La Alegría del disfraz
El día de los disfraces en Santa Fe de Antioquia vi muchxs niñxs y mamás trasnformadxs, compartiendo y disfrutando del Halloween. Un ritual de naturaleza comercial que congenia con las tradiciones del disfraz que tiene la histórica ciudad y su fiesta de diablitos. Allí me encontré de nuevo con los chicxs de la Escuela de Música para practicar fotografía con luz día en el desfile donde ellos iban a participar e interpretar varias canciones. Clara, David y yo tratábamos de capturar imágenes de gente disfrazada, sin lograr que se quedaran quietos el ratito que se necesita para hacerles una foto que nos transmitiera una proyección de su subjetividad en un día de amistad y risa donde se está permitido cambiar la identidad de la segunda piel, llamada así por artista vienes, Frederich Hundertwasser, en su teoría de la Cinco Pieles del Hombre, y que tienen que ver con el vestuario y por ende la representación en público de nuestra personalidad.
Un amague de lluvia comenzó justo al inicio del desfile, escampándome debajo de un techito de un local vi cómo las gotas golpeaban el lente y el cuerpo de la cámara de un fotógrafo que no tapó con nada su herramienta y siguió trabajando como si tuviera un watercase imaginario, hasta que se dio cuenta que no había forma de trabajar así y se vino a resguardar al lado mío, me dijo, “Me da susto que se vayan para la casa y no les haga fotos, la terea es localizarlos luego para vendérselas, ¿usted para quién trabaja?”. Le conté y me quedé hablando con el hombre unos minutos más de cómo cuidar del agua y el polvo las cámaras fotográficas, pero al parecer para él no tienen el mismo valor que para mí. Al aminorar la lluvia, todo el desfile y la gente se reacomodó de nuevo y cada uno volvió a su lugar, el público, los fotógrafos, la policía y las comparsas pactamos rápidamente nuestra representación en el evento. Pensé en un momento dado, entre tanta imagen ¿a quién retratar? Sin embargo, de a poco y de a uno en uno, caminé entre los chicxs de la Escuela de Música y sus disfraces, tratando de capturarlos en imágenes junto a una multitud de ratonas, diablos, payazos, hadas y catrinas, caperucitas, brujos calabazas, Carlos Santana y algunos tigres que rondaban por allí.
En un trabajo anterior que hice con otro grupo de estudiantes de Santa Fe de Antioquia conocí al ilustrador Zallary Cardona, une joven transexual, que nos invita desde su representación y ser a buscar dentro del respeto otras formas de vestir y convivir en el territorio. Su propuesta de colores pasteles, con trajes muy sencillos de uso común, como una pantaloneta rosa, unos tenis blancos impecables, medias y camisa a rallas y maquillaje femenino usados por lo que arquetípicamente es la representación de un macho, un hombre de tez adulta y barba, rompía el esquema de pensamiento de los lugareños en sus costumbres y tradición, confrontando sus prejuicios y miedos atávicos, buscando establecer una nueva convención, un acuerdo tácito que incluya al que ha sido excluido siempre y le dé cavidad a la diversidad sexual que poseemos los seres humanos. En el caso del día de los disfraces o del carnaval, como sociedad buscamos amparo en una ocasión especial para representar al otro y al hacerlo perder la identidad que nos tiene acogidos, como un respiro de nuestra eterna representación, y una forma de desobediencia, en el caso de Zallary su apuesta de vestuario es vital, y vibra en concordancia con su ser interno que desde el arte busca darle otras posibilidades de representación a su cuerpo en público.
