“Esta es la historia del papá y dos hijos. En los parques es muy común ver puestos de comidas rápidas, pero es muy particular ver en un barrio que alguien ponga un negocio con libros; aquí va lo curioso: don Carlos y sus dos hijos tienen un negocio de libros. Nos preparamos, fuimos a buscar la historia y nos atendió él y sus hijos. Uno de los chicos se llamaba Duvan y su padre, don Carlos. Ellos nos contaron su historia y cómo desde niños su padre les inculcó la lectura. Duvan, nos empezó a contar como a través del negocio se pasajeaba para estudiar, quería estar en la universidad”, afirma Giovanny Figueroa, director y fundador de La Pupila.
En una mesa cuadrada, una página resaltaba el amor que unos pequeños jóvenes le tenían a la lectura, un hábito heredado de su padre. Giovanny pasaba con delicadeza las páginas de aquella edición y recordaba sonriendo aquella historia, leyendo uno de sus fragmentos como si se tratara de la voz de Duvan:
"Mi amor por la lectura empezó cuando tenía 12 años. Me encantaba el fútbol, pero era muy malo. Empecé a leer un libro de superación personal y motivado por lo que aprendí terminé siendo el mejor jugador del equipo”, lee Giovanny.
“Hicimos el artículo narramos cómo Duvan tenía sueños: terminaba de trabajar y se iba al colegio. Quería estar en la universidad, ser un gran escritor; a los 20 días aproximadamente, alguien tocó mi puerta, era don Carlos. Alguien leyó el artículo y con el periódico, llegó dónde don Carlos y sus hijos y quería patrocinar a Duvan”, afirma el director emocionado.
Giovanny, con sus manos en el escritorio, me dice: y efectivamente sí, fue así. “ Cuando sucede algo así, uno dice: tiene sentido lo que hacemos, es importante lo que estamos haciendo y como la de Duvan, hay que seguir contando otras historias”, dice.
Reconocimiento de sus necesidades
Los inicios de La Pupila se dieron en la casa de la madre del fundador. “Empezamos con los periódicos estorbándole a mi mamá en el patio”, dice sonriendo. Así, en 2008, nace un periódico para narrar sus propias necesidades y contar los talentos, noticias e historias de su comunidad, quiénes son sus habitantes, sus principales protagonistas y hacedores: “En el 2007, la comunidad quería un medio que representara las necesidades del territorio, en el que pudiera reconocerse. Así que con un grupo de compañeros nos reunimos a trabajar en esa iniciativa, con un propósito muy claro: queremos contar nuestras historias y no que otros las cuenten por nosotros. Esa fue la premisa”, afirma el director.
“Somos lo que damos, la luz de los procesos que están pasando”. El nombre del medio tiene este significado para la comunidad de la Comuna 4, además se reconoce desde las secciones del medio como: En la mira, Visión, Póngale ojo, El observatorio, La mirada social, Mira lo que somos, entre otros. En octubre del 2008, inicia a verse los frutos del sueño colectivo: nace la primera edición de La Pupila. Con esto, nuevos retos, desafíos y aprendizajes que enfrentarían para potenciar y crecer como medio de comunicación: “Fue muy duro al principio, muy traumático, pero logramos salir; a partir de ahí, tuvimos el reto de pensar cómo íbamos a seguir desarrollando los contenidos”.
¿Qué desafíos enfrentaron?, ¿cómo competir desde lo comunitario? En el primer año alcanzaron 8 ediciones y en el segundo, 7 ediciones. La Pupila se sentía preparado para participar en el primer Premio de periodismo comunitario de la Alcaldía de Medellín, esto les dejaría una gran enseñanza e iniciaría un nuevo camino de aprendizaje para ellos: “en 2010 se lanzó la primera edición de este Premio y quedamos de volver, vimos que existían unos procesos que estaban mucho más desarrollados. Esa fue una experiencia que nos sirvió y nos cambió. Cuando hacemos esos ejercicios de medirnos con otro, entendemos qué tenemos bueno pero que no estamos haciendo bien. Para uno avanzar tiene que partir de la autocrítica”, afirma Giovanny.
