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Un viaje de sabores: cocina que cura el alma

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Un viaje de sabores: cocina que cura el alma

Entre las miles de oportunidades de viajar, está la de ser pasaporte a nuevos destinos por medio de la cocina, un descubrimiento constante para transportarte a varios kilómetros desde el lugar donde te encuentres en el momento.

Claudia Arias Villegas, periodista gastronómica, tuvo su primer encuentro con los sabores de la cocina en el 2005, cuando trabajaba en el periódico El Colombiano y nacieron los proyectos “Gente del vino” y “Gente que cocina”, con los que se rendía homenaje a la cultura de la buena mesa, todo lo relacionado con el vino y la enología.

Luego, hizo parte de un proyecto junto al chef Rodrigo Isaza. De la mano dieron paso a las llamadas “cenas clandestinas” o a puerta cerrada, que consistía en una reunión alrededor del buen comer en sitios privados.

Rodrigo Isaza, quien se formó como artista plástico en un “mundo de grandes”, se relacionó en la universidad con compañeros mayores y él, siendo menor, era el encargado de cocinar por la pasión que siempre ha sentido hacia la gastronomía.

Años después viajó a París, la ciudad que según Forbes es la mejor para comer en el mundo. De Europa le llamó la atención que las personas se reunían para disfrutar de un platillo entre amigos. Al regresar a Colombia quiso hacer de su taller, donde se hablaba de cine y pintura, un espacio para cocinar y compartir.

Comer se ha convertido en un acto de diversión, afirma Rodrigo. Las costumbres y las manifestaciones culturales que se han generado durante la alimentación son para el goce y el disfrute, como en cualquier acto de ocio en la vida de las personas. Los alimentos se fusionan con la poesía y el arte, en un mismo menú.

En las diferentes travesías que ha emprendido desde los sabores, los olores y el paladar, Rodrigo ha conocido países y regiones que fueron sus invitados cada mes a su taller. Luego se dio apertura al Restaurante El Herbario, un lugar en el que las hierbas y especias son protagonistas en cada plato de su carta. Allí se puede disfrutar de un atún con uvas al jerez, una crema de ñame con queso y cilantro, o un cerdo con espárragos y mantequilla de tomillo.

Viajar con el paladar dispuesto

Durante el tiempo de pandemia, las personas han encontrado en la cocina la posibilidad de volver a viajar, agradecer, reducir el estrés y soñar. Preparar alimentos, es un método de alivio ante la crisis.

Claudia dice que:

Es un viaje al interior, cuando se intenta y hay un reto.

Esto, al hacer una reflexión de asumir riesgos culinarios y apostarle a la preparación de recetas hechas en el hogar. Los viajes y la comida de cada lugar son indisociables, por esto también se hace valioso regresar y disfrutar de esos sabores típicos en casa.

Virgilio Martínez, uno de los chefs más reconocidos de Latinoamérica, se ha inspirado en la tradición, las tierras, y los pisos ecológicos del Perú. Esto le ha permitido lograr una conexión mental que le despierta cada alimento antes de ser servido en la mesa.

Asimismo, para Rodrigo Isaza: “una de las cosas más bonitas de la gastronomía es transformar lo que da la tierra”. Con esta afirmación menciona lo que significa viajar por Colombia y descubrir en cada recorrido la experiencia de sabores en cada región, que van desde las almojábanas de Santa Rosa de Osos, los envueltos de Córdoba y el pescado de la costa al llegar al mar.

La cocina es viajera y se adapta según las necesidades y costumbres de cada lugar o persona, de allí los hallazgos fascinantes que pertenecen a cada país y actualmente   pueden encontrarse con facilidad en supermercados o plazas.

En el valle del Sinú, Rodrigo ha encontrado gozo por la comida de la sabana cordobesa, una fusión de la culinaria precolombina, sirio- libanesa y antioqueña, que se origina con la agricultura y se evidencia en la variedad de víveres y abarrotes del Mercado de Santa Cruz de Lorica, nombrado monumento nacional en el año 1996.

En los Montes de María, Claudia se comió el mejor mote de queso. Ese bocado lo recuerda como uno de los más memorables de los viajes que ha hecho. En esta zona del Caribe colombiano hay una riqueza gastronómica en la que resaltan las galletas chepacorina, el queso dulzongo y las famosas panochas. También, sobresale la variedad de yuca, ñame, plátano y maíz, debido a la fertilidad de estas tierras. La arepa boyacense, considerada un símbolo de identidad y un mestizaje culinario, tiene cabida en su listado de comidas favoritas.

Para ellos es importante explorar los sabores de los dulces típicos que representan una tradición en el país. Colombia cuenta con una diversidad de frutas y hortalizas sobresalientes en el mundo. Poco a poco, se están abriendo caminos para que la gastronomía colombiana ocupe un lugar significativo. “Para lograrlo es necesario reconocernos, aceptarnos y valorar lo nuestro”. Comenta Rodrigo.

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Dicen que la felicidad son pequeños momentos de la vida, son instantes, son sabores que evocan recuerdos. Reunirse alrededor de la mesa para comer en familia, con amigos o en pareja, trae consigo historias, besos, abrazos.

La infancia de Claudia sabe a migas de arepa, arroz y carne molida, preparado por su papá y al sándwich con carne majada con el que su mamá la sorprendía cada domingo.

Por su parte, para Rodrigo, los recuerdos culinarios del ayer tienen sabor a panderos preparados en casa, jalea de guayaba y arepas de queso, compradas en Ciénaga, Magdalena. 

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Recomendaciones para viajar a través de la cocina:

  • Disponerse a salir, a buscar alimentos diferentes en plazas de mercado.

  • Atreverse a explorar el paladar.

  • Abordar la cocina como una aventura y descubrir mundos fascinantes, ese mismo placer que genera la comida.

  • Abrir los sentidos para descubrir nuevos sabores.