Logo Comfama
Ayuda
Agenda

Un llamado al origen: la música de Camila y Silvio

En esta versión de Vida íntima del arte, una franja de encuentros que realizamos mes a mes con creadores de diversas disciplinas artísticas, disfrutamos de la música de Camila y Silvio, un dúo chileno que resalta las historias y las músicas tradicionales que nos unen.

Cabecera_Camila y Silvio
Un llamado al origen: la música de Camila y Silvio
Te demoras 0 minutos leyendo esta noticia

Se me hace corta la boca para alcanzarte y le pido al viento un empujón”, fragmento de la canción En la soledad del monte, de Camila y Silvio.

Una pasión familiar

Las notas del bombo de Camila Soria y el charango de Silvio Rozzi resuenan en medio de un teatro, al otro lado de nuestro continente, y despiertan aplausos incontenibles en cientos de personas. En medio de palabras en otro idioma, las voces de este dúo cantan en español sobre la tierra, la tradición y el sentir latinoamericano. En ese teatro en Corea, el poder de la música inspira un tejido entre culturas que nos devuelve al origen común. Sin embargo, el camino de Camila y Silvio para llegar hasta ese país asiático, inició en las calles de Chile y América Latina: “Tocar en las calles nos dio una base para autovalorar y resignificar lo que hacíamos, más allá de lo que diga el resto. En esta época existe mucho el ‘tengo el diploma tal’, ‘me dieron el certificado tal’, ‘estoy en el mejor teatro de tal país’ y, a partir de esa experiencia, aprendimos que lo que hacemos es bueno en la calle y donde sea, más allá de estándares externos”.

La pasión por la música tocó la puerta de Camila desde su infancia, en el seno de una familia numerosa con un padre amante de la música, quien en cada oportunidad hacía sonar canciones latinoamericanas, de Colombia, Argentina o Perú: “Mi padre me enseñó mucho a amar la música y la identidad de nuestro territorio”. De allí que sus principales influencias, sus grandes ejemplos, fueran mujeres cantoras como Mercedes Sosa, Soledad Bravo, Susana Baca, Totó La Momposina y su gusto se fuera definiendo hacia una música más profunda, independiente, tranquila, con la emoción desatada en las notas de una guitarra. En la actualidad disfruta mucho de Silvana Estrada, Adrianne Lenker y Kings Of Convenience.

Silvio, por su parte, también estuvo acompañado por una familia en la que siempre ha estado presente el canto y la guitarra y por un padre que además de disfrutar la música, es cantor. A lo largo de su vida ha compuesto algunas canciones y ha inspirado en su hijo la escucha activa de la música, esa que se detiene en los detalles. “Para mí fue una gran alegría empezar a tocar música, porque pude empezar a participar de esos códigos comunes con la familia”, cuenta Silvio. Sus primeras influencias vinieron de la nueva canción chilena, la música folclórica de los años 70, y luego dentro de sus grupos y cantantes favoritos aparece Radiohead, Sigur Rós, Manuel Cha Prado, Raúl García Zárate y Luzmila Carpio.

Vida íntima del arte_Camila y Silvio

El folclore como identidad musical

Camila y Silvio se encontraron en 2011, en medio de un álgido momento estudiantil chileno: “Nosotros estudiábamos en una universidad que era como de clase alta y ahí no existía mucho lo de tomarse la universidad o lo de generar movimiento estudiantil dentro de la universidad, pero en ese momento sí sucedió y ahí nos conocimos. Desde ahí las artes y los oficios nos han unido mucho para crear”, confiesa Camila. Movidos por esas influencias familiares y por un impulso inexplicable de creación, decidieron viajar por Argentina para disfrutar, escuchar, aprender y encontrarse con un extenso repertorio de música folclórica: “Decidimos viajar buscando eso que está más allá de lo superficial de la tradición, como tratando de buscar de dónde viene esto que nos conecta tanto, y empezamos a componer las primeras canciones en esos géneros tradicionales”, comenta Silvio.

Durante ese viaje se ganaron un financiamiento estatal que, junto con el fervor musical que se acrecentaba, dio origen a su primer disco, llamado En el borde de la noche (2019), con el que obtuvieron el premio Pulsar 2020 en la categoría Música de raíz: “Nuestro primer disco fue un resultado no buscado, todo se juntó para que surgiera, y es nuestro primer manifiesto de nuestra relación con la naturaleza y con nosotros mismos; en realidad, es un disco, nos dimos cuenta mucho después, que está absolutamente dedicado a la tierra, como elemento y como madre”, continúa Silvio.

En el corazón de su proyecto están sus voces y sus instrumentos y a partir de ahí han construido un formato, una forma que los identifica. Su proceso de composición lo definen en una sola palabra: orgánico. Sin buscarlo mucho, pero a través de un trabajo en constante movimiento, los ritmos y las letras han ido apareciendo, sin mucha planeación o estructura y más desde la intuición, la pasión y la espontaneidad, desde una necesidad latente e inexplicable, como lo explica Silvio: “En realidad las canciones nacen como quieren; yo he comprendido que las canciones una vez que se conforman son seres independientes de uno y piden cosas, entonces así mismo el proceso creativo, por lo menos en nosotros, no tiene una estructura. Son ideas que nacen espontáneamente, juntos o separados. Lo que sí hacemos en conjunto es decidir qué queda y qué no”.

Y lo complementa Camila: “La composición siempre es de diferentes maneras. A veces llego yo con letras y Silvio les pone la melodía o viceversa. Siempre es de sentires que nos están removimiento, por ejemplo, cómo el paisaje puede hablar de cosas internas del ser humano, de la experiencia humana en la tierra, del sufrir, del amar; creemos que son sentires vueltos paisajes”. En este sentido, el proyecto ha ido fluyendo hasta la corriente indicada y se ha ido perfeccionando: el bombo fue un regalo que le hicieron a Camila, el charango y la guitarra de Silvio también fueron regalos y al principio ninguno de los dos cantaba. Luego, con los encuentros con cantores y cantoras que voluntariamente les han trasmitido sus saberes y con el firme deseo de investigar, estudiar y profundizar, han obedecido las exigencias de un proyecto que se ha convertido en su razón de ser.

“El folclore nunca ha pasado de moda, es de nuestra generación. Se dice mucho que ‘el folclore se está perdiendo’ y en realidad siempre hay una nueva generación que lo toma y lo recibe como un regalo de nuestra identidad. Para mí es la mayor revolución que puedo hacer contra el imperialismo, el capitalismo, contra el ser todos iguales; puedo vestirme de nuestra generación pero sigo mirando el folclore como algo digno, honorable, que de alguna manera nos identifica y nos diferencia del resto del mundo. Lo que me ha regalado a mí el folclore es darme cuenta de lo abundantes e increíbles que somos como territorio latinoamericano y de que tenemos mucho más en común de lo que nos han hecho creer y ahí está la cordillera de los Andes cumpliendo su rol: ‘Aquí estoy y los uno’”, concluye Camila.