Santa Fe de Antioquia: artes de la calle fue un viaje cultural que nos invitó a conocer las memorias y las fantasías de muchos artistas del mundo. Una prueba de cómo el arte congrega, inquieta y entretiene, un ritual que transforma la vida y nos une en un espacio común.
En cuatro días, del 6 al 9 de octubre, la mezcla de adrenalina y euforia nos recordó, en palabras de la ministra de Cultura Patricia Ariza, que el cambio social es cultural o no será.57 actividades culturales entre danza, teatro, música, conversaciones, talleres, recorridos, batucadas y cine, que alimentaron y enriquecieron una programación que buscó enaltecer las artes vivas.
La primera versión del festival recorrió las plazas y los barrios de este municipio patrimonio de Colombia. Caminó, cantó y bailó por los caminos empedrados y los 8 escenarios dispuestos al encuentro en plazas y parques del municipio, los mismos que, posteriormente, reunieron a la comunidad, se llenaron de alegría y se inundaron con aplausos que celebraron la vida. La Casa Comfama, la Plaza mayor Simón Bolívar, la Plazuela Jesús Nazareno, el Coliseo municipal Llano de Bolívar y los parques La Chinca, Las Clavellinas, Santa Bárbara y Juan Esteban Zamarra, además de muchas acciones itinerantes.
La conversación inaugural evocó dos pilares fundamentales para la Caja y para la sociedad: la cultura y la educación. Nos acompañó la ministra de Cultura de Colombia Patricia Ariza, quien, con sus poderosas palabras, hizo un llamado a la acción para reparar el relato nacional, aquel, en el que indudablemente,la protagonista debe ser la paz.
De esta conversación nos quedamos con la premisa de que el papel del arte no es suficiente, es importante que esté acompañado de justicia social,según la ministra, “iluminar con sucesos, imágenes y acontecimientos. Los artistas se adelantan a su tiempo y ni ellos mismos son capaces de explicarlo”.
Una vez finalizado este espacio dispuesto para el diálogo, reafirmamos el por qué estábamos en Santa Fe de Antioquia dándole inicio y concentrando todas las energías en un festival que pretende y quiere quedarse. Un festival de artes que quiere sumar a la diversidad cultural del Occidente de Antioquia y de nuestro país, abrir conversaciones difíciles y generar debates necesarios para replantearnos la vida o cambiar los engranajes que a veces no permiten un horizonte claro de progreso.
La música convocó. Santa Fe de Antioquia nos abrió las puertas de la Plaza mayor Simón Bolívar para que personas de todas las edades: niños, niñas, jóvenes y adultos disfrutaran de un acto inaugural que hizo bailar, cantar y reír a los asistentes. Nos acompañó Herencia Gaitera, la Banda Sinfónica de Santa Fe de Antioquia, el Coro Infantil del Museo Juan del Corral, Paula Malik, Les Miss Trash y Barrio Comparsa. Propuestas locales y regionales que mostraron nuestro talento, acompañados de espectáculos desde el clown y la música que nos dieron un aire de mundo.
Santa Fe de Antioquia: artes de la calle, iluminó el municipio con su presencia, ofreció una variedad artística inigualable para el ocio y el disfrute de sus asistentes locales y foráneos. La música y las visuales de la Vj Ambivalencia, la batucada despampanante de Aainjaa, la Orquesta Típica Milonguera y los sonidos del bandoneón, Cantoalegre y su espectáculo para cantar y jugar, la poesía y las composiciones de Pala y la Orquesta Filarmónica de Medellín y su quinteto de metales, retumbó en cada esquina.
La música acompañó al teatro y la danza en donde el Ballet Metropolitano de Medellín, Ertza, Burka Teatro desde España, Imperial Kikiristan desde Francia, Ensamblaje Teatro, La Tropa del Eclipse desde Perú, Pantolocos, Circo Medellín, Jabrú Teatro de títeres y el relato Matachinesco del Carnaval de Riosucio nos sorprendieron con sus habilidades y destrezas, nos hicieron par de sus historias y nos emocionaron con de cada uno de sus gestos.
Los jóvenes de Santa Fe de Antioquia fueron anfitriones y se gozaron este festival que se mezcló con fiesta y carnaval. Bailaron y saltaron al ritmo de la música,con sus coreografías adornaron las comparsas y acompañaron las actividades día tras día. Para ellos no existió el cansancio y su presencia indudablemente fue mágica.
El cine, las conversaciones y los talleres le abrieron camino al diálogo. Películas como Segunda estrella a la derecha de la directora Ruth Caudeli, Una madre del director Diógenes Cuevas y Amor rebelde de Alejandro Bernal, congregaron a cientos de personas en la Plazuela Jesús Nazareno, quienes, ante una pantalla gigante se dispusieron a viajar a través del cine colombiano.
Los talleres de cartas, el taller de Clown con Hernán Gené y el taller de Máscaras al parque: Fiesta de los diablitos, pusieron a prueba las destrezas y desentrañaron tradiciones únicas de nuestro país. Una muestra de ello fue la unión, ya que el diablo de Riosucio viajó desde el departamento de Caldas para compartir con los diablitos de Santa Fe de Antioquia su relato Matachinesco.
Por otro lado, las conversaciones con temáticas como Unir lo inseparable: educación y cultura, ¿Un festival para qué?, ¿Cómo emprender y construir un proyecto de vida en torno al arte y la cultura?, tuvieron como invitados a Patricia Ariza, ministra de Cultura de Colombia; Paula Restrepo, responsable de Personas y Familias en Comfama; Ana María Cano, periodista; Juliana Acosta, directora del Ballet Metropolitano de Medellín; Octavio Arbeláez, curador y experto en festivales nacionales e internacionales; Sergio Restrepo, responsable Claustro Comfama y Paola Mejía Guerra, responsable de Empleo y Emprendimiento en Comfama. Todos ellos, con su participación, alimentaron con fuerza el camino y vislumbraron potentes consignas que nos permiten seguir trabajando por festivales de arte.
Este festival, fue en esencia una muestra de cosmopolitismo, congregó a más de 16.000 asistentes en un espacio en común, con una comunidad artística regional, nacional e internacional, generando así un diálogo de saberes entre territorios.
Santa Fe de Antioquia: artes de la calle, llegó para quedarse, “la importancia de los festivales es su continuidad. No basta ser golondrina de un solo verano, la reintegración y el encuentro son fundamentales para que la calidad suba”, Octavio Arbeláez, curador y experto en festivales nacionales e internacionales.
No nos queda la menor duda de que este fue un festival para todos y todas, en donde el espacio público no solo se transformó en escenario, también en hogar. Posibilitó las puestas en escena y nos brindó un espacio en común cómodo para el encuentro con otras culturas, países y artes vivas. La calle fue la sala de nuestra casa, en donde las cortinas se abrieron de par en par como el telón del teatro, se despejó el escenario y se les dio la bienvenida a todas las personas dispuestas a celebrar la vida.