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Crónicas del barrio y de la región

Crónicas del barrio y de la región: Lina Tobón

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Crónicas del barrio y de la región: Lina Tobón

Son las tres de la tarde del domingo. Debajo del viaducto del metro frente al Jardín Botánico se escucha una música que no es habitual en Medellín, hecha con tambores, panderetas y berimbáu, un instrumento de cuerda que consiste en un arco de madera del que está pegado una calabaza. Dos contrincantes entran a la roda, se ponen en cuclillas frente a los músicos y piden permiso para empezar su jogo. Alrededor todos los asistentes bailan, cantan y aplauden mientras comienza una danza de ataques y defensas con movimientos fluidos, saltos mortales, paradas de manos, patadas y bloqueos acompañados de música y cantos. Los instrumentos marcan el ritmo del combate, y algunas veces el cantador improvisa y narra lo que está pasando en la rueda. En cualquier momento un tercero puede pedir permiso a los músicos para reemplazar a uno de los jugadores y cambiar los protagonistas. Al final nadie gana, aunque salir con el uniforme sucio es una deshonra.

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En el siglo XVI, Portugal traía cada año a América cerca de 12 mil personas desde Mozambique, Angola y el Congo para convertirlos en esclavos al servicio de los cultivos de caña de azúcar y algodón en Brasil. Los compañeros de barco de esa travesía infernal se llamaron malungos, o hermanos para la vida, y en medio de las peores condiciones estos hombres y mujeres comenzaron a practicar en secreto una forma de entrenamiento físico con características de danza acompañada de música y cantos. Esta disciplina se transmitió por generaciones en las zonas más marginales de Brasil, hasta que en la década de 1930 salió de las favelas, se convirtió en deporte nacional y comenzó su expansión por el mundo.

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La que combate en esta rueda es Lina Tobón, quien a los 15 años, cuando vivía en el barrio Las Violetas, conoció la capoeira. Después de ocho años de práctica con el mismo colectivo, Lina fue a un festival en Bogotá donde descubrió que había mucho más por aprender y se embarcó en la aventura de crear un grupo con dos amigas en un universo dominado por hombres. En pocos meses recibieron la bienvenida de la Oficina da Capoeira Mestre Ray, en Brasil, que les entregó instrumentos, uniformes y la confianza que necesitaban para seguir adelante. Pronto comenzaron a dar clases y crearon una corporación a la que años después nombraron Corporación Mangle o Corpo Mangle, corpo es cuerpo, y mangle se refiere a la sala cuna del mar. Donde crece la vida.

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Desde 2008 el Centro de Desarrollo Cultural de Moravia es el hogar de Corpo Mangle, que se ha expandido con sus proyectos a otros sectores de Medellín. Es así como Moravia ha sido el punto de partida desde el que se han proyectado las enseñanzas de la capoeira, que van más allá del enfrentamiento y el combate, porque en un sentido más profundo se trata de aprender a esquivar las patadas que da la vida y levantarse con dignidad. Para un caminante desprevenido esta rueda bajo el metro puede parecer apenas un grupo de jóvenes peleando al ritmo de la música. Pero Lina y sus malungos encuentran en este llamado ancestral códigos de honor, compañerismo, atención, disciplina y respeto por el cuerpo que pueden ayudar a transformar sociedades aun en medio de las dificultades.

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