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Fredy Serna, el artista en su terraza

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Fredy Serna, el artista en su terraza
«Lo que Serna pinta es su horizonte, esa montaña que tiene delante de sus ojos, que cambia con la polución, con el día, con la noche. Él pinta ese paisaje: el ambiente y la belleza de esa arquitectura espontánea donde conviven miles de personas».

Recuerdo el taller de Fredy con la misma sensación de subir a una torre o un faro: ese momento de plenitud cuando desde lo alto se puede observar el paisaje en 360 grados. Su taller es una casa de varios niveles en Pedregal, barrio formado en la montaña de la zona noroccidental de Medellín, con una vista privilegiada.

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A veces resultábamos hablando en su terraza, un pequeño lugar entre el tejado desde donde se contempla la dimensión de Medellín entre montañas; un paisaje urbano color ladrillo, un croquis de manchas verdes y líneas negras que muestran los trazos de las calles, de los barrios, las casas que se unen como píxeles de una imagen infinita. Esa ciudad inabarcable llena de historias.

Luego terminábamos dentro del taller, extenuados por ese paisaje hipnotizante. El taller está lleno de ventanas que dejan entrar la luz a todos los rincones. Es un lugar con mucha naturaleza por la estrecha unión que Fredy tiene con las plantas, pues son una relación directa con la memoria de su madre y un punto de conexión con la vida. En el interior también están los cuadros de su autoría. Yo los veía como el efecto que el papel fotográfico toma cuando es impregnado por la luz. Era un paisaje dentro de otro paisaje.

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En nuestros encuentros sentía una recurrente curiosidad de preguntarle por los grupos de rock de la zona, pues no dejo de asociar su trabajo y su personalidad con el rock de Medellín. Sus obras empezaron a circular con fuerza a mediados de los años noventa, justo cuando necesitábamos volver a ser jóvenes.

Era necesario buscar un nuevo significado para esa ciudad que habíamos heredado, ese hervidero que reconocíamos por medio de canciones, de grupos de rock, punk, metal y de atravesar la ciudad y sus fronteras buscando conciertos. Fredy Serna no tenía una banda de rock, pero sí tenía un pincel con el que nos mostraba la ciudad no contada. Sus pinturas fueron un espejo para vernos, un punto de partida para volver a conquistar el derecho a la ciudad que habíamos perdido en la guerra.

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Su obra inspira hoy relatos en otras disciplinas como el urbanismo, la estética y la sociología. Su esencia sigue siendo su autenticidad, su irreverencia. Nada más genuino, en mi opinión, que el artista que pinta su paisaje cercano, lo que tiene al frente, su horizonte y, a partir de ahí, sobre eso tan habitual, construye un universo completamente nuevo. La obra de Fredy Serna sigue siendo como una ciudad en construcción. Medellín también, y decidir pintarla es como seguir construyéndola.

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Por: Andrés Sampedro

  • Fotógrafo que usa la imagen, el texto y el sonido para decodificar y crear relatos