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Por ANA MARÍA CANO POSADA

Al rescate de una historia escrita entre estos claustros

Otro tipo de laberinto, el del Paraninfo de la Universidad de Antioquia, cuyas estructuras se resisten a morir; Marzo 5, 1989.

Este artículo se publicó en el espectador entre el 1983 y 1999. Ahora lo retomamos en el marco de la exposición el Magazín que fue realizada en alianza entre Comfama y Confiar y Universo Centro.

Al rescate de una historia escrita entre estos claustros
Al rescate de una historia escrita entre estos claustros

Colombia tiene mala memoria, y se ayuda desapareciendo los edificios que le recuerdan su historia. ¿Qué hubiera pasado si algún constructor o algún funcionario atacado por el virus de la “modernidad”, hubiera expedido un acta de defunción para las pirámides de Egipto? ¿Qué idea recortada y bidimensional nos hubiéramos llevado de ese pueblo fundamental? Aquí, en cambio, borramos episodios de un plumazo o mejor, de un golpe de taladro socavamos pasado y presente: recuérdese la efectividad para echar abajo el Palacio de Justicia ultrajado, horadado, pero por eso mismo significativo de nuestra historia reciente. 

El Gobierno a través de Colcultura, trata de concentrar la atención en determinadas construcciones, declarándolas monumento nacional. Pero no es esto un seguro de vida, porque miles de ellos envejecen al agua y al sol, sin que haya presupuesto y a veces ni interés en ponerles una mano, para que el tiempo no les gane la batalla.

No es este el caso de un claustro que preside una pequeña plazoleta y se alza en una torre, airoso entre los edificios altos del centro de Medellín. El Paraninfo de la Universidad de Antioquia como le llaman, fue declarado monumento en 1982 y en 1987 tuvo que cerrar las puertas al público por el deterioro de sus espacios. Tras un estudio riguroso de su estado y su rescate, la campaña de su recuperación, se impone liderada por la Universidad y por el gobierno local, para conseguir los 300 millones que necesita. Pero, ¿qué es lo que se revive, poniendo al día y en uso todos los espacios del Paraninfo?

Lo que ha visto pasar por sus corredores, entrar por su pórtico de columnas jónicas y contemplar su soberbio estilo republicano, ocupa mucho más de una página y de un capítulo, es casi un libro de historia. Aquellos lotes baldíos del barrio San Lorenzo, en el plácido centro-oriente de la ciudad que se recuesta al lado de las laderas de Buenos Aires, Miraflores y El Cuchillo, fue lo que en el Siglo XVIII el cabildo de Medellín decidió comprar para hacer un convento, a la vez iglesia y colegio de San Francisco. Tuvo la dirección inicial del cura español Fray Rafael de la Serna, pero en 38 años no logró concluir la obra del convento de los jesuitas —de ahí su nombre de Plazoleta de San Ignacio— ni el Colegio de San Francisco, que alberga hoy el Paraninfo.

A mediados del siglo XIX, una ordenanza del gobernador Pedro Justo Berrío terminó el colegio para dar cabida allí a la Normal de Antioquia. Pero los muchachos tuvieron que salir de este sitio, a finales de siglo, cuando las guerras civiles de 1879 y de 1885 reunieron la iglesia y el convento para dar espacio a las tropas y quedaran pared de por medio el cuartel y la cárcel. 

Durante más de un siglo, a partir de entonces, albergó a la Universidad de Antioquia: primero a los estudiantes de la Escuela de Artes y Oficios y a los estudiosos de la Facultad de Minas que encontraban hasta observatorio para el estudio de la astronomía en aquella torre central.

Fue la propia Universidad con dos de sus rectores, los que le dieron el remate y los decorados que hoy tiene, encomendándole los planos al más prestante arquitecto de la época en Medellín: Horacio Rodríguez. La mezcla sobria de estilos, que él llamó moderno, reunió dos claustros con cinco naves y un pórtico que preside un frontón ornamentado, donde todavía está intacto el escudo de la Universidad. Pero lo más solemne de todo el edificio es el propio salón de actos con acabados de madera labrada por artesanos; los decorados, las laminillas de oro en las molduras y la pintura mural en los capiteles, son los elementos del máximo recinto académico de la ciudad. Allí han estado los más ilustres visitantes como Borges, Ernesto Sábato y han expuesto sus ideas León de Greiff, los nadaístas, los académicos de Historia, entre otros. 

Lo que reserva el Paraninfo

La comisión de rescate del edificio de San Ignacio, compuesta por arquitectos, planeadores e investigadores, ha hecho un inventario minucioso de cada objeto de restauración, del tiempo y el dinero que necesitaría. Se trata de siete mil metros cuadrados de área apta para todo tipo de actividades de extensión universitaria: cultural y científica. El producido de este servicio múltiple a la comunidad, puede mantener el edificio a través de un porcentaje que se reserve para ello. Así el Paraninfo, una sala para cine y video, la librería en la que se pongan en venta todas las publicaciones universitarias, la emisora cultural, un museo que abra al público las colecciones de cerámica Alzate y otras exposiciones del legado que tiene la Universidad, una sede para institutos de estudios sociales, políticos y regionales y talleres de arte, serían algunas de las nuevas funciones. Ni tropas ni tropeles de muchachos, este privilegiado centro cultural en el centro de Medellín, tendrá con su rescate, una selectiva y permanente asistencia. Con esta campaña de la Universidad de Antioquia se perderá un hito menos en la historia departamental y nacional. La nueva ciudad que atraviesa el metro, con un centro revitalizado y revalorado como el que ahora obtiene, tendrá acceso a las palomas, las ceibas, la fuente, las bancas, el patio de los lotos donde se besan aún los amantes en una buena copia de algún Rodin criollo y la solemnidad que infunde el Paraninfo, no interrumpirán su diálogo de generaciones. Y tendrá toda la utilidad de un escenario de hoy.