Bocas del Atrato (el punto donde el río desemboca en el mar), puede bajar a 2 o 5 partes por mil.
Entre el Caribe Sur y Nicaragua no hay nada como el golfo de Urabá con su río Atrato, un golfo en forma de U al que le cae el río en esa magnitud. ¿Cómo se relaciona la baja salinidad del mar con los manglares?
La condición de salinidad define la biota marina, que va más allá de los peces: los mangles, que son diferentes especies de árboles, toleran en sus tejidos la sal que entra a través de sus raíces.
En el Caribe, el mangle que predomina es el negro, pero el rojo está presente cuando el agua es más dulce. El mangle piñuelo es predominante en el Pacífico, aparece muy poco en el Caribe y es vulnerable a la deforestación. En Urabá podemos encontrar los tres tipos de mangle.
Alrededor de los manglares hay otros bosques inundables muy extensos. El delta del Atrato (accidente geográfico que forma la desembocadura de un río en el mar) se parece más a la selva del Chocó que al Caribe.
¿Qué especies de flora y fauna podemos encontrar en un manglar urabaense?
Predominan especies de animales más adaptadas a lo salobre que a lo marino. Allí no encontramos erizos o estrellas de mar, por ejemplo, pues al no controlar la entrada de agua ni contar con mucha sal pueden explotar.
Contrario al resto del Caribe y a otros ecosistemas del país, el manglar de Urabá contrasta con esa fama de que Colombia es súper biodiversa. Es más bien pobre en especies, pero hace que las pocas especies que se adaptan allí sean únicas en términos evolutivos, y por eso son más “exclusivas”. Hablamos de otro tipo de biodiversidad.
Eso nos lleva a denominar a estos manglares como ecosistemas frágiles. Aunque hablemos de manglares de Colombia, estos tienen muchos tipos y uno de los más raros está en Urabá. Una de esas especies es el cangrejo azul, que migra entre el mar y la selva, cruzando caminos y carreteras, lo cual lo hace muy vulnerable a la caza.
Los manglares son hábitat para aves marinas como los pelícanos. También para nutrias, caimanes y manatíes.
¿Y qué peces crecen allí?
Hay especies de peces que son icónicas: el róbalo está en el manglar en sus etapas tempranas, que hace parte de la seguridad alimentaria de la zona; también el bagre chivo y las anchoas, que son distintas a las de mar.
El manglar cumple doble función para los peces: es un hábitat reproductivo y de crecimiento de juveniles y a la vez es fuente de alimento. La pérdida de manglares significa un riesgo de extinción para ellos. ¿Por qué es vital el manglar para el ser humano?
Los manglares representan seguridad alimentaria, también ecoturismo, desarrollo social y económico para las comunidades que habitan allí.
¿Cómo, desde las ciudades y las diversas regiones de Antioquia, podemos cuidar el mar de Urabá y los manglares?
Reconociendo el mar, hablando del tema, apropiándonos de él.
También, que no se deforeste el manglar, una actividad que se realiza, pese a que está prohibida, para obtener leña en las zonas rurales y para construir en el casco urbano.
Si el mar de Urabá puede parecerse al de Chocó, que es el mar Pacífico, ¿podemos encontrar también playas similares a las del Caribe, con agua cristalina y arena blanca?
El golfo de Urabá ofrece también esos contrastes de mar azul como en Zapata-Necoclí o San Juan de Urabá. Se puede gozar de ambos extremos: el Pacífico y el Caribe. Son oportunidades únicas que hay que valorar.