NUEVAS MASCULINIDADES
Desde chiquito hacía parte de todo, a los 6 años se convirtió en el reemplazo de su mamá en los grupos de oración “cuando ella no podría ir, me mandaba a mí y la gente era feliz conmigo” y no sólo en ese entonces, a Rafael Augusto Restrepo lo quiere “todo el mundo”; los vecinos, compañeros de trabajo, las amigas de sus hijas y hasta el que apenas lo conoce.
Está lleno de sorpresas e historias que han hecho de él, un gran ser humano, la resiliencia lo ha acompañado desde siempre.
“Las pandillas se llevaron mis amigos, teníamos 13 años y estábamos en un grupo de baile, los breakis, pero duró sólo un mes, porque cambiaron el baile por navajas y un trabuco, era época de reclutamiento”, la violencia se había apoderado de las calles y de los jóvenes y barrio Niza, no era la excepción.
De ese “mundo” lo salvaron las artes y su tía Carolina, quien lo llevó a Bellas Artes para así tenerlo alejado de las calles.
Ver a Rafael en su casa, compartiendo con sus hijas y contándonos estas historias se me hace encantador, juegan, se toman fotos, hacen música, dialogan, les ayuda con las tareas, se acompañan y llegan acuerdos, así es esta familia, no es convencional y eso la hace única.



Después del nacimiento de Majo, reconoció la importancia del respeto por las mujeres, “No podía mirar a los ojos a mis hijas, si no existiera un mundo que se debe cambiar y no se hizo nada”
Ha procurado darles a Antonia y Majo, libertad, confianza y respeto, él es su amigo.



Uno de los días que los visité, Majo su hija mayor me contó que ella y su papá eran los primeros fans de Yuya, veían tutoriales con los que Rafa aprendió a peinarla y hacer trenzas, uno de los recuerdos que tiene es un peinado fantástico que le hizo con un chulo y una flor morada, ese, lo guarda en su memoria.



Músico, muralista, trabajador social, aspirante a escritor, pero sobre todo papá de tiempo completo, así es Rafael Augusto.