Una construcción con la comunidad
El dicho qué dice “perder es también ganar un poco”, identifica al medio comunitario La Pupila, enfrentarse con diferentes realidades que los llevarían a adaptarse y proponer nuevas posibilidades para continuar con un sueño colectivo y que desde el inicio, construía la misma comunidad.
- El medio empezó a tener reconocimiento y el equipo y su director recuerdan como aclamaban el periódico: ¿cuándo saldrá La Pupila?, ¡está que sale!... En la Comuna 4 las historias empezaron a llegar y ahora, conforman Comités para continuar publicando contenidos e historias pertinentes. Desde una invitación abierta, la comunidad inició a aportar sobre lo querían leer en el medio.. ¿Qué tal el reciclaje?, replicaría un adulto en uno de los comités.. .
- Hablen de las calles, de las vías - contestaría otra persona.
La misma comunidad es la fuente de información, les informan e incluso les presentan temas sobre personas talentosas y hasta un hueco que perjudica su paso. Así lo logran, es la comunidad de la comuna 4, 14 barrios y una población de 170.000 personas las que, junto al equipo de trabajo de La Pupila, construyen cada línea del periódico.
Los frutos se iban recogiendo, el trabajo con la comunidad estaba sumando y fue así como en el 2013 llegaron al podio: “ganamos el premio de la Revista Semana, el país contado desde las regiones. Fuimos el Mejor medio impreso, más de 1000 trabajos que enviaron en todo el país”.
Pero ¿Llegar a los primeros lugares qué traería para La Pupila? Fueron reconocidos en el gremio por el CIPA en el 2017 y con ello, nuevos retos se vendrían: “5 años después teníamos un proceso muy establecido, pero dos retos: las redes sociales y los contenidos audiovisuales. Así que decidimos emprender el reto y . así como nos dimos duro para empezar a saber cómo hacer un periódico impreso y hacerlo bien, vamos a empezar a hacer cosas audiovisuales”, dice.
Una evolución continua
Después, pasarían del patio de su casa a un estudio para crear; no sin antes toparse con barreras financieras, tecnológicas y de personal capacitado en fotografía, diseño y edición. Su apuesta por y con la gente seguía intacta, pero la profesionalización de su labor y qué hacer sería otra meta…
“Poco a poco le apostamos a la profesionalización de los medios, reconocimiento que los medios comunitarios, alternativos. El sector ha sido un poco estigmatizado, los medios comunitarios dicen que no son buenos, que lo comunitario no tiene calidad. Hoy podemos decir que le hemos apostado a decir: que sea comunitario y social no significa que sea de mala calidad. Le debemos el respeto a la gente y tenemos que entregarle productos de calidad”, director de La Pupila Comunicaciones.
Desde el 2017 hablan como La Pupila Comunicaciones, siendo coherentes con la premisa de la creación de este sueño comunitario y colectivo: “seguimos muy fieles a lo que nos enseñó la vida cuando la pupila cuando nació como periódico, que la gente se sienta identificada, se sienta que ahí tienen su voz y que sientan que las historias que proponen están ahí, no las que les impusieron”.
Actualmente continúan con la distribución del periódico en la edición mensual y desde las redes sociales, los canales digitales y las producciones audiovisuales comprenden y analizan diferentes realidades de su comunidad, para diversidad de públicos.. Mensualmente, puerta a puerta, llevan una idea, una historia y un sueño. El periódico consta de 16 páginas y 10.000 ejemplares con sus ediciones ordinarias y especiales.
Pero su labor, ha sido una evolución concretados en 14 años de aprendizajes. En sus sueños está que la comunidad apoye a los medios comunitarios, los recuerde y los reconozca: “nos gustaría que nos recordarán como un medio comunitario qué movilizó conciencias y que transformó la sociedad”, afirma director y fundador. Además, anhelan que la comunidad sea la sucesora de los procesos; es por esto que, desde el 2014 realizan semilleros de comunicación con la comunidad, capacitándolos en temas como: locución y radio, periodismo digital, producción audiovisual, entre otros.