“Sobre tus mesas que nunca preguntan, Lloré una tarde mi primer desengaño” es la frase que lleva el Café Alaska sobre la greca y el lavaplatos donde habitualmente encontraremos a Gustavo Rojas quien ha sido el administrador del café durante un par de décadas y tiempo más. Hoy en día, la barra del café está medio cubierta de un brilloso plástico transparente que ayuda a delimitar la zona del cafetín, hace parte de los nuevos paisajes que nos ha dejado una pandemia que ha azotado al mundo en el último año.



Sin embargo, y a pesar de las adversidades, el Café Alaska - un representante del buen tango en la ciudad - aún se mantiene gracias a los esfuerzos de Gustavo Rojas, una persona carismática y amable que acompaña la esencia del café diariamente. Él tiene el toque secreto para preparar los mejores tintos que podría tomarse uno en la zona, entre cartas, billares, tintos, guaritos, roncitos y uno que otro cigarrillo, por ahí vas a ver a Gustavo ir y venir sonriendo con sus clientes o solamente dejando que el tiempo pase en su bar.


