A pesar de haber nacido en Medellín, Luis Germán se considera santafereño de pura cepa. Heredó de su padre el amor por lo público y el interés por lo cívico y lo comunitario. Su vocación de ayudar a su comunidad nunca desapareció a pesar de su carrera como administrador de empresas que lo llevó a trabajar en grandes compañías privadas. La oportunidad de expresar esa herencia se le presentó con los años, de la mano de la fotografía, una de sus más grandes pasiones.


Durante la década del noventa, Luis Germán trabajó para la Revista Avianca. Algunas de sus tareas consistían en redactar crónicas de viaje y registrar con una cámara digital Canon las mejores imágenes del recorrido, despertando en él una avidez por la fotografía. Y como se volvió bueno en ello, y la vida siempre lo lleva a uno al lugar al que pertenece, le propusieron gestar y dirigir el Festival Fotográfico de Santa Fe de Antioquia.



Esta fue una tarea que resultó compleja, casi quijotesca, por la poca vocación cultural del municipio y por los obstáculos de índole político y económico que encontró en el camino. Pero años de trabajar y creer en el proyecto, de silenciosa búsqueda de recursos, de tocar puertas y de enfrentarse como un quijote criollo con la burocracia y las trabas gubernamentales locales, al final dieron resultado: creó un festival que creció año a año en asistentes y en prestigio nacional e internacional, hasta la última versión en 2017, cuando no lo pudo hacer más.




Este festival fotográfico le dio a los habitantes del municipio un espacio para la expresión artística más allá de las instituciones, y además generó empleos, emprendimientos, turismo, opciones de vida, y convirtió al pueblo en un referente cultural y social en la región de occidente. Todo gracias a este silencioso hombre. A un apasionado por la fotografía que decidió que Santa Fe de Antioquia merecía un evento fotográfico de primera categoría.




