Adrenalina y temor. Eso sintió Luisa Fernanda Cárdenas la primera vez que hizo un mural en la calle. Corría el año 2015.
Ella forma parte de un colectivo cuyas integrantes decidieron llamarse como un voraz pez amazónico: la piraña. «No queríamos un nombre suave, queríamos un nombre más fuerte, que fuera transgresor. Y aunque la piraña está como mal vista, es un animal que va en su manada». Así explica Luisa el origen del nombre de Pirañas Crew.



Según Luisa los inicios del colectivo fueron reuniones en el cuarto de su casa donde todas hablaban sobre derechos sexuales y reproductivos, y otros temas de género que salían a la luz.
«Hacíamos performance y videos. Luego supimos que el grafiti podría ser un buen elemento y empezamos a ensayar. Nos gustó lo que estaba pasando, porque empezó a resonar en las calles», recuerda.



Transformar espacios desde la feminización, eso es lo que hace Pirañas Crew. Se trata de hacer presencia en lugares que no han sido pensados para mujeres, o de los que han sido excluidas. Según ellas, su propósito «es integrar todas las poblaciones porque no se puede negar la existencia del otro con sus ideologías».
Luisa y su colectivo se atreven a desafiar un entorno dominado por hombres. Lo hacen desde el feminismo, con mensajes que buscan igualdad.




Las aventuras de Pirañas Crew para dejar su sello en el paisaje urbano son muchas, tantas como grafitis hechos por ellas en la ciudad. Aunque la mayoría son recuerdos gratos, algunas veces hubo escenarios de machismo, discriminación o cosificación de la mujer.




