La humanidad, entre la genialidad de sus creaciones, ha podido entregarnos un espacio, tiempo, lugar, que se hace memoria, expresión, pedagogía, burla, fantasía: el teatro.
Una representación escénica que pretende desde su origen, en las antiguas Grecia y Roma, ser usada para divertir, educar, divulgar, persuadir, a los pueblos por medio de interacciones ficticias al aire libre inicialmente, o ahora también en espacios cerrados, donde individuos o grupos de quienes conocemos como artistas dramáticos o actores, se presentan a partir de libretos preparados.
Desde el siglo V A.C. hasta la contemporaneidad, el Teatro se ha transformado a partir de la capacidad de creación del ser humano, bien atendiendo intereses particulares o bien según las necesidades de grupos y pueblos. Dicha evolución en este tipo de creación humana ha dado lugar a géneros como la tragedia, la comedia, el drama, el musical, la ópera, el monólogo o la tragicomedia, que en un escenario suman como parte de la obra que representa una interacción entre las siete artes reconocidas por la humanidad, que dan lugar a la comunicación propia.
No es entonces en vano que se haya fundado el ‘Instituto Internacional del Teatro (ITI)’ que, a su vez, dio lugar al ‘Día Mundial del Teatro’ para los 27 de marzo de cada año, celebrando por primera vez en 1962 durante el ‘Festival de Teatro de las Naciones’ en París.

La creación escénica tiene, además, miembros que pueden llamarse posibilitadores, gestores, directores, libretistas, para quienes el teatro, haciendo parte de sus vidas, tiene una mirada particular.
Cuenta por ejemplo Jaime Tabares, profesor de arte dramático en municipios y zonas rurales que “la posibilidad de que la sociedad lo goce, en el siglo XX especialmente, le permitió dar unos pasos adelante preparándola para el siglo XXI. Jamás pude comprender que, a los buenos maestros, teniendo las respuestas, les cambiaran las preguntas. El teatro por ser didáctica puede cambiar las caras largas y los agobios”.
Fabio Rubiano y Marcela Valencia son reconocidos actores colombianos y fundadores del Teatro Petra en Bogotá. A propósito de su oficio, dice ella: “apostamos a hacer teatro y lo seguimos haciendo; yo hacía producción, gestión, prensa y actuaba; Fabio escribía dirigía y planeaba todo lo técnico. Así fue durante la mayoría del tiempo. Desde que tenemos la casa, se ha unido el mejor equipo que podríamos anhelar. Lo más importante es que no estamos solos, tenemos un gran apoyo”.
Son amores que se transforman en historias, en la escena y tras ella, el teatro que, como dice la reconocida maestra Patricia Ariza, le ha “enseñado, más allá de interpretar el mundo, a cambiarlo, porque cuando una obra de teatro es arte de verdad, ningún espectador o espectadora sale igual que como entró”.
Y es que su sabiduría teatral da también para expresar cómo la sociedad es fundamental al momento de crear: “es tan importante la imaginación como el pan. Ninguna sociedad puede vivir sin el relato, sin la imaginación o sin el arte (...) Lo digital es importante y necesario, pero nada, nada, remplaza la presencialidad”.
Como parte de su programación cultural, Comfama ha podido dar acceso a los antioqueños a la discusión y los diálogos que proponen, entre otros, estos grandes artistas.
Ahora en marzo, celebrando su mes internacional, ¡Vamos a Teatro!