“La escuela es todo lo que existe bajo el cielo”: así imaginan los niños su educación
16 de Marzo 2021
Bajo el cielo juega y ríe un grupo de sabios con cuerpos de niños a los que siempre podremos —y debemos— escuchar. Hace unas semanas, estos maestros con imaginación sin límite se reunieron a crear el mundo que sueñan y a diseñar la transformación del aprendizaje. El resultado fue un aula expandida llena de voces y personajes que nos recordaron que el hogar, el jardín, el barrio y la vida cambiante que hoy vivimos son las grandes escuelas del presente.
El tercer Congresito de los Niños, posible gracias a nuestro Centro Cultural Claustro Comfama y al inmenso legado de Tita Maya y su Canto Alegre, fue diferente a sus dos antecesores. Este año, más de 30 niños antioqueños provenientes de tierras lejanas y cercanas participaron en un encuentro que comenzó a la distancia, entre conversaciones por boqui-toquis y guaridas secretas en sus casas, y que terminó, finalmente, en un abrazo de miradas en medio del Claustro vacío y dispuesto solo para la conquista de la niñez.
“En la primera y la segunda versión hablamos sobre la visión natural de los derechos de los niños y las niñas, como el derecho a salirse de la raya, disfrutar de lo salvaje y ensuciarse las manos. Esta vez planteamos una ficción en la que cada uno, desde el ‘cambuche’ que armó en su hogar, se comunicó con los otros a través de una estación AM. Conversamos sobre el aprendizaje bajo el cielo, a propósito de los cambios educativos que han vivido recientemente”, explica Sergio Restrepo, responsable del Claustro.
¿Por qué el cielo? Porque él nos enseña, siendo la casa de las estrellas de número infinito, y porque bajo su manto queda la Tierra, ese punto azul que, si miramos atentamente, nos ofrece posibilidades de aprendizaje en cada rincón: en el crecimiento de una semilla, en la lectura de un cuento, en el ejemplo de los padres, en la danza que nace de una canción, en los ciclos de las estaciones, en los cambios en la marea y en los colores de las mariposas.
“Todo lugar que esté bajo el cielo es una escuela”, fue una de las conclusiones de la charla que tuvo Ricardo Silva Romero con los niños y niñas, una de las actividades poderosas que sembró en ellos la chispa de “no tener miedo a contar lo que somos”. Otro momento valioso sucedió mirando las estrellas junto al Planetario de Medellín. Observando eso tan grande que es el cosmos, algunos chicos escucharon su estrella interior. A Juanjo Caballero Defensor de las Constelaciones le dijo “sigue tus sueños porque nadie te los puede quitar”. A Lore Elfo Juguetón de Piedra Noctura, su estrella le susurró al oído “solo sigue”, mientras que a Antopaquita Artista Llovizna de Sol le pidió “valora todo, valórame y valórate a ti misma” y a Tin Caballero del Titán Creador Atmosférico le recordó que “venimos de las estrellas y las estrellas viven en nosotros”.
Entre palabras profundas y siguiendo la brújula de la imaginación, el Congresito estuvo marcado por una intención: escuchar a los niños y las niñas. “Quisimos consultarles por la educación que quieren. La declaración de los Derechos de los Niños dice que cualquier cosa que los implique debe considerarlos”, declara Sergio Restrepo.
Isa Bailarina Estrella Curadora de Animales, por ejemplo, manifestó que las escuelas deberían tener un letrero de entrada que dijera “sé feliz y sé tú mismo” y Ana Robot Amigable Rosa Blanca expresó: “yo digo que los profesores nos dieran días para aprender y que existiera una materia en la que nos pudieran enseñar todo cantando”.
Con estos mensajes nos quedamos. Los guardamos para entender cómo potenciar la capacidad de transformación que tienen la cultura y la educación cuando se conjugan juntas desde la voz de los niños y las niñas.
También conservamos la imagen del emocionante encuentro que los sabios ponentes de este Congresito tuvieron en nuestro Claustro. “La parte favorita fue cuando lo vi, yo ya lo conocía de noche pero de día se veía más bonito y era de nosotros. Aprendimos allá que el poder de la imaginación es ilimitado porque uno puede hacer muchas cosas con ese poder. Todos tienen ese poder pero todos lo tienen diferente”, recuerda de ese momento Emilio Hechicero Aventurero.
Ese día, para cerrar el evento, con sus manos creadoras los participantes fabricaron alebrijes, que son un tipo de artesanías fantásticas que tienen partes de varios animales. Aquellos fueron el símbolo de la transformación de la escuela: coloridos, asombrosos, diversos y conformados entre todos.
Según Estefanía, mamá de Vic Carroñero Carnívoro de Colmillo Plateado y Lore Elfo Juguetón de Piedra Noctura, ninguno de ellos ha parado de conversar sobre lo vivido en el Congresito. En la mesa, con sus amigos, entre ellos, junto a la familia... sus voces hablan sobre la escuela que llevan dentro, en la que se aprende bajo el cielo y desde la capacidad de asombro. Eso celebramos: que los niños y las niñas tomen la palabra en el Claustro, pero también en sus casas y en sus vidas.