En la vibrante ciudad de Cali, entre el ritmo efervescente de la salsa y los ecos del pacífico resonando en cada esquina, emerge una voz que desafía las convenciones. Junior Zamora, un hombre arraigado en el distrito de Aguablanca, al oriente de la ciudad, no es solo un artista; su carrera, forjada en la fusión de influencias y en la celebración de la autenticidad, es una narrativa musical propia.
En el año 2016, un eco musical resonó en los sitios más recónditos del mundo y llegó hasta el distrito de Aguablanca, al oriente de la ciudad de Cali. Su nombre era Black Man in a White World, una canción de Michael Kiwanuka que capturaba la búsqueda de autenticidad y el deseo de encontrar un lugar en un mundo diverso.
Esa melodía se convirtió en un elemento inspirador en el viaje musical de Junior Zamora, un artista que teje su identidad a través de historias y que se describe a sí mismo diciendo: “Primero soy un hombre negro de la ciudad de Cali y luego soy un músico”.
Sus raíces, arraigadas en las calles de La sucursal del cielo, se entrelazan con los acordes que abrazó desde temprana edad y se convierten en el lienzo donde Junior pinta sus emociones y vivencias. Desde el góspel, el género que ambientaba la banda sonora de ese ritual sagrado que eran los encuentros de coro en la iglesia cada domingo con su familia, comenzó a fraguarse la conexión profunda de Junior con la música, la creación colectiva y la interpretación del primer instrumento que acompañó su proceso.

Junior Zamora es un hombre cuya presencia irradia una mezcla de calma y energía. Escucharle hablar es sentir que estás hablando con un amigo cercano, uno que te conversa con expresiones cotidianas, de forma directa y genuina.
Si hablamos de certezas, su filosofía es clara: “Desde el inicio hay que entender en qué lugares te ves, te respetas, te validas y en cuáles no”, cuenta con seguridad. Y es a partir de esa premisa que Junior va configurando su propio lenguaje como forma de expresión alrededor de la música, lo que le ha permitido construir su identidad e ir encontrando su lugar en el mundo. En ese sentido, la honestidad ha sido la brújula que ha marcado el rumbo de su trayectoria artística y ha hecho de su proyecto una propuesta que él mismo describe como independiente, osada y disruptiva dentro de un contexto en el que se presume que los músicos tienen que enunciarse, verse y sonar de una manera particular.
En ese viaje musical, "¿a qué suena Junior Zamora?" era la pregunta que resonaba en su mente como un enigma que debía resolver. En ese punto ya no bastaban los sencillos para develar completamente su identidad sonora. Fue entonces cuando la semilla de una idea tomó forma y germinó en algo más grande, algo que pudo dar una respuesta completa y profunda a esa cuestión que le rondaba la cabeza, y fue así como nació EGO, su álbum debut compuesto por quince canciones que denotan la influencia del R&B, el Hip Hop, el Blues y el Funk en su estilo y, por ende, en su carrera. EGO fue su declaración artística, su forma de decirle al mundo: "Esto es lo que soy musicalmente".
Y es así como ahora, un año después y a modo de celebración, pero también de despedida, Junior comparte con nosotros el álbum que posicionó su nombre como artista en una de las sesiones de Vida íntima del arte, en el cálido escenario de la biblioteca del Centro Cultural Comfama Aranjuez y también nos da un abrebocas de lo que se viene con su nuevo proyecto DRAMA Volumen 1, 2 y 3.

La propuesta visual sobre la que se desarrolla y da vida a este primer álbum, amplifica la pregunta que lo impulsó a crearlo y emerge como una obra paralela que no se limita al rol de acompañar la música sino que expande la experiencia auditiva. Así pues, la estética pictórica que impregna los videoclips, el performance y los detalles meticulosos, convergen en una sinfonía cromática que Junior describe como roja en su plenitud: “EGO es rojo sangre, rojo carmesí porque está expuesto desde la visceralidad, está expuesto desde el rigor, desde la revelación sincera”. Sin embargo, dentro de esta llama intensa también destellan matices de morado, cian y amarillo claro, añadiendo capas de profundidad emocional que enriquecen la experiencia. En esta obra musical, moda, arquitectura, videoclip y fotografía se fusionan para crear un espacio donde su disco encuentra su propia voz, desafiando convenciones y explorando nuevas fronteras creativas.
Gracias a EGO, Junior atesora uno de los recuerdos más bonitos que tiene de su carrera. Fue en el lanzamiento de su álbum en Cali cuando lloró por primera vez sobre un escenario: “El sentimiento, las lágrimas y la bruma de emociones que me llegaron fueron más fuertes que mi quehacer sobre el escenario en ese momento en el que se supone que debía estar inmaculado, inamovible, insentimental. Y tuve que llorar, tuve que llorar sobre ese escenario y respirar, y se me apretaba el pecho, pero era de la felicidad de estar ahí y de celebrarlo porque había sido duro llegar a ese lanzamiento. Hoy por hoy que lo puedo mirar desde lejos, creo que incluso debí haber llorado más”. En su presente, esa imagen del escenario donde las emociones fluyeron libremente se erige como un faro de inspiración constante. Así, EGO no solo se convierte en un álbum, sino en un capítulo significativo de su historia, un testamento de la autenticidad que buscó siempre inundara su música.
En esta ocasión, pudimos ver en escena al cantautor, compositor y multiinstrumentista ofreciendo un performance tan íntimo, cálido y tranquilo como él mismo; su presencia emanaba una sensación de confianza a la vez que su figura, enmarcada por la tenue luz de los focos, nos daba a entender que cada movimiento estaba calculado y cada gesto tenía un propósito dentro de la historia que estaba interpretando.

Ahora, con su nuevo proyecto DRAMA vol. 1,2 y 3 se viene una nueva historia que se despliega en tres actos. En esta ocasión, los tonos de rojo que colorearon EGO reaparecen, aunque esta vez no desde el ámbito visceral, sino desde la perspectiva sensual del erotismo. Es una exploración que amplía los horizontes de su expresión artística, revelando nuevas dimensiones de su creatividad.
A diferencia de la introspección que caracterizó EGO, DRAMA vol. 1, 2 y 3 se alza con una intención más expansiva y accesible. Junior aspira a que sus composiciones encuentren hogar en situaciones comunes, desde los momentos compartidos entre amigos en el andén del barrio hasta las conversaciones relajadas acompañadas de cervezas. Como una oda a la universalidad de la música y a su capacidad de tejer lazos emocionales en los lugares más cotidianos y auténticos.
A lo largo de este viaje artístico, para Junior cada actuación es un homenaje al don que siente que le ha sido dado, es una celebración de la música como ritual, una continuación de esa conexión sagrada que comenzó en los días de góspel en la iglesia y ahora se manifiesta en su identidad. Así, en cada interpretación se convierte en un narrador musical que cuenta historias que a la vez son su propia historia.
Te invitamos a descubrir la esencia auténtica de los artistas, explorar su trayectoria, influencias y la pasión que impulsa su arte, mes a mes en la franja de Vida íntima del arte y en la oferta cultural que puedes encontrar en nuestra agenda.