Byron Efrén González, o como se le conoce en Puerto Berrío: "el marmolero", se estableció hace cerca de 23 años en este municipio ubicado en el corazón del Magdalena Medio colombiano, motivado (al igual que muchos) por su activo comercio y, por otra razón, quizá secundaria pero no menos importante para él: su pasión por la pesca.

Byron conoció el oficio de la marmolería a los 9 años en el taller de sus primos en Medellín, su ciudad natal y, a sus 36 años, al llegar a Puerto Berrío, vio en este lugar la oportunidad de abrir su propio taller; el primero de este tipo en el municipio. Sin embargo, en su equipaje personal de intereses y talentos, no solo traía una caña, anzuelos, un martillo, cinceles y punteros. También traía su amor por el deporte y, particularmente, por el ciclismo.

Este "marmolero", pescador y deportista, desde hace 16 años lidera el club de ciclismo "Cipuber", donde con escasos recursos pero abundante compromiso e ingenio, más de 300 niños y jóvenes de Puerto Berrío han conocido este deporte y, algunos de ellos, con reconocimientos nacionales e internacionales, han encontrado en él una opción de vida en un contexto social difícil, caracterizado por limitaciones económicas y por hechos violentos que atraviesan el pasado y el presente de este municipio.

"El Marmolero" es un hombre amable, conversador, de un temperamento tranquilo, de un cuerpo menudo como buen ciclista, y con una mirada algo opaca y nostálgica que toma brillo al hablar de sus recuerdos y de lo que lo apasiona.

En su taller "La Auxiliadora", con apertura y generosidad, me contó sobre su trabajo, y pude ver cómo este lugar, más que un taller, era un pequeño museo sobre su vida, donde en medio de herramientas y lápidas, tenía bicicletas, trofeos y fotografías de sus pupilos. En esta composición de objetos un tanto paradójica que habla de la juventud, la nostalgia, el deporte y la muerte, es inevitable no perderse en los detalles y las historias que cuentan cada uno de ellos.

En "La Auxiliadora", el recorrido por las glorias del ciclismo juvenil de Puerto Berrío, las herramientas metódicamente organizadas en las paredes y varias lápidas entre las que se encuentra la de su padre, Martiniano González, que decidió conservar tras su exhumación, dan cuenta de las realidades disímiles y complementarias que transita Byron en su cotidianidad.

En "El marmolero" habita la esperanza y la promesa de futuro inherente a la juventud de sus pupilos; la nostalgia que se cuela entre los recuerdos de los triunfos y buenos momentos con "Cipuber"; y la lobreguez del final de la vida que encara y recuerda con cada cliente que necesita una lápida. Realidades que explican las características de su mirada y, especialmente, el alcance y profundidad de su legado.

Byron, con su trabajo, ha logrado dejar una marca indeleble en Puerto Berrío. Una marca tallada en mármol con su arte fúnebre y una marca en la vida de los jóvenes que pasan por Cipuber y que encontraron en este lugar, a su vez, una forma de escribir y grabar sus nombres con sus logros y compromiso, tanto en el corazón de Byron como en la historia y el futuro de este municipio.