Hasta que jugando, venza por fin la vida Conversación entre Dorian Agudelo (DementesPensantes) y Federico Ruiz (Fotógrafo)
Imaginemos Un barrio cualquiera de Medellín en los 90 (en 1991, fueron asesinadas 6.809 personas). Imaginemos un chico que corre y una madre que lo ve venir desde la distancia.
En ese barrio, una pared pintada con una historia griega. Un laberinto: Medellín; Un minotauro: el narcotráfico y las bandas; Un guerrero, no Dorian, sino algo más grande que él.


Algo más grande es Casa Mía. Llegando a los parches, cambiando la cultura de la muerte, preguntándonos: ¿por qué nos matamos si crecimos jugando juntos?
Recordando su juguete favorito. Una simple tabla para deslizarse por el morro. Y convirtiéndose en un ángel para su comunidad.


Perdonando de corazón. Formándose para la cabeza y para las manos. Como gestor de estrategias, como ebanista
Y preguntándose cómo hacer para que los niños tuvieran un espacio para jugar. Un espacio móvil, que llegara donde ellos, estuvieran.



Comprendiendo que el juego podía ser el hilo de Ariadna para salir del laberinto. Jugar, un hecho simple, a veces subestimado, reconocido también como esencial.


Esto se llamó Dementes Pensantes. Creando, tomando y modificando juegos que impulsan todo: lo cognitivo, lo creativo, lo abstracto, la integración con otros, divirtiéndose al planear, al ganar o al perder.


Contagiados por el movimiento, una vorágine de diversión. Donde por unos minutos los smartphones reposa dormido en los bolsillos.



Alejándonos de lo virtual, tocando, explorando, entendiendo la norma, el acuerdo. Relacionándonos, y por su parte, Dorian, descubriendo su propósito: divertir y formar con el juego.
Jugando, que es a la vez tantas cosas. Haciendo que muchos niños, incluidos sus hijos, encuentren su camino, sin laberintos, sin minotauros, sin necesidad de ser guerreros. Simplemente, dejando que triunfe el juego.

