El arte como instrumento de paz, memoria y vida en la transformación de Urabá
24 de Agosto 2021
“¿Para qué seguir en la guerra? En la guerra los niños y los viejos estorbamos; y si somos viejas peor, no le servimos a nadie en la guerra. Otra vez voy a tener que coger mis corotos y salir de allá para acá, mientras cierran las puertas, mientras cierran los candados, mientras suena el traqueteo de las ventanas.
Otra vez voy a tener que salir sin saber para dónde, ¿a pedir asilo a dónde a esta edad? Cuando mis huesos duelen, cuando mi cuerpo es lento. Yo me quiero morir y me quiero morir con dignidad; y me quiero morir para que la niña pueda seguir, para que se puedan ir y se puedan salvar, porque los fantasmas de la guerra están otra vez rondando. Van de acá para allá, me susurran al oído cosas que ya no quiero escuchar, por eso hoy decido morir con dignidad". Fragmento de la obra Érase una vez un pueblo bello.
Allá, en el noroccidente del país, habita un territorio fértil y próspero, abrazado cálidamente por la brisa salada del océano Atlántico y Pacífico. Su insignia es el banano, pero su riqueza cruza fronteras, donde la diversidad cultural, artesanía autóctona, deliciosa gastronomía e imponentes paisajes enamoran a los curiosos que se atreven a descubrirlo.
Su nombre es Urabá que, en lengua katía, significa “La tierra prometida”. Si bien parece hacer justicia a su nombre, lo cierto es que esta región ha sido escenario de la violencia durante varias décadas, donde los jóvenes son arrebatados o seducidos por una guerra, mientras la comunidad demanda verdad y no repetición.
Hace más de 20 años María Victoria Suaza llegó a esta, la “Tierra del sol”, irónicamente buscando paz. De las comunas de Medellín a Apartadó, como dice ella, “dos guerras de distinta naturaleza, pero igual de despiadadas”. Con la ilusión de un nuevo comienzo y con sus manos vacías, María Victoria se armó con lo único que tenía: el arte, un instrumento de paz, resistencia y memoria que la llevó a escribir un nuevo capítulo en su vida y en la historia de Urabá.
Teatro y comunidad son las dos palabras con las que mejor se define a sí misma, reconociendo el poder transformador y la capacidad del teatro para hacer visible lo invisible. Desde la Comuna 1 de Apartadó, María Victoria abrió las puertas del arte y la cultura a la comunidad con talleres de títeres, donde, sin esperarlo, se sumaron cada vez más personas para explorar las infinitas posibilidades del arte.
Música, teatro y zancos se tomaron las calles y se apropiaron poco a poco de la Casa de la Cultura del municipio, con el fin de convertirla en un sitio de encuentro y un territorio para la vida y la paz. De repente, las fronteras invisibles entre las comunas parecían ceder ante este nuevo proyecto de cultura ciudadana.
Que los jóvenes se acercaran a vivir el arte sin temor de poner en riesgo sus vidas fue el primer logro del proyecto y uno de los más inspiradores para María Victoria. “Yo creo que uno no necesita una piedra o un puñal para entrar en lugares o en espacios prohibidos, logramos entrar con la bandera del arte, la cultura y, por supuesto, con todo un proceso de convivencia”, afirma.
Nace Camaleón de Urabá

Inspirada por La Casa Amarilla de la Corporación Cultural Nuestra Gente, María Victoria y su equipo comenzaron a tejer un sueño llamado Camaleón de Urabá. Con la intención de propiciar un espacio donde construir en colectivo, solicitaron un préstamo para comprar una casa en el corazón de la Comuna 1.
De acuerdo con María Victoria, aquella casa ubicada en el barrio Policarpa se convirtió en un sitio de encuentro, paz y resolución de conflictos. Allí las conversaciones eran amplias y variadas, como el desarme de los jóvenes, la dinamización cultural de la comuna y algunos temas de gestión social en pro del bienestar de la comunidad.
María Victoria reconoce que tuvieron que afrontar el reto de hacer una propuesta atractiva para los jóvenes, que más allá del espectáculo lograra dignificarlos. En ese camino fueron varias las pérdidas que enfrentaron, como jóvenes que perdieron la vida en episodios violentos, que se dejaron seducir por la guerra o que las necesidades y carencias los alejaban de su amor por el arte.
A miras de crecer con un modelo económico que, desde el teatro, permitiera a los jóvenes imaginar el arte como un proyecto de vida sostenible, María Victoria y su equipo lograron consolidar una empresa que oferta servicios artísticos y culturales. Además de comenzar a ganar una retribución económica, se enfocaron cualificar al equipo, buscando oportunidades educativas para los jóvenes y sus familias que los llevaran a conectarse con sus propósitos.
Estos embajadores de la cultura de Urabá lograron plasmar en sus obras la memoria histórica de la región, al tiempo que proyectan un Urabá que se reverdece, que no permite ser nombrado desde el lamento o la muerte, que es un suelo propicio para sembrar y construir. Hoy reconocen el pasado abrazando un futuro cargado de esperanza e ilusión, donde el arte es su vehículo para la construcción de paz.
Guía para escuchar esta conversación
0:10 -> Introducción
1:17 -> Presentación de María Victoria.
1:46 -> ¿Cómo fue su llegada a Urabá?
2:58 -> Apropiación de la casa cultural
7:03 -> Hogar del proyecto Camaleón de Urabá
8:27 -> Nacimiento del teatro comunitario
10:24 -> Impacto del proyecto para la construcción de paz
13:33 -> ¿Qué es el teatro?