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Estralandia: el mítico juguete que acompañó la infancia de las familias colombianas

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Estralandia: el mítico juguete que acompañó la infancia de las familias colombianas

En la década de los años setenta un juego de fichas blancas y rojas, con ventanas, puertas y techos verdes de cartón hacía que las familias colombianas se reunieran en las salas de sus casas a armar edificios, escuelas y hasta ciudades enteras. La imaginación y la creatividad no tenían límites con el Genio Constructor y el Genio Mecánico de Estralandia, esta segunda versión acompañada de poleas, bandas y pines para construir todo tipo de máquinas. El juego pertenece a Estra, una empresa colombiana dedicada a la producción de plástico que hoy es reconocida por sus recipientes y muebles para el hogar.  

“Estralandia se está muriendo” 

Cuando Jaime Gómez, director de Planeación y Desarrollo de Industrias Estra, llegó a la empresa en 1994 como practicante de Ingeniería Mecánica, sus jefes le dijeron: “Estralandia se está muriendo”. Los moldes originales en los que se fabricó la versión colombiana de los American Bricks, ya habían cumplido su ciclo productivo. En ese momento, él no entendía lo que eso significaba, pese a que por sus recuerdos desfilaban los regalos de las piñatas de sus amigos y los de la primera comunión que hizo con su hermana.

Estralandia realmente tenía que morir, pues con la apertura económica del país para esa época llegaron muchos productos importados a los que era imposible hacerles competencia. “Por esos años la compañía decide especializarse en lo que mucha gente conoce hasta hoy: recipientes para el hogar”, cuenta Jaime.  

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El mito urbano

Mientras Estra crecía cada vez más con su línea para el hogar, en las calles, en las redes sociales y en artículos de prensa se afirmaba: “Estralandia se quebró durante el gobierno de César Gaviria”. Para quienes trabajaban en esta empresa, cuya producción se realiza con el 55% de plástico reciclado y hoy en día lleva más de setenta años en el mercado, estos rumores despertaban curiosidad y hasta un poco de risa, pues comprendían que mucha gente no sabía que Estralandia hacía parte de Estra.

Este año cumplo 28 años en la empresa desde la práctica. Pasé por calidad, por procesos, por certificaciones, por logística, por carga, por suministro, por áreas administrativas, por finanzas y, finalmente, me especialicé en el área de innovación y proyectos”, continúa Jaime. En esta área de innovación se reunieron trabajadores de toda la empresa para hacer grupos creativos, estudiar las tendencias del mercado y proponer nuevos productos y servicios: el mito urbano que rodeaba al famoso juguete y a la empresa llegó hasta este equipo.

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Un regreso inesperado 

Con las personas que conformaban el equipo de innovación y proyectos, se armaron diez grupos y cada uno de ellos, al estilo de SharkTank, un reality donde emprendedores tienen la oportunidad de obtener financiación para sus ideas, debía presentar un proyecto que sería financiado por la empresa. En el equipo en el que estaba Jaime, junto con la contadora, un practicante del área de compras y la encargada de talento y cultura organizacional, realizaron un hallazgo sorprendente: “Había un grupo de Facebook de mil personas, creado por un fanático de Estralandia, en el que se intercambiaban fichas o se vendían por Mercado Libre; los precios eran muy altos, porque como en El precio de la historia, las fichas estaban a precio de coleccionista”, afirma Jaime. 

En este grupo, infiltrados entre los usuarios, los trabajadores de Estra encontraron fanáticos de todas las ciudades de Colombia; se compartían fotografías de construcciones hechas por muchos años, réplicas de la Torre Eiffel, y todos creían que Estralandia era una empresa que había desaparecido desde hace muchos años. 

Comenzaron también a hacer estudios de mercado y se dieron cuenta que LEGO, líder en los juegos de armar, era muy costoso y que los juegos que venían de China eran baratos pero de muy baja calidad. No había un juego que estuviera en la mitad: de buen precio y buena calidad. Las dudas comenzaron a aparecer: ¿lanzar un nuevo juego para niños y niñas o lanzar el mismo juego de los años 70?

Después de hacer cálculos, de contemplar que en cuatro años se recuperaría la inversión, de intentar darle vida a los antiguos moldes hasta fracturarlos y pensando en que las mil personas del grupo de Facebook comprarían el juego, Estralandia volvió a salir al mercado. El juego original tenía muchas fichas y para este solo se pudieron elaborar las fichas más claves: “Pensamos que los verdaderos fanáticos iban a rechazar el juego, se iban a sentir estafados”, dice Jaime. 

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En noviembre de 2019 se realizó el lanzamiento del juego: “Nosotros no le dijimos a nadie, nos moríamos del susto, queríamos que le fuera bien. Hicimos, además, algo que nunca habíamos hecho: un prelanzamiento. Si compras ya, en un mes te llega el juego y vas a ser de los primeros en tenerlo”, continúa Jaime. Sumado a esta estrategia, sacaron una pieza especial bañada en oro que podía estar en las manos de cualquier comprador.

El experimento fue todo un éxito: “La gente se inscribió y compró. Teníamos la plata de los juegos un mes antes de tener la producción. Nunca en la vida nos había pasado esto. Los fanáticos se querían morir, nos escribían para felicitarnos. Fue una locura”. A esos primeros compradores, les dieron un recorrido para que conocieran la empresa y ellos mismos empezaron a publicitar, casi naturalmente, el juego; incluso aparecieron memes y muchas conversaciones en redes sociales.

Hoy en día Estralandia está de nuevo disponible y se puede adquirir aquí. De nuevo un juguete hecho en Medellín, Colombia, pone a disfrutar a todas las familias:

“Se puede decir que yo tengo 49 años y los abuelos de nosotros jugaron con Estralandia y nuestros papás jugaron con Estralandia. Es un juego de larga duración, destruir esas fichas es casi que imposible. Hablando en términos de sostenibilidad, es de los juegos más sostenibles que hay, porque pasan de generación en generación. Y eso tiene que ser algo bien importante ya que está en el recuerdo de muchas familias a través de muchas generaciones”, finaliza Jaime.