Una casa patrimonial
¿Cómo pasó esta casa de ser el hogar de los padres de Atanasio Girardot a convertirse en un espacio para el encuentro donde convergen la educación, el arte y la cultura en la región? Aquí te contamos:
Gloria y Jhon Jairo se sientan en una mesa bajo la sombra de un árbol de totumo y sacan el juego de mesa elegido para ese día. Tienen una colección de ellos y los intercalan diariamente en su visita a la sede Comfama Santa Fe de Antioquia, a la cual van todos los días desde su apertura.
Fue hace 25 años cuando este par de esposos tomó la decisión de mudarse de Medellín a este municipio para descansar, disfrutar y recibir la visita de sus hijos y nietos. El clima es lo que más les gusta: "el calor da energía, da vida, da ganas de sonreír", dice Gloria, y la sede se ha vuelto su lugar de confianza para aprovechar el frescor de la piscina, conversar con otras personas, tomarse un café y, por supuesto, dejar pasar el tiempo mientras disfrutan de sus juegos.
En el Occidente antioqueño, en la llamada Calle de la Amargura de Santa Fe de Antioquia, Comfama cuenta con este espacio patrimonial hecho de muros en tapia, pisos en tableta de arcilla cocida y cubiertas en caña brava y teja de barro, que brinda oportunidades para el cuidado y el progreso, mientras conserva y honra las historias y la memoria de las decenas de familias que habitaron ese espacio.
¿Cómo pasó esta casa de ser el hogar de los padres de Atanasio Girardot a convertirse en un espacio para el encuentro donde convergen la educación, el arte y la cultura en la región? Aquí te contamos:
Cada día, Lisandro abre las puertas de la biblioteca para recibir a las personas que llegan buscando un espacio para aprender, leer y crear. Siente que la sede es su segunda casa y, al pensarlo bien, sí lo es, pues se siente acogedora, llena de vida y conserva las historias de decenas de personas que la habitaron en el pasado, relatos que Lisandro conoce muy bien porque le apasiona la historia e imaginar cómo habrán sido sus vidas en ese lugar.
Lo que más le gusta de la sede es disponer espacios para potenciar las pasiones de quienes la visitan por medio de los clubes de dibujo, cómics, acuarela, literatura, ajedrez o cine. Le gusta pensar también que es un espacio de libertad y confianza, especialmente para los niños y niñas, y lo llena de alegría saber que es parte de ello, de un lugar donde puede abrir las puertas y enamorar a las personas de la lectura, el arte y las historias.
Como uno se encuentra con Lisandro en la biblioteca se puede encontrar a David en uno de los jardines conversando con amigos. Su familia estaba viviendo de paso en Santa Fe de Antioquia cuando llegó la pandemia y tuvieron que quedarse ahí. Para David fue el momento de enamorarse de este municipio y decidió posponer sus planes de irse a estudiar cine a Italia para volcar su vocación cultural aquí.
La casa en donde ahora está ubicada la sede pasó por un meticuloso proceso de adecuación y restauración, vigilado por el Ministerio de Cultura, donde se cuidó cada detalle para conservar el valor patrimonial del inmueble y resguardar sus estilos colonial y republicano.
Es muy común que las casas coloniales fueran pintadas con cal, un elemento muy barato y que a la vez protegía la tapia. Este tipo de construcciones no tienen columnas, ni refuerzo estructural, y se cimientan sobre una cama de piedra. Primero se hace una excavación, se agrega una cama de piedra y sobre esta se construye para así alejar la tapia de la humedad.
En nuestra sede pudimos encontrar vestigios de arquitectura colonial en la fachada, en las tapias que componen las tres habitaciones que dan a la calle y en las paredes laterales; además del muro posterior, ubicado en el patio trasero. La presencia republicana la podemos encontrar en las demás divisiones interiores donde la tapia fue cambiada por ladrillo o donde simplemente se integraron nuevas habitaciones. Conozcamos un poco sobre su distribución original:
La fachada: está hecha de tapia pisada de tierra, resguardando la construcción original. El ladrillo expuesto que vemos es un poco más nuevo y data del siglo pasado.
La sala de recibo: era donde se atendía la visita, no se pasaba de allí, ni se accedía a la parte posterior de la casa. La vida familiar se hacía del contra portón hacia adentro. La sala de recibo se encontraba donde hoy está ubicado el Café Canelo.
Las puertas: aún podemos encontrar lo que en esa época se llamaba el portón y el contra portón. Normalmente, el portón permanecía abierto y el contra portón cerrado; el corredor ubicado entre ambos se llama el zaguán y a los lados de este había, usualmente, otras dos puertas que daban hacia la sala de recibo y el estudio.
Entradas auxiliares: las casas de esa época tenían entradas principales y entradas auxiliares, estas últimas eran por donde entraba la servidumbre y los animales. Hay una entrada auxiliar en Café Canelo y otra ubicada en la Cra. 10.
Las caballerizas: el lugar destinado para los caballos se encontraba en donde hoy están ubicados los baños de la piscina.
El estudio: luego, en la otra puerta, se ubicaba la oficina, la biblioteca o el estudio del señor si era un hombre con poder adquisitivo; y se comunicaba con la alcoba principal. Este espacio se encontraba donde ahora está ubicada la biblioteca.
El patio central: permite el paso de la luz y aire a las alcobas internas que no tenían vista hacia la calle. En las tardes las familias se reunían en el corredor a refrescarse.
El patio trasero: la parte de atrás de la casa funcionaba como pesebrera para guardar los animales, como zona de almacenamiento y si las familias de ese tiempo tenían esclavos, allí construían sus ranchos o barracas. Al final de la casa quedaba el comedor y la cocina.