Los cuentos son un recurso de la imaginación que puede salvar vidas o alivianar el encierro. Los diez personajes que en la obra de Bocaccio huyen de la peste y se enclaustran para contar historias no se apartaron del mundo ni quedaron acorralados, a través de sus relatos expandieron los linderos de su realidad y abrieron sus sentidos y su imaginación a otros mundos posibles. El Decamerón es una obra de la literatura clásica que ha cobrado una vigencia renovada desde inicios de 2020, pues el confinamiento por la COVID-19 puso de nuevo en primer plano esas obras del arte, el cine y la literatura que anticipaban de alguna manera las situaciones que la humanidad se obliga a vivir a raíz de una pandemia.
Una de ellas es usar la imaginación como una carta salvadora que permite navegar los días. Las más de once mil historias que llegaron al concurso Medellín en 100 palabras lo demuestran. Esas historias son una imagen de altísima resolución sobre una época en sus múltiples dimensiones: son el retrato emocional de un momento histórico y al mismo tiempo representan un tour fantástico a través de mundos creados a partir de las voces de los participantes que encontraron en las palabras una manera de expresar sus dolores, sus anhelos, los miedos que los persiguen, los recuerdos que los acompañan, las rutinas que conforman sus vidas.
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La ciudad es el espacio público, los lugares icónicos, los árboles, la vegetación, es la luz que en los diferentes momentos del día le cambia el rostro y la nutre de gestualidad, las fachadas de los edificios que a veces sirven para alimentar a las aves que tienen internas rutas migratorias y tienen el privilegio de captarla con una rauda visión aérea. Pero la ciudad también es el adentro: es la sala de la casa en la que un observador encuentra una amistad posible con un bombillo, es la música bailada a solas que acentúa el recuerdo de un amante que acaba de partir, es el amor que se esconde en la tela de un vestido que desfila por una máquina de coser, es el cardumen en la cama de una habitación, es la oración repetida que rebota en las paredes de una uci.
El concurso recibió cuentos en tres categorías. Infantil, Juvenil y Adultos. Es por lo tanto un encuentro entre generaciones, se ven los puentes que las unen y también las orillas —a veces distantes, a veces cercanas, como las de un rio sinuoso— desde las que experimentan la ciudad y sus símbolos, la ciudad y sus mitologías. Una escritora de 12 años narra una ciudad tan amplia como el mundo pues a su corta edad ha migrado entre barrios sin echar raíz en ninguno, pues la amistad y compañía de su madre es la única tierra que necesita para florecer. Varias páginas más adelante, un narrador de 40 años crea una ciudad distinta en el reducido límite de una ponchera llena de agua. En las distancias y proximidades que vinculan estos relatos caben visitantes de otros mundos, juegos de la infancia, personajes invisibles, promesas vacías, peticiones cumplidas y balas que fulminan.
Se asoma, además, una ciudad que se debate entre el verde y el gris. En ella aparecen las montañas que se suben a mula, el olor de los cultivos del café, los girasoles que persiguen al sol, un patio con riachuelos, gallinas y perros. Y al frente, como las caras de la moneda que se complementan y se dan la espalda, salta a la vista la lluvia que cae por la ventana de un edificio, los guayos colgados en el alambrado, los pasos que retumban sobre el pavimento, el carrito que vende medio litro de helado, las estaciones del Metro cargadas de sueños y árboles de nubes que se esconden entre construcciones gigantescas.
En Medellín en 100 palabras se construyó un relato colectivo, tuvieron espacio todas las palabras, los relatos narrados en tan solo 29 y los que se contuvieron en las 100 exactas. Todas ellas harán parte de un libro de la colección de Palabras Rodantes y quedarán como testimonio del presente, de lo que hoy piensan, sienten y miran los habitantes que la caminan a diario.
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Aquí te presentamos a los ganadores de esta edición:
Categoría infantil
Primer puesto: Luciana Mesa Cortés, 13 años. Aranjuez, Medellín.
Cuento: La tristeza del mundo.
Segundo puesto: Dayana Rojas Orrego, 13 años. Manrique, Medellín.
Cuento: La cuarentena a través de la ventana.
Tercer puesto: Sofía Ramírez Parra, 10 años. Popular, Medellín.
Cuento: Amigo silencioso.
Categoría juvenil
Primer puesto: Valeria Londoño Morales, 17 años. Barbosa.
Cuento: Moños rojos.
Segundo puesto: Sophia de los Ríos González, 14 años. Villa Hermosa, Medellín.
Cuento: Girasoles en la montaña.
Tercer puesto: Ada Jhanaina Hernández Marín, 16 años. Belén, Medellín.
Cuento: Hay que hacer.